La noticia del ataque de Don Lorenzo corrió como pólvora por la ciudad.
El territorio que Marco había protegido con tanto esfuerzo ahora estaba manchado de sangre, sus hombres caídos por la traición de un enemigo que no aceptaba su liderazgo.
Pero Marco no iba a permitir que ese desafío quedara impune.
No iba a permitir... que el miedo... regresara.
Valeria observó cómo Marco reunía a sus hombres en el salón principal de la fortaleza. Sus ojos oscuros brillaban con furia contenida mientras caminaba con pasos firmes, su presencia poderosa imponiendo respeto y lealtad.
—Don Lorenzo... ha traicionado... su palabra... y ha atacado... nuestro territorio. —anunció Marco, su voz baja y peligrosa. —No solo... desafió... mi liderazgo... también... ha declarado... la guerra.
Hubo murmullos de asombro, sus voces resonando en la habitación. Los hombres intercambiaron miradas de preocupación y rabia, sus expresiones endureciéndose.
Enzo dio un paso adelante, su mirada fría. —Entonces... ¿vamos a responder... su ataque...?
—No solo... vamos a responder. —dijo Marco, su tono cortante. —Vamos a cazarlo... y vamos a demostrarle... lo que pasa... cuando traiciona... su lealtad.
Valeria observó cómo sus hombres asintieron rápidamente, sus ojos brillando con determinación. Sabía que Marco había ganado su respeto... y su lealtad.
Pero también sabía... que Don Lorenzo... no sería... un enemigo fácil.
—Don Lorenzo... aún... tiene aliados... en las sombras. —advirtió Valeria, su voz firme. —Si lo atacas... van a desafiar... tu liderazgo.
Marco la observó en silencio, su mirada intensa. —Entonces... voy a cazar... a sus aliados... uno por uno... hasta que no quede... nadie... que desafíe... mi poder.
Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, su respeto creciendo. —Entonces... estás listo... para enfrentarte... a las sombras... una vez más.
—Sí. —dijo Marco, sus ojos oscuros ardiendo con determinación. —Porque no puedo... permitir... que el miedo... gobierne... sobre esta ciudad.
Valeria sintió cómo su pecho se apretaba, su mirada llena de emoción. —Entonces... vas a luchar... hasta el final... por lo que amas.
—Sí. —dijo Marco, su voz firme. —Porque no voy a permitir... que las sombras... destruyan... lo que estoy... construyendo.
Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo mientras veía cómo Marco enfrentaba los desafíos con valentía y fuerza.
Sabía que su camino... estaba lleno de enemigos.
Pero también sabía... que Marco... estaba dispuesto... a luchar... hasta el final.
Horas más tarde, Marco se reunió con sus hombres en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Sus sombras se movían en silencio, sus figuras poderosas mientras planeaban su ataque contra Don Lorenzo.
Enzo extendió un mapa sobre una mesa de madera, sus dedos señalando las ubicaciones de los hombres de Don Lorenzo. —Sus fuerzas... están dispersas... pero su lealtad... es fuerte. No van a retroceder... fácilmente.
Marco asintió lentamente, sus ojos oscuros analizando el mapa. —Entonces... vamos a atacar... desde las sombras... y vamos a cortar... sus líneas... una por una.
Sandro, uno de sus hombres más leales, frunció el ceño. —¿Quieres... destruir... sus fuerzas... desde adentro...?
—Sí. —dijo Marco, su tono cortante. —Voy a infiltrarme... en sus territorios... y voy a destruir... su poder... antes de que pueda... atacar... otra vez.
Hubo murmullos de aprobación, sus voces llenas de respeto. Marco sintió cómo su pecho se llenaba de emoción. Había perdido su propósito. Había perdido su amor.
Pero ahora... tenía una razón... para luchar.
—No vamos a permitir... que su traición... quede impune. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —Vamos a cazarlo... y vamos a demostrarle... lo que pasa... cuando desafía... mi liderazgo.
Sus hombres asintieron rápidamente, sus ojos brillando con determinación. Valeria observó la escena en silencio, su mirada intensa mientras veía cómo Marco tomaba el mando.
—Entonces... estás listo... para enfrentar... su desafío... y proteger... lo que amas. —dijo Valeria, su voz suave.
Marco alzó la barbilla, su postura poderosa. —Sí... porque no puedo... permitir... que el miedo... controle... mi destino.
Valeria sonrió suavemente, su respeto evidente. —Entonces... eres... el líder... que esta ciudad... estaba esperando.
Marco la observó en silencio, su mirada intensa. —No soy... un rey... pero voy a proteger... lo que amo... y voy a luchar... por un futuro... mejor.
Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, sus lágrimas cayendo. —Entonces... vas a quedarte... y vas a luchar... por esta ciudad... hasta el final.
—Sí. —dijo Marco, sus ojos brillando con determinación. —Porque no puedo... permitir... que las sombras... destruyan... lo que estoy... construyendo.
Valeria lo abrazó con fuerza, sus cuerpos temblando mientras compartían su esperanza... y su amor. Sabían que su relación estaba marcada por cicatrices y traiciones. Sabían que sus corazones aún pertenecían al pasado.
Pero también sabían... que juntos... podían enfrentar... cualquier sombra.
Porque habían elegido... proteger... en lugar de destruir.
Y habían decidido... luchar... por un futuro... diferente.
Cuando la noche cayó, Marco y sus hombres se deslizaron en silencio hacia los territorios de Don Lorenzo. Sus sombras se movían con precisión mortal, sus pasos ligeros mientras rodeaban las fortalezas enemigas.
No había piedad. No había compasión.
Solo... justicia.
—Vamos a atacar... desde adentro... y vamos a destruir... sus fuerzas... antes de que puedan... reaccionar. —ordenó Marco, su voz baja y peligrosa.
Sus hombres asintieron rápidamente, sus ojos brillando con determinación. Marco sintió cómo su pecho ardía de emoción. Había perdido su propósito. Había perdido su amor.
Pero ahora... tenía una razón... para luchar.