«Color Gris»
Seis días después...
La muerte no es más que la última etapa del ciclo de vida, pero cómo duele. Es extraño pensar en que la muerte de otra persona puede doler tanto y cambiar la vida por completo, pero nuestra propia muerte... ni siquiera nos vamos a dar cuenta de ello. La gente nos va a llorar, sin embargo nunca lo vamos a saber, o eso creo.
La muerte se asocia con el color negro, pero he empezado a relacionarlo con el color gris.
Las cosas sin Lucas eran... diferentes. Es como si la vida estuviera hecha de colores vivos y ahora esos colores eran opacos tonos grisáceos.
Los días pasaban más lento y cada vez que recordaba que Lucas nunca más va a estar aquí se me hacía un nudo en la garganta.
Su funeral ha sido una de las cosas más duras que he vivido, asistieron muchas personas del colegio que tal vez nunca se acercaron a hablarle, pero ahí estaban solo por el hecho de que estudiaba en el mismo lugar que todos ellos.
Su familia pelirroja estaba destrozada y su madre tenía una mirada perdida y una sonrisa triste, parecía que sus lágrimas ya se habían gastado para el momento en que lo sepultaron.
Últimamente sentía que la vida estaba en contra mío, en el último examen de Español que hice obtuve un resultado de la mierda porque fue dos días después del funeral, hace cuatro días decidí ordenar mi cuarto para distraerme y encontré una caja con los dibujos que hacía Lucas en la hoja de atrás del cuaderno y me los regalaba a mí solo para fastidiarme porque sabía cuánto me molestaba que arrancara las hojas. Me sentía fuera de mí misma, pero claro, todos son daños colaterales.
Tener 17 años y sufrir así no es sano, eso lo tenía claro, pero es algo natural, obviamente voy a sufrir por la muerte de mi amigo.
Lo único que hacía en estos días era ir al colegio, limpiar el refugio con Franco de día por medio y llegar a casa a sentarme frente a la televisión apagada hasta la cena, una rutina que se repetía y se repetía. Mi padre nos miraba a Tobías y a mí con lástima.
Toby la ha pasado igual de mal, claramente. Él ha pasado la mayor parte de su tiempo a solas en su habitación, jugando videojuegos o escuchando música, solo sale para ir al baño y de vez en cuando a correr un poco, hace días que no pasamos juntos viendo televisión como solíamos hacer después del colegio, apenas nos hablamos. Tal vez si estuviéramos juntos las cosas serían un poco menos duras, pero hemos decidido sufrir a solas y creo que no es lo mejor.
Toqué la puerta de su habitación, pasaron unos segundos antes de que respondiera.
—Adelante —dijo.
Abrí la puerta y lo encontré acostado en el suelo viendo hacia el sistema solar que había pintado en su techo, las cosas del espacio lo vuelven loco.
—Hola —dije. Respondió con una sonrisa triste—. ¿Puedo estar aquí?
—Si quieres
Me senté junto a él en el suelo, él se levantó para sentarse también. —¿Qué tal? —pregunté.
—Julia, es una mierda —comenzó a sollozar, se recostó en mi hombro y claro que las lágrimas nublaron mi vista por completo—, lo extraño muchísimo.
—Lo sé Toby, yo también, pero sabíamos que esto iba a pasar y no iba a ser fácil.
—Sí, pero tampoco creí que fuera tan difícil. No lo entiendo, en verdad. Se supone que ya no estaba enfermo, ¿cómo se fue tan de pronto?
—Ojalá lo supiera.
—¿Cómo voy a continuar con mi vida normalmente sin mi mejor amigo?
Me di cuenta de todo lo que mi hermano se estaba guardando para él, porque tal vez no había tenido la oportunidad de desahogarse y no quería buscarme. Nunca lo había visto así, llorando y expresándose tanto. De algún modo ha sido más difícil para él, el hecho de que los dos fueran hombres los había hecho más cercanos por tener más cosas en común de lo que Lucas hubiera sido a mí.
—Tobías, Lucas era el ser humano más alegre y positivo que he conocido en toda mi vida, ¿piensas que estaría feliz de ver que él es la razón por la que crees que no puedes seguir normalmente? ¡No! Vamos, levántate, vas a ir conmigo al refugio hoy.
Aunque yo estuviera sufriendo, tenía que encontrar una forma de levantar a mí hermano antes de que cayera en un agujero muy profundo, necesitaba maneras de distraerlo, porque lo que lo estaba hundiendo era estar encerrado.
—¿Te olvidas de que solo a tí te gusta ordenar y limpiar?
—No me importa, vístete, nos vamos en quince minutos.
Después de que Toby se vistiera tomé la llave que me había dado Franco del refugio y nos pusimos en marcha. Mi hermano caminaba arrastrando los pies. Doblamos en la esquina y mi hermano preguntó—: Ehhh ¿Qué vamos a hacer?
—¿Cómo que qué vamos a hacer? Pues limpiar por supuesto, ya te lo he dicho en casa.
—No no, qué vamos a hacer con Franco y Clarisa.
—¿Qué?
Paré en seco.
Miré al frente y ahí estaba Franco, recostado en su auto acomodando sus lentes mientras hablaba con Clarisa. No era una discusión, pero tampoco estaban conversando normalmente, la expresión de ambos era triste y Franco se veía incómodo.
No sé qué sentí al verlos ahí, hablando. Los últimos días Franco me había empezado a gustar más y más, porque me estaba dejando ver un lado de él que nunca había visto y que me dejó encantada: su lado bondadoso y alegre, además, me animó mucho después de todo lo que pasó. En realidad, Franco es una maravilla de chico y no solo es el odioso sarcástico que creí que era, sí es un poco delicado, pero eso es porque nació en cuna de oro.
Lo que veían mis ojos dolía de alguna forma, tomó a Clarisa del rostro y le acomodó su cabello detrás de la oreja, un gesto muy romántico, me parece. Luego Clarisa se fue caminando en dirección opuesta a mí, por suerte.
Nunca me había sentido como me sentía en este momento, tenía rabia, no tengo derecho a reclamar nada, pero dentro de mi era como si me estuviera traicionando, y claro que no lo estaba haciendo. No me puede traicionar porque no somos nada, solo compañeros. Por primera vez empecé a pensar con el corazón sobre el cerebro, ¡qué estúpida!