BRUNO
Me apresuré a conducir directamente hacia donde vi irse a Angelina. Mis manos torpes en este momento, no me dejaban conducir bien, estaba enojado y asustado a partes iguales y el sentimiento de opresión no se iba de mi pecho. Sabía que algo malo había ocurrido, pero no quería pensar que tuviera que ver con ella.
La lluvia, que no paraba de caer ni por un momento me hacía ver la carretera interminable, como si no tuviera fin y no veía el auto de Angelina por ninguna parte. Hasta que por fin lo ví, a un lado de la carretera.
La opresión en mi pecho se hizo más intensa y enseguida mi vista se volvió borrosa. No podía aceptar que la imagen que tenía frente a mi era cierta, porque si eso realmente era real mi mundo estaría totalmente en caos. Aquel auto rojo estaba boca abajo, con los cristales rotos y muchas partes totalmente destrozadas. La lluvia seguía callendo, era como si él cielo estubiera conciente de las horribles sensaciones que podía sentir en mi interior. Abrí la puerta de mi auto lo más rápido que pude para salir corriendo en dirección a ella.
—¡¡Angelina!!—grité fuera de mí. Se que eso no iba a ser posible, pero pensaba que talvez, solo talvez me respondería como siempre, con una hermosa sonrisa acompañada de aquel ligero sonrojo que tan incómodo me hacía sentir. En cambio, con lo único que pude encontrarme fue con la imagen más devastadora que pude haber visto en toda mi vida. Mierda, era mi culpa, era mi culpa que ella, la chica más amable y directa que había conocido en mi maldita vida estubiera en esta situación.
Mi rostro estaba mojado, ya no sabía si era por la lluvia o porque lloraba. Abrí la puerta de aquel auto totalmente desesperado. Aquella imagen de Angelina boca abajo, con el cabello totalmente revuelto, sangre, sangre en sus labios y en la frente, lo peor, estaba inconsciente, la jalé. Tiré de su cuerpo por los brazos hacia afuera, me costó un poco pero no iba a dejar que ella se perdiera de aquel modo, no me imaginaba un mundo donde aquella chica latosa, no existiera. Cuando al fin la tuve frente a mí no pude frenar el impulso de rodear mis brazos a su alrededor y acercarla con cautela, ella no me correspondió. Estaba inconsciente, quizás estaba.... no, eso no podía ser cierto.
Tomé el cuerpo de ella en mis brazos y la llevé a mi auto. La miré por un momento, me dolía el hecho de que estubiera en ese estado, me dolía que halla sido por mí, ella se enojó conmigo y le sucedió esta mierda por mí. Aparté mi vista de ella y la llevé al auto, estaba tan fría, tan ligera, que era como si ya no estubiera aquí. La puse rápidamente en el asiento trasero y corrí al del conductor. Conduje rápidamente por la avenida principal, iba muy rápido, demasiado, pero no me importaba. El menor de mis problemas ahora sería una insignificante multa de tránsito, no iba a permitir que Angie se muriera por esa estupidez. La miré por el espejo retrovisor, estaba pálida, sino estubiera viendo como su pecho bajaba y subía ligeramente creería que está muerta, ese pensamiento me hace volver la vista al frente mientras trago en seco.
[...]
Cuando llegué al hospital más cercano la tomé del asiento trasero con la mayor delicadeza y corrí como un loco adentro de él.
—¡Necesito ayuda por favor! rápido, ella tuvo un accidente de auto— al momento unas enfermeras vinieron corriendo con una camilla, me dijeron que la pusiera sobre esta rápidamente y me calmara un poco para explicar la situación. Corrieron con la camilla de Angelina hacia dentro de dos grandes puertas y cuando por fin la perdí de vista un sentimiento de pérdida me inundó.
“Te prometo que te pondrás bien Angelina Adams, fidati di me piccola” pensé para mí sentándome en uno de los sillones del hospital. Saqué mi teléfono del bolsillo trasero de los vaqueros y enseguida me dí cuenta del mensaje que me había enviado mi hermano. *¿Dónde estás Bruno?* decía. ¿Qué le podía decir? ¿en el hospital? ¿que Angelina tuvo un accidente?, no tengo la suficiente fuerza para decirle esas cosas ahora a mi hermano. Guardé nuevamente el teléfono en mi bolsillo y tapé mi rostro con mis manos mientras las apoyaba en las rodillas y fué cuando pude romperme sin más, quería soltar lo que sentía. Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos mientras yo mordía mi labio inferior con fuerza. ¿Qué sería de ella? ¿Se pondría bien?
La voz de alguien me sacó de mis pensamientos. Miré hacia arriba encontrándome con una señora vestida de enfermera, su mirada reflejaba compasión, talvez sienta pena de mí.
—¿Qué?—pregunté mientras limpiaba mi rostro un poco, no había entendido exactamente qué me había dicho.
—Necesito que me contestes algunas cosas importantes para saber sobre la joven que se encuentra en cuidados intensivos— comentó la señora sentándose junto a mí con una agenda en sus manos asentí sin prestar mucha atención en lo que había dicho. Cuando por fin me dí cuenta me sorprendí muchísimo.
—¿Angelina está en cuidados intensivos?— pregunté mirándola con verdadera preocupación
—La doctora Martha vendrá a explicarle toda la situación, ahora, necesito que me diga el nombre completo de la señorita, su edad, que pasó y que relación tiene usted con ella— me preguntó con seriedad.
—Bueno, ella se llama Angelina Adams Carlson, tiene 18 años y pues...— suspiré recordando lo que había pasado para que se encontrara en esta situación, moví la cabeza ligeramente y continúe hablando— yo y ella tuvimos una pequeña pelea y se fué en su auto, aún y con la lluvia. La encontré en muy mal estado, había tenido un accidente y pues la traje rápidamente hacia acá— comenté con neutralidad mirando el blanco piso bajo mis pies.
—¿Y qué es ella de usted jóven?— preguntó la enfermera apuntando aún lo que anteriormente le había dicho.
—Ella es mí... novia, si eso, mi novia— respondí de manera nerviosa. Estaba seguro que si hubiera dicho que no era familiar, no me hubieran dejado saber los pormenores de la situación médica de ella, eso no lo podía permitir, necesitaba saber ya como se encontraba, me sentía demasiado impaciente.