SAVANAH
Me encontraba sorprendida. Jamás hubiese creído que Demian tuviese la capacidad de sonrojarse tan profundamente. Pero aquí estaba yo, viéndolo sonrojado hasta las raíces de su cabello oscuro. Me causaba de cierta manera satisfacción. Era casi un logro que el cambiara el ceño profundo por algo que lo hiciera menos…inalcanzable. Oculté mi sonrisa en un ataque de tos fingido para darle tiempo de recomponerse y aguardé de pie frente a su escritorio.
- Te pido disculpas nuevamente por haberme encontrado… dormido – mencionó aun avergonzado mientras se bajaba la mangas de su camisa y acomodaba el nudo de su corbata – no esperé que el cansancio me pasara factura tan rápido.
- No se preocupe, señor Holst. Somos humanos, tarde o temprano nuestro cuerpo exige tiempo de descanso – hice una pausa para frotar mis manos con impaciencia, no me sentía muy cómoda estando frente a él. No es que fuera una mártir pero, tenía grabadas sus palabras de aquella tarde en el restaurante y justo ahora, en este momento de mi vida, no estaba emocionalmente preparada para lidiar con jefes bipolares – Su secretaria estaba preocupada por usted. Duró un tiempo sin responder el comunicador.
- Siéntate, Savanah – dijo claramente ignorando mi comentario anterior. Se puso de pie en un movimiento fluido. Lo que me hizo detallar que desde mi posición, su altura era abrumadora. Se sentó a mi lado en uno de los otros sofás disponibles y cruzó una de sus piernas antes de mirarme con atención.
- Entonces… Me indicaron que había solicitado reunirse conmigo el día anterior – le recordé con impaciencia, la falta de sueño de la noche anterior me tenía al borde de la irritabilidad, casi de forma excesiva. Había pasado el día y parte de la noche pegada a mi teléfono. Hailee me había llamado alarmada desde la clínica donde estaba con papá, estaba tan asustada. Nuestro padre había tenido dos paros respiratorios.
Hailee no sabía a quién recurrir porque nuestra madre acababa de irse a descansar y no había logrado comunicarse con ella. En cuanto pude, pedí permiso y corrí a casa mientras llamaba de forma insistente a mi madre sin obtener respuesta. Pasé la tarde al borde la locura y la angustia. Mi hermanita no sabía cómo actuar estando sola en la clínica. Me había contado como las enfermeras y los doctores la habían sacado de la habitación mientras corrían a reanimar a nuestro padre, estábamos inseguras de si lo lograrían o no.
Unas pocas horas después habían llegado Axel y mi mamá. Había llamado a mi amigo para que buscara a mamá y la llevara lo más rápido posible con Hai. Cuando logré tranquilizar a mi hermana, ellos estaban llegando a su lado. Decidí colgar para tomar un respiro de tanta angustia en cuanto Megan llegó y se ofreció para hacerme un té.
Hai había prometido llamarme en cuanto supieran algo más, cuando se comunicó nuevamente conmigo, era bien entrada la madrugada. Uno de los pulmones de papá había colapsado completamente. Tuvieron que entubarlo y sedarlo para que no se esforzara más de lo que su cuerpo pudiera dar, el médico no dio esperanzas. El tratamiento contra el cáncer no había estado funcionando, solo quedaba esperar.
- Savanah...Savanah – escuché saliendo de mi estupor. Demian agitaba una de sus manos frente a mí - ¿estás bien? Te quedaste congelada por un momento.
- S-sí – pestañee rápidamente cortando el hilo angustioso de mis pensamientos y le di una sonrisa vacilante – Estábamos hablando de que solicitó una reunión conmigo.
- Sí. Necesitaba hablar contigo sobre… un asunto – dijo ¿titubeando? Que mierda. Podía captar la agitación que le impedía continuar con lo que sea que estuviese a punto de decir – Seré directo. Quiero pedirte una disculpa.
- ¿Una disculpa? – pregunté mientras cruzaba mis brazos a la defensiva.
- Es lo correcto. No fue mi intensión ofenderte aquel día en el restaurant. Creo que mi acto de frivolidad se me fue de las manos - miró hacia su escritorio con aire distante mientras soltaba una risita nerviosa – Recibí un puñetazo de mi hermano a causa de ello.
>>Me agradas, Savanah. Eres excelente en tu trabajo, aun cuando no tienes mucha experiencia y ese día fue grato haber almorzado con tu compañía. Mi intención jamás fue hacerte sentir menos, simplemente me dejé llevar por la obvia indignación que sentí en ese momento.
¿Qué debía responder a eso? Estaba dividida entre un estado de sorpresa y rechazo. Pero lejos de eso, notaba que sus palabras eran sinceras. Brotaban de él casi de forma apresurada, hablaba de como su hermano lo había hecho entrar en razón y como se sentía arrepentido de haber actuado de esa manera tan agresiva. Esperé a que terminara de excusarse mientras seguía mirándolo con curiosidad.
- Detente, Demian. – pronuncié para que tomara un respiro - acepto tus disculpas. No sé qué tiene que ver tu hermano en todo esto pero, puedes decirle que todo está resuelto. Hagamos como si ese inconveniente no sucedió – le di una sonrisa tímida buscando tranquilizarlo, soltó un suspiro resignado y se reacomodó en su asiento.
- Tengo una idea – soltó desconcertándome aún más. Si es que eso era posible - ¿Qué te parece si salimos otra vez? Y te recompenso por el mal rato.
- ¿Q-Qué? ¡No! – respondí rápidamente poniéndome de pie, podía sentir como mi rostro se calentaba de forma acelerada. Necesitaba salir de allí antes de que se le ocurriera algún otro disparate.