Úrsula sacó un chicle de su bolso y empezó a masticarlo.
—¿Tienes novia? –preguntó Úrsula mientras masticaba el chicle.
—Me parece algo demasiado personal para contárselo a cualquiera –respondió Rogelio.
—No sabia que eras malhumorado.
De repente entró la chica encargada de la panadería, donde Rogelio y su padre pedían los cafés, y dijo:
—Hola, soy Salomé, soy la presidenta del centro comercial, vengo a invitarlos a una junta que va a empezar en diez minutos, en la sala de reuniones.
Úrsula reparó la forma en la que Rogelio miraba a Salomé y pensó:
—¡QUE LE MIRA A ESA MOJIGATA!
Rogelio se levantó de la silla y le dijo a Úrsula:
—Voy a ir a la reunión.
—¿Puedo ir contigo?
—No, alguien debe quedarse por si viene un cliente –continuó Rogelio mientras abandonaba la oficina.