Narrador Omnisciente.
Para el rey ingresar a su palacio no le resulto nada fácil. Su pueblo estaba bastante molesto por los rumores que circulaban, Cijon se decía a si mismo que ya era demasiado tarde para detener a los enemigos.
Miles de personas están apostadas al pie de una escalera del palacio real Soller – Amatista. Exigían una respuesta inmediata de lo que iba a ocurrir, pero el rey Zamuro no tenía una repuesta para ello. Debieron conformarse con su silencio que causaba más temor, que tranquilidad.
Los guardias de la Gema Boro, encargados de protegerlo debió hacer malabares para que nadie resultara herido. Sin embargo, su gobernante no se dejó intimidar por los insultos.
- ¡Atenciónnnnn! – pedía el vocero Care – Nuestro rey hablara para todos ustedes.
El silencio se aplaca cuando ven al soberano detenerse en el cuarto escalón, los guardias tratan de contener a los habitantes que se le quieren ir encima.
- ¡Estimados azulados! – es el apodo que se usa para referirse a los Mercuriano – No sé bien porque están concentrados aquí – en la avenida principal – tampoco los puedo entender cuando hablan todos juntos. Les pido que me digan ¿cuál es su queja?
El murmullo de miles de voces se vuelve a hacer presente.
- ¡Rey! – hace una reverencia antes de continuar hablando – necesitamos saber ¿Quién nos quiere destruir? ¿Por qué se dice, que los enemigos Critonianos están llegando para atacarnos?
- ¿De dónde sacaron esas ridículas ideas? – por más que los intente engañar, sabe que es una posibilidad - ¿Quién fue el infame causante de dicha discordia?
-No lo sabemos con certeza – otro se pronuncia – solo queremos tener la seguridad de que nada nos pasara.
-No tienen por qué preocuparse – entrelaza sus dedos, pero aparenta no estar nervioso y es todo lo contrario – les doy mi palabra que nadie se atreverá a lastimarlos.
Es lo último que dice desapareciendo detrás de sus guardias que lo acompañan. Cijon y Aveto miran con desconfianza al nuevo adivino que sonríe ante lo sucedido.
- ¿Crees que tenga algo que ver? – pregunta Aveto dirigiéndose a la entrada que se encuentra al costado del palacio – Nadie más que tú y yo sabíamos lo que puede ocurrir, él no estaba enterado o es un infiltrado de los Critonianos.
-La segunda opción que pensaste es la única que prueba su comportamiento – Aveto sostiene la puerta dándole lugar para que pase al jardín principal.
-Nunca me pareció un tipo de confianza – caminan atravesando el césped – siempre tan misterioso y esa túnica negra le cubre toda su piel, nunca deja que lo vean sin ella.
-Todo lo que dices es muy raro – comenta Cijon llegando al corredor – debemos averiguar más.
-Tienes razón.
Cruzan la puerta de la cocina, el ambiente es totalmente tenso. La mayoría se encuentra confundido con lo que pasa en las afueras del castillo. Muchas cosas no concuerdan, las sospechas caen sobre el nuevo adivino que el rey contracto hace poco tiempo, pero es hora de actuar y no de pensar para revertir la situación.
La oscuridad no se detendrá hasta obtener la esfera azul. Ella no tendrá piedad de nadie, no le importa quien caiga a sus pies solo quiere tener el poder para descifrar el acertijo de la piedra rosa. De la cual, la verdad será muy dolorosa.
El pueblo azulado sufrirá las consecuencias de una eterna enemistad que nada tiene que ver con lo quiere Critonia.
Zamuro convoca una reunión de suma urgencia en el salón de la corte 1. Pretende hacerles frente a sus enemigos.
Mientras debaten que hacer, una nube negra aterriza en la montaña Camuflaje, el sitio está rodeado de árboles que cambian de colores según el clima o la presencia de alguien que no es Mercuriano. Lo hacen para protegerse de los ataques de animales, amenazas o fuego. Lo separan aproximadamente quinces kilómetros al norte de la capital, quiere imponer su presencia antes de atacar.
Solo deja al descubierto sus ojos, el resto lo cubre una sotana negra con algunos destellos de humo. Avanza a pasos firmes esquivando los árboles de varios colores.
- ¡Qué lugar más interesante! – exclama cuando corta una hoja en forma rectangular que se transforma en su mano, a una con pequeñas púas verdes y la parte haz cambia a amarillo como el envés. Antes era celeste.
Llegan otros de sus reclutas, pero un hombre encapuchado entra caminando sin elevar su cabeza, ella lo observa al pararse cerca de sus ojos.
-Buen trabajo adivino – lo dice irónicamente - ¿tienes la llave?
-Por supuesto – asiente cabizbajo – Además no me fue difícil reemplazarla por otra.
-Por fin, alguien que hace su trabajo sin tener problemas o excusas – el adivino no se atreve a objetar sus palabras porque provocarla le costaría la vida.
Critonita camina dejando atrás a sus reclutas para darles ordenes que deben hacer. Apenas si se ven sus dedos al tirar la primera bola de humo negro, que empieza a dispersarse en el aire.
Todo a su alrededor cambia de forma, color hasta que lo dejan sin vida. Su grupo de partidarios se carcajean de forma tenebrosa.
- ¡Critonita! – hipnotizados con el espectáculo, callan al escuchar al príncipe – No tenemos tiempo para tus juegos así que es mejor ir de una vez. Seguramente no se esperan un ataque.
-Las cosas se harán a mi manera – aprieta fuerte su mandíbula para no atravesarlo con su propia espada - ¿ENTENDIDO?
Su hermano se muerde la lengua al querer revelarse, sin embargo, sabe que si lo hace perderá por completo la confianza de su padre. Ella siempre será la víctima y él, el inútil que no puede con su tonta hermana.
-Vayan avanzando despacio al centro de la ciudad – sube al pedazo de tallo cortado en la profundidad de la montaña – y procuren tener paciencia para conseguir el objetivo – muestra la llave – solo esperen mi señal para matar alguien.