Rojo caminaba sin preocupaciones por el pasillo principal. Sus intenciones era pasar tiempo con sus amigos en el jardín. Fue a buscarlos en el comedor, en la biblioteca, aunque ninguno de ellos era fanático de la lectura.
Los encontró cerca del baño conversando. Horis estaba recostado en la pared mientras Pluto murmuraba algo entre risas. Desde que se fue Luz de Mar se ha respaldado mucho en sus amigos cercanos con los que comparte todo desde niños.
Llega para interrumpirlos e invitarlos a dar vueltas, pero no se había percatado que la noche ya había llegado. Ninguno se imagina que esta por suceder.
-No es raro que la noche se hay anticipado – comenta Horis confundido.
-No es algo que ocurra siempre – agrega Pluto.
Todos los estudiantes corren para ver qué pasa apoyados en las gradas admiran lo que causa miedo en los educadores, que saben de sobra quienes son.
A Rojo no le parece nada del otro mundo, pero puede notar la tensión mezclado con el miedo, que algo no anda bien.
-Vamos al comedor – jala Rojo a Pluto y Horis - ¡Rápido! – pide, aunque es una orden.
Ellos no se atreven a contradecirla porque ya la conocen, que cuando se le mete algo en la cabeza nadie la hace entrar en razón.
Polisuki dispersa a los estudiantes mandándolos a dormir por precaución. Pide a los guardias estar atentos a cualquier movimiento.
- ¿Qué te pasa, Rojo? – indaga Pluto ingresando en el comedor.
-Presiento que esta por suceder algo bastante malo – dice perturbada por lo que sintió haya fuera.
-Deja de ser tan paranoica – pide Horis – ya es tarde para escuchar tus tonterías. Mejor vamos a dormir.
-NO – grita ella - ¡Perdón! Lo que he dicho es serio. No podemos dormir atacaran pronto.
- ¿Por qué crees que se trata de un ataque? – Pluto rasca su cabeza nervioso.
-Porque la noche llego anticipadamente – señala la oscuridad, aunque el salón este iluminado no se ve a larga distancia – y los profesores se encuentran nerviosos tampoco saben cómo hacerles frente a los oscuros.
- ¿Qué buscaran? – interroga – Acá no hay nada que les pueda interesar.
-Te equivocas – musita Rojo – todos lo que estamos acá desarrollamos poderes y eso es una razón para buscar nuevos reclutas, además...
- ¿Además que? – Pluto quiere que termine de hablar.
-El libro de las esferas del poder se perdió o lo robaron – sentándose los dos observan como Horis toma comida de la mesa – Resulta que desapareció y ya me he cansado de buscarlo, pero no obtuve resultado de su paradero.
-Seguramente eso es lo que quieren – dice Horis con la boca llena de comida.
El pánico entra cuando las velas se apagan con una ráfaga de viento, pero no hay viento eso es lo extraño.
-Por ningún motivo se atrevan a salir corriendo – la advertencia va para Horis que se encuentra en shock – ¿Pluto? ¿Puedes hablar?
-Claro que puede – habla una voz molesta, pero conocida - ¡Hola, querida! ¿Me has extraño?
La luz se vuelve a hacer. Iluminando su rostro que denota superioridad y seguridad en sus acciones, pese a haber estado nerviosa unos minutos antes.
- ¡Casie! – exclama en un susurro.
-Sí, soy yo – sostiene a Pluto del cuello ahogándolo para que no pueda hablar mientras Horis se desploma en el suelo del susto – ¡Que amigo tan valiente tienes!
- ¿Qué quieres? – dubitativa no sabe si actuar o esperar – Con razón tu misteriosa salida del colegia. Trabajaba para ellos como infiltrada.
-Bien, bien adivinaste – ironiza aplaudiendo – Lo que quiero es ser la reina del planeta al cual pertenezco.
Rojo no comprende el motivo de su osadía al revelarse como una traidora. Las dos están atentas a cualquier movimiento que puedan realizar cualquiera.
- ¿Para eso eras uno de ellos? ¿Para obtener el título de reina?
-Claramente, no, sin embargo, mi tío pacto con el rey Criptón la lealtad de los suyos a cambio de vengar la muerte de mi madre. Y que crees, tengo delante de mis ojos a la hija del asesino de mi progenitora.
Rojo niega con la cabeza tratando de no mostrarse débil frente al enemigo.
-Tú, no eres más que el medio para llegar a mi objetivo – Pluto lucha para zafarse – Destruir el universo y ser una de sus creadoras.
-No la... es... escuches, Rojooo – murmura Pluto con falta de aire.
-Nada de lo que dices es verdad – habla entre dientes elevando la cólera que corre por su sangre – Tú solamente nos utilizaste. Te creíamos nuestra amiga, pero fuiste a contarle todo al enemigo.
- ¿Y qué esperabas? ¿Quedarme callada? Claro que no – suelta a Pluto y este cae al suelo tratando de tomar aire para no cortarse – Odia cada minuto que pasaba en este maldito lugar, odiaba ser la amiga buena cuando en realidad era oscura. Corre por mis venas sangre oscura – corta su brazo para demostrarlo – soy mala desde que nací. Hice muchas cosas a sus espaldas y ni cuenta se dieron. Ustedes no valen nada.
La chica del cabello de fuego ayudaba a su amigo mientras despreciaba a Casie con la mirada. Su voz estaba llena de odio, rencor y no le quedaba dudas que esa no era la amiga que ellos querían en un pasado lejano.
-Ya di lo que necesitas para irte – grita Rojo tratando de mantenerse en calma.
- ¡Qué curioso! – exclama observando el lugar con odio – Estamos en el único lugar donde no me sentía estúpida – sigue acariciando el cuchillo de astas - ¿Qué ocurre que todavía no estas prendida fuego?
-No pretendo caer en tu trampa – contesta siendo un volcán a punto de explotar – Entonces, ¿Qué es lo que buscas? Dilo de una vez.
- ¡Así sí! – exclama entre risa – Quiero que me entregues el libro de las esferas del poder y no niegues que no lo tienes porque sería una lástima incendiar esta maravillosa construcción con tus amigos adentro.
Era una clara amenaza, pero Rojo había perdido el libro. Aunque misteriosamente se extravió de su habitación no se encontraba segura de quien fue el autor. Pensaba en silencio para envolverla, quitarle tiempo y así conseguir ayuda, sin embargo, Pluto no podía ayudarla mucho porque su estado de salud era deplorable.