Durante las semanas de diligente estudio, Viktor también recibió regularmente cartas de su hermana Karen. Llegaban siempre que un carruaje hacía una entrega postal procedente de Vegenholt, la población más cercana a Chipped situada en las principales rutas que recorrían el Imperio. Cartas que previamente habían sido llevadas hasta allí por algún granjero bien dispuesto que transportaba sus mercancías a la población para venderlas.
Y entre todo este ajetreo de la nueva vida de Viktor, siempre que recibía una carta de su devota y leal hermana evocaba la vida que había dejado atrás. Las cartas de Karen lo mantenían al día de todo lo que sucedía en Chipped y le hacían saber que su hermana estaba afanándose allí sin él, cuidando a su padre y ocupándose de sus necesidades. Eran un consolador recuerdo del hogar. Nunca había carta de su padre.
Al principio, Viktor respondía diligentemente cada una de las misivas de Karen, como había resuelto hacer, y enviaba las cartas a través de la compañía de correspondencia de la ciudad. Pero a medida que fue pasando el tiempo y las horas de vigilia de Viktor comenzaron a estar cada día más ocupadas preparando compuestos mágicos, estudiando los textos que atesoraba la biblioteca de la Escuela y pasando tiempo junto al profesor Theodria mientras éste desempeñaba su labor como consultor y experto mágico entre los miembros ricos de la población de Genbofen, se encontró con que esa resolución comenzaba a flaquear.
En un principio, sus réplicas se hicieron más concisas. Por el contrario, las cartas de su hermana continuaron siendo tan detalladas como siempre y en ellas le contaban a Viktor todo lo que sucedía en el hogar y sus alrededores con el cambio de las estaciones, además de expresar orgullo y afecto en medidas igualmente grandiosas por su hermano, el estudiante.
Pero no fue hasta que llegó otra de estas misivas en la segunda semana del segundo mes de primavera, que Viktor se dio cuenta de que no sólo no había respondido a la carta anterior de su hermana, sino que ni siquiera había acabado de leerla. Realmente se había vuelto menos considerado con la correspondencia de tan absorto como estaba en los estudios.
Tras bajar los ojos hacia el ensayo que tenía a medio escribir sobre círculos mágicos y fórmulas de hechizo, de cuya redacción se ocupaba antes de que lo interrumpiera el chiquillo que le llevó la carta de parte de la compañía de correspondencia, Viktor apartó a un lado el pergamino y suspiró.
Cogió la carta a medio leer que había permanecido sobre su escritorio durante una semana, bajo una pila de libros, y acabó de leerla concentrándose en cada palabra y sílaba, disfrutando de la letra manuscrita de su hermana y de los dibujos que las palabras formaban sobre la página mientras sentía que en su corazón volvía a surgir la olvidada calidez. Ahora, su propia letra manuscrita se había transformado en poco más que garabatos al intentar tomar nota de todo lo que le interesaba con la mayor celeridad posible y así llenar su mente con aún más conocimientos.
Viktor rompió el sello de la misiva más reciente y también la leyó hasta el final, reparando con apenas fugaz preocupación en el hecho de que su padre había caído en cama hacía poco y que su vicario, un tal Regar Lethair, había estado sustituyéndolo cada vez más en su ministerio. El hijo se preguntó durante cuánto tiempo más querría o podría continuar su padre en su puesto como sacerdote de la comunidad.
Luego, leídas ambas cartas, Viktor cogió una nueva hoja de pergamino del montón que tenía sobre el escritorio, tomo la Pluma con la que había estado trabajando en el ensayo y, tras mojarla en el tintero, comenzó a escribir con el corazón en cada palabra.
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Querida Karen.
Debo confesar que tu hermano ha descuidado sus deberes fraternales, tan absorto y ocupado he estado con mis estudios. Sé que ya te he contado qué lugar tan maravilloso es la escuela. Mucho más que una mera ciudad comercial, es una verdadera sede de erudición. Da la impresión de que todos los secretos de la naturaleza y de los cielos se encuentran aquí para descubrirlos entre la miríada de preciosos volúmenes que colman los estantes de las bibliotecas de esta ciudad. Apenas puedo creer que ningún otro sitio pueda tener más conocimiento contenido dentro de sus límites.
Me complace saber que no te resulta demasiado complicado el trabajo de cuidar a nuestro padre, y que Joset Lohreich ha estado ayudando a mantener el jardín.
Sin embargo, como hermano, mi deber es decirte que tengas cuidado con los avances de Joset. Es más de veinte años mayor que tú, y aunque según recuerdo es hombre de cierta posición en el pueblo, cuando por fin concluyan tus deberes con nuestro padre, ¿querrás continuar para siempre cuidando de otro anciano? No cometas el mismo error que nuestra madre.
El mundo que hay fuera tiene mucho más que ofrecerle a una joven como tú. No lances tu vida por la ventana, atrapada para siempre en nuestro pueblo natal. Creo que estamos destinados a algo más que eso.
Por favor, cuéntale mis logros a nuestro padre.
Tú siempre devoto y afectuoso hermano, Viktor
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Allí concluyó. La carta constituía una fracción de las largas misivas que recibía de Karen, pero su nueva vida ya era bastante atareada. Se levantaba al amanecer para comenzar sus estudios y luego pasaba todo el día en la escuela, donde aprendía todo lo posible de sus miembros veteranos. No quería que su aprendizaje se limitara sólo a su maestro personal.
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Casi todos los días, Viktor se marchaba cuando ya había oscurecido, y regresaba a su alojamiento junto con los obreros, comerciantes y artesanos que volvían al hogar para pasar la noche, cruzándose con patrullas de la guardia y juerguistas nocturnos que recorrían las calles de Genbofen.