Pasado.
El rey Neptuno no podía ocultar su felicidad con tan preciosas niñas, pero al ver que su madre huyo le quedo más que claro su posición. Antón distribuyo por todo el planeta también en las ciudades importantes parte de su ejército para encontrarla.
Sin resultados efectivos. El rumor se esparcía como el humo por el firmamento de que escapo sin lograr su cometido: matar a la reina Marte.
- ¿Qué haremos, Antón? – el rey buscaba soluciones, sin embargo, el que huyera no garantiza la paz de su familia. Por el contrario, aumentaba el miedo y el riesgo de una traición.
-Estamos trabajando en conjunto con la Junta Lunar para atraparla. No debe haber ido muy lejos teniendo en cuenta que su edad la apremia, sus poderes se debilitan y pierde fuerzas al no alimentarse como se debe.
-Ten en cuenta que Kopy es su amigo y podría ser un aliado para ella – Neptuno caminaba intranquilo de un lado a otro, el ritmo de su corazón no había vuelto a la normalidad desde que se enteró la huida de su madre.
Ver las sonrisas de esas niñas era lo único que alegraba sus días.
-Kopy sabe cuál es el castigo para los traidores de un rey – Antón además de temer por la vida de su esposa le preocupaba una rebelión por parte del príncipe Mejías, aunque su intuición no le fallaba – Además lo preocupante es su hermano, si ellos son aliados debemos estar preparados para lo peor. Es posible que haya una revuelta en su contra.
-Lo he pensado desde que se fue. Tengo muchos enemigos escondidos en el universo que no me extrañaría que vinieran por mi cabeza.
Mientras el rey y su concejero debatía cual es la mejor estrategia para combatir a los enemigos, la reina Marte disfrutaba de un paseo por el jardín con sus hijas custodiadas por varios guardias que intimidaban, sin embargo, no necesitaba protección.
Una mujer fuerte descendiente de Lotéanos puros jamás se dejaría vencer teniendo los poderes de su lado. El fuego y la oscuridad se fundirán para ser uno solo en un futuro no tan lejano.
-Reina no tendríamos que salir, el rey fue muy claro en advertirnos que por ningún motivo la dejáramos sola ni mucho menos salir – Venus temblaba de miedo ante las ordenes de Neptuno, pero a su esposa parecía no importarle.
- ¿Desde cuándo me llamas reina? Y no te aflijas por el rey que yo hablare con él – mecía a Rojo entre sus brazos – Pasaron varios días del suceso en que la reina Luna se fue. No lo crees que, si hubiera querido matarme o exponerse ante los guardias, que la buscan por cada rincón del planeta estaría encarcelada ¿No?
-También lo creo, pero Neptuno se veía bastante alterado por su seguridad y de las niñas – a Venus le daría un colapso sino se calmaba – Luna se ha vuelto una mujer despiadada.
-Es lógico. Esta herida porque su hijo menor fue expulsado y no encontró mejor forma que desquitarse con lo que tanto ama su hijo mayor, aunque Mejías seguramente la enveneno contra nosotros.
-Y ahora anda perdida quien sabe dónde – concluyo Venus que veía a su amiga ensimismarse, pero el llanto de Critonita la hace reaccionar a tiempo.
El sol iluminaba el jardín cubierto de flores, verde y sombra, a Rojo le encantaba sentir los rayos en su piel en cambio su hermana no le gustaba para nada. Lloraba cada vez que Venus la paseaba bajo el astro amarillo.
-A tu hija parece no gustarle el calor del sol – observo Venus depositando su canasta cerca de la sombra de un árbol de moras para extender una manta para descansar.
-Se acostumbrará con el tiempo. Es una bebé bastante quisquillosa, pero es hermosa como Rojo.
-Ella es más tranquila, dormilona y no da trabajo.
-Ahh ya tienes una preferida ¿verdad? – niega entre risas Venus, aunque su comentario no es errado.
-Rojo me puede con su ternura, pero Critonita no termina de convencerme – las carcajadas de Marte son escandalosas, tanto que asustan a las niñas.
Hacia una semana desde la fiesta de la Diosa Blanca también de la fuga que atemorizaba a todos en el castillo y el planeta.
Los habitantes de Loto al no tener una noticia verdadera de la reina Luna retomaban poco a poco sus actividades, ya que, no podían detener sus vidas por miedo.
Qué ironía, ¿no? La persona que le infundía temor es la misma que un día le dio cariño y gobernó con total imparcialidad Loto. Hoy es una fugitiva condenada al exilio por apoyar a un traidor a la corona.
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El rey Sol junto al rey Polen daban la bienvenida al príncipe Mejías con una fiesta rodeados de aliados y enemigos de su hermano. Ha nadie le sorprendía su visita tampoco los convencía su plan, pero tenían un objetivo en común: Neptuno.
La nave cóndor aterrizo en el cosmos azul aproximadamente al medio día. Adén descendió con Mejías mirando con recelo el sitio rodeado de aureolas boreal, la luz del día hipnotizaba siendo azul brillante y miles de asesinos, ladrones, exiliados que vitoreaban su nombre.
- ¡Príncipe Mejías nos dará la venganza que merecemos! – cantaban en coro cuando estrechaba la mano con los reyes.
Sol se creía uno, aunque no lo era para nada. Solamente es un acomodado por su historia y sed de matar, a quien le hizo semejante desaire.
Mejía forzaba una sonrisa en asentimiento al cantico, sin embargo, la multitud se reunió alrededor abriendo paso en un sendero rocoso repleto de piedras que caían instante a instante al precipicio.
El cosmos azul es una parcela redonda de tierra rocosa, aunque es infértil. Los desterrados se las han ingeniado para sobrevivir con magia o infiltrándose en planetas para robar comida, ropa o cosas que les permita vivir en comodidad.
Sin embargo, ellos poseen diamantes azules de escaso valor, pero sirve para la fabricación de un tónico curativo. Nadie conoce su camino porque se esconden en una galaxia perdida, aislado en el universo y navegando en el mal.