Capítulo 13

«Qué hacer en caso de que alguien desmaye por embriaguez»

Las luces se encendieron y todos estábamos alrededor de Franco esperando que despertara. La líder de los porristas, hija del director y novia de Franco corrió hacia él.

—¡Dios mío! —gritó— ¡Alguien llame a una ambulancia!

Exageración.

—Tranquila Clarisa —dije—, dentro de unos segundos despertará y lo primero que veremos es su vómito. Solo necesitamos un olor fuerte que lo haga despertar, ¿tienes perfume?

—¿Tu qué sabes de estas cosas? Mi novio está muriendo y no veo tu título de medicina de Harvard.

Exageración otra vez. No estaba segura si era porque estaba demasiado ebria o si siempre es así de dramática, pero estaba acabando con mi poca paciencia.

Dí un suspiro. —Lucas, eres el único sobrio y siempre usas colonia, ¿la traes?

—Sí, ya vuelvo —dijo y fue a su bolso.

Lucas entró al baño y todo estaba normal, luego salió y era todo un caos, así de pronto suceden las cosas en la vida.

Mi amigo me dio la colonia y antes de ponerla debajo de la nariz de Franco lo volteé hacia un lado, de lo contrario sería peligroso que vomitara boca arriba. Puse el frasco bajo su nariz y pasaron unos segundos antes de que reaccionara. Abrió sus ojos y como supuse, vomitó y vomitó. Cuando terminó me miró y se ruborizó, luego yo me ruboricé también. ¿Por qué se ruborizó cuando me vió? ¿Por qué yo me ruboricé cuando él se ruborizó porque me vió?

Volví a la realidad. —El cuerpo de Franco no puede con tanto licor, ¿alguna vez lo habías visto así? —le pregunté a Clarisa.

—Frank nunca bebe.

Clarisa me miraba fijamente, con un odio que nunca antes había visto en los ojos de la dulce hija del director. Acabo de despertar a su novio de un desmayo gracias al curso de primeros auxilios que vi en YouTube y me odia. Tal vez se contagió de Franco.

Hablando de Franco... Fue al baño a vomitar unas tres veces más y con eso fue suficiente para estar casi sobrio. Dejó el alcohol a un lado.

La cumpleañera se perdió de todo el espectáculo, era normal no verla con las luces apagadas, pero no la vi con la luz encendida y eso me puso a pensar.

—Oye —llame a Lucas—, ¿has visto a Tori?

—No, veo a Camila, veo a Emiliano, veo a Tob... Espera, ¿dónde está Toby?

—Tobías probablemente esté en el baño, tiene una vejiga débil y si se da cuenta de que te estoy diciendo esto me va a matar. Seguramente Tori se fue a descansar un rato, temprano dijo que los zapatos la estaban matando.

El reloj estaba cerca de dar las doce, el final de la fiesta como si fuéramos Cenicienta.

Mi hermano llegó a la mesa con la corbata atada a su cabeza como un ninja y la camisa mal abotonada.

—Tobías —dije—, ¿qué estabas haciendo?

—Tomando un poco de sol —respondió.

La lógica de Toby se fue a la basura, pero sabía que en estas condiciones ni él sabía lo que estuvo haciendo, así que no me moleste en seguir preguntando.

—¿Cómo sabías qué hacer con Franco? —preguntó Lucas.

—Vi un tutorial en YouTube.

—Pero fuiste muy específica.

Me quedé callada. No quería confesar que en realidad estuve viendo un video llamado «Qué hacer en caso de que alguien desmaye por embriaguez» sabiendo que algo así iba a suceder en la fiesta de mi mejor amiga.

Estaba sentada observando a mis amigos bailar, pensando en lo maravilloso de la juventud, bueno... este momento era maravilloso para mí porque podía reírme de muchas personas conocidas ebrias y recordárselo a cada una al día siguiente.

—Me dijeron que me resucitaste.

La ronca voz de Franco me hizo dar un salto, además estaba detrás de mí y muy cerca para asegurarse de que lo escuchara con tanto ruido.

—Exageración —comenté—, eres igual a tu novia.

—Respecto a eso... Dije algunas cosas cuando estaba ebrio y no estoy seguro de que ahora tenga novia.

—Rayos.

—Sí. ¿Dónde aprendiste primeros auxilios? ¿Cruz roja? ¿Exploradores?

—YouTube.

—Genial, aprendes muchas cosas en YouTube, yo aprendí unos pasos de baile.

Me parecía muy extraño que Franco estuviera entablando una conversación conmigo, sin comentarios sarcásticos ni arrogantes, de la forma en la que trata a las demás personas. Al principio creí que era por su borrachera, sin embargo estaba casi segura de que aún estaba un poco ebrio, pero sabía lo que decía y hacía.

Cuando Franco estaba apunto de irse, recordé que dejó una frase sin terminar justo antes de desmayarse.

—¡Franco!

—¿Sí?

—Antes de desmayar, querías decirme algo, ¿lo recuerdas?

—No recuerdo nada de lo que hice en ese lapso. Lo siento. —Franco dio media vuelta y se fue.

Mentira detectada. Él recordaba que dijo cosas para que Clarisa ya no fuera su novia.

¿Por qué me mintió? 
¿Qué le habrá dicho a Clarisa?

¡Eso no te importa Julia!

Las luces encendidas, la música apagada y los pocos invitados restantes eran el aviso de que la fiesta ya estaba acabando.

Tomé a Toby del brazo, porque era la única forma en la que lo podía llevar hasta el auto. Cuando acerqué a Toby hacia mí para llevarlo del brazo, mi vestido se llenó de un fluido desconocido, que segundos después me di cuenta de que era gelatina, gracias a Dios.

—Tobías, mírame. Sé que no estás en condiciones y que en este momento solo hay un mono tocando platillos en tu cerebro, pero necesito que me des las llaves y subas al auto—dije.

—¡Señor, sí se... señor! —exclamó Toby.

Conducí hasta casa con mi hermano cantando Mambo N.5 todo el camino, lo mejor de todo es que solo repetía y repetía el primer verso.

—One, two, three fo—

—¡Cállate! —grité.

Él dejó de cantar, pero seguía tarareando. No redujo el nivel de estrés.

Llegamos a casa y con todo el cuidado del mundo estacioné el auto para no despertar a papá con algún ruido. Me aseguré de dejar el auto limpio y mientras revisaba cada esquina encontré unas bragas azules. Toby abrió sus ojos como nunca, me las arrebató y las lanzó por la ventana del auto como si eso mágicamente deshiciera el momento.