Al cruzar el portal todo estaba muy oscuro, no lograba ver casi nada, pero a cada paso que daba una extraña luz azul comenzaba a iluminar mi camino, al parecer nos encontrábamos en un túnel, y digo "nos" porque...
—¡Lily!
—¿Papá?— le respondí cuando lo vi detrás de mi —¿Me seguiste?
—Claro que si. ¿Donde estamos? ¿Qué está pasando?— dijo tratando de abrazarme, pero me aleje de él al escuchar un redoble de tambores.
—¡Bienvenidos, mortales al "otro lado"!— apareció una extraña mujer con piel rosada, vestido como de ballet y unas pequeñas alas de hada color rosa.
—¿Qué?— preguntó mi padre muy confundido.
—Aquí habitan las almas de algunos muertos, es un lugar complicado, tenebroso y solitario, pero... así es la muerte—comentó la mujer —Mi nombre es Sugarcute, hábito en este túnel porque los peligros del "otro lado" son mucho para mi, prefiero guiar a los "invitados".
Como ya deben saber entrar es muy sencillo, pero regresar es otra cosa. Si el devorador de almas los ve no los dejará volver a su mundo, a menos que dejen lo que más aman en sus manos.
—No comprendo ¿Qué es este lugar? ¿Es el infierno? ¿El limbo?— preguntó mi papá, sorprendiéndome, pues creía que estaría asustado o desinteresado por el asunto.
—No, no, no— aseguró la tal Sugarcute —Es... más complicado que eso. Los espíritus, esos extraños seres, los cuales sus almas pasaron por la "experiencia humana" tantas veces que terminaron ascendiendo a algo más que una simple vida, protegen al mundo de ciertos males y guían a las almas perdidas. Ellos crearon este lugar para que las almas tengo un lugar donde descansar antes de empezar otra vida, pero algunos simplemente se quedan aquí, lamentando su vida pasada y gozando de la oscuridad del otro lado. Al igual que en Afterlife, las almas que pasan mucho tiempo aquí toman formas "físicas" extrañas, la mayoría son monstruos, pues en realidad hay muy pocas "almas buenas" aquí.
Cuando crucen este túnel deben tener cuidado, pues ustedes están vivos y algunos tratarán de poseer sus cuerpos para regresar al mundo de los vivos dejando en cambio "sus" almas aquí— terminó con esa advertencia antes de iluminar por completo el raro túnel, que tenía paredes arrugadas, como si de una pasa se tratara.
—Lily— me llamó mi padre.
—Espero que esto valga la pena— dije antes de hacharme a correr hasta salir del túnel y encontrarnos en "El otro lado", como la tal Sugarcute había dicho, era un lugar solitario, el cielo parecía ser nocturno, pero sin ninguna Estrella a la vista, aún así podías ver casi todo a tu alrededor, era como estar en otro planeta, uno desértico lleno de rocas negras enormes —¿Mamá?— se me ocurrió gritar, sin recibir respuesta, como siempre —¡Mamá!— repetí antes de comenzar a caminar por todo el lugar, buscando alguna señal, un monstruo, lo que fuera que me dijera que esto no había sido algo inútil, mientras escuchaba las pisadas de mi padre detrás mío.
Aunque al principio rodó parecía tranquilo y desolado, los extraños habitantes del "otro lado" no tardaron en aparecer, llegando como sombras desde la oscuridad se acercaron a nosotros, aunque la mayoría no parecía tener intensión de caernos daño, más bien, parecían curiosos.
—Es carne de verdad— escuché a algunos comentar —Están respirando.
—Huelen muy extraño.
—Sus cuerpos son tan simples.
—Den la vuelta.
—Den la vuelta.
—Den la vuelta.
—¡Oigan!— una extraña... "mujer", supuse, se colocó frente a nosotros abriéndonos parar, la tipa tenía apariencia casi humana, lo único diferente era su cabello, que parecía, o al menos a mi me recordaba a una muñeca con cabello de plástico —No deberían estar aquí.
—Si, eso es obvio— comentó mi padre poniéndose de nuevo a mi lado sosteniendo mi hombro.
—Deben regresar por donde vinieron antes de que el devorador los vea.
—¿El devorador?— preguntó mi padre.
Escuché los susurros de la mayoría, parecían estar de acuerdo con la mujer.
—No me iré, tengo que...
—ja, linda. Si yo pudiera, me iría de aquí lo más pronto posible— me interrumpió —Créeme, no importa lo que quieras, no vale la pena pagar el precio. La mayoría vinimos de visita, pero... nunca logramos salir.
—¿Por qué?— preguntó mi padre.
—Casi nadie está dispuesto a dejar lo que más ama en manos de el Devorador, por eso nos quedamos aquí para siempre, y no queremos que eso le pase a alguien más, así que por favor acompáñenos de regreso al túnel antes de que él los vea.
—Ya les dije que no me iré, estoy buscando a mi mamá— dije cuando se tranquilizaron un poco — falleció recientemente y me dijeron que podía estar aquí.
—¿Tu madre?
—Ay, pobre, niña— escuché sus raros comentarios con algo de disgusto.
—Ayudémosla.
—Si, solo quiere ver a su mami.
—Por favor, el no lo sabrá.
—A ver, ya silencio— pidió la mujer —¿Si ves a tu mamá te irás de aquí?
—Si
—¿Recientemente, Dijiste? Entonces debe estar en el abismo— dijo la mujer chasqueando los dedos y abriendo un portal en el suelo —Las almas nuevas se refugian en la oscuridad del abismo, es... difícil encontrarlas, pero si de verdad tú madre está aquí, ella te reconocerá y hablará contigo.
Mi Padre observaba fascinado el portal, igual que yo, sentía que él estaba igual de interesado en ello, era extraño, pues cuando lo vi detrás mío creí que quería detenerme, pero, supongo que también quería ver a mamá.
—¿Solo debo cruzar otro portal?— quise preguntar, dándome cuenta de que todos los monstruos nos miraban de nuevo como si fuéramos una atracción interesante.
—Si— la mayoría asentía, algunos muy apresurados y Algo nerviosos.
—Entonces gracias.
—¡Alto!— una voz muy grave y autoritaria detrás de nosotros. Los monstruos se alejaron de nosotros y rascaron sus cabezas como si estuvieran avergonzados. Mi padre y yo nos sorprendimos al ver a un imponente hombre de piel gris, alto, con una especie de túnica negra, cabello negro perfectamente peinado hacia atrás y una mirada llena de autoridad —Ouh, pobres almas infelices, "quiero volver al mundo de los vivos"— se burló el hombre enorme.