DEMIAN
Escuché unos toques leves en la puerta de mi oficina que me habían parecido extraños, ya que minutos antes había hablado por el intercomunicador con mi secretaria y por lo general avisaba antes de acercarse a mi área.
Di el visto bueno para que entrara quién sea que estuviese esperando del otro lado, mientras revisaba el estado de las cuentas que debían ser autorizadas para ser saldadas antes del fin de semana. Más tarde, tendría que encargarme de unas nuevas entrevistas junto con Recursos Humanos ya que teníamos unas vacantes en el área de cocina que necesitaban ser cubiertas en la medida de lo posible. Lo que me aseguraba un dolor de cabeza para el final del día.
- ¡Demian Arael! ¿No te vas a levantar a saludar a tu hermano mayor favorito?
- ¡Mierda, Derek!... ¿Qué estás haciendo aquí? – cuestioné con felicidad y asombro rodeando mi escritorio para abrazarlo. Estaba emocionado de que el idiota hubiese llegado, a pesar de que en el último tiempo que habíamos estado juntos no paramos de discutir, lo había extrañado. Había sido el mes más largo y aburrido que había tenido en el hotel. Aun cuando Dominic me había hecho compañía cuando su agenda se lo permitía, nuestro hermano mayor no era muy social que se dijera y por lo general suele ser corto de palabras, entonces realmente tenía su silenciosa compañía para comer o tomar un trago mientras me actualizaba de cosas sobre la naviera hasta dónde él consideraba fuera necesario. – No me avisaste que llegarías hoy.
- Preferí guardarlo en secreto. Además te prometí que llegaría antes de tu cumpleaños – dijo mientras me palmeaba la espalda casi haciéndolo dolorosamente antes de separarse – te extrañé mucho hermanito.
- ¿En dónde estuvieron? La mitad de los mensajes que me enviaste eran confusos o diciendo tonterías – reproché mientras le indiqué que nos sentáramos en los sofás a la vez que le pedía a Melinda por el intercomunicador que nos subieran unas sodas para pasar el rato, las cuentas podían esperar unas horas.
- Si te soy sincero, Arael. No puedo decirte dónde estuvimos – confesó de forma despreocupada – ni a ti, ni a Dom. Papá me dijo que guardara el secreto por ahora, en su momento les hablará de eso.
- Deja de mencionar mi segundo nombre, Derek. – lo apunté en reproche - Alguien lo escuchará y será vergonzoso si comienzan a llamarme así.
>> No entiendo cuál es el secreto que se traen ustedes dos. Solo me mencionaste que estarían en una de las construcciones y no has querido decirnos en qué punto del mundo terminaremos viviendo. Porque si conozco bien a papá, y lo hago bastante bien, estaremos mudándonos en menos de lo que termines de decir mi segundo nombre nuevamente.
Derek se acarició la mandíbula en plena concentración. Melinda entró organizando unos vasos a la vez que entraba un camarero con nuestras bebidas en jarras de vidrio. Mi hermano retomó la conversación en nuestro idioma natal, cosa que de cierta forma me tomó desprevenido.
- Sabes bien que… si quieres quedarte aquí y no viajar de un lado a otro como el resto de nosotros puedes decirlo, Demian.– suspiró con cansancio mientras observaba los movimientos de nuestros acompañantes – Hasta cierto punto también estoy cansado de no tener un lugar fijo al cuál llegar y llamarlo mi hogar. Hace unos años consideraba Copenhague, como mi casa. Pero ahora, no estoy tan seguro.
>> Le he agarrado cariño a la zona, vivir aquí. Aunque el calor es infernal y extraño las nevadas en Dinamarca. Me gusta este país. Ahora que lo pienso, recuerdo bien haber tenido esta conversación con anterioridad hace unos años, querías quedarte en Rumania y Dominic quería vivir en Trinidad, pero en ambos casos papá se negó.
- Éramos muy jóvenes y estúpidos, papá no quería perdernos de vista – acepté entretenido con el recuerdo. Melinda salió silenciosamente acompañada del camarero y decidí mantenerme hablando Danés, de alguna forma me generaba nostalgia lo poco que lo hablábamos en este lugar. – Y menos mal nos arrastró hasta acá porque estaba seguro de que si me hubiese dado esa libertad, hubiese sido arrestado en más de una ocasión. Disfruté mi tiempo en Rumania, pero no era para mí.
- Si decides quedarte en algún lugar, quizá lo piense y me quede contigo. No es un misterio que, de alguna forma no podemos estar el uno sin el otro, sería como hacerlo oficial. – comentó esta vez en inglés, encogiéndose de hombros.
- ¿Estás aceptando que soy tu hermano favorito y que no puedes vivir sin mí?
- Si se lo dices a Dominic lo negaré rotundamente – amenazó mientras tomaba su bebida de la mesa donde la había dispuesto el camarero. – Hablando de nuestro hermano, me dijo que no tenían planes para mañana en la noche…
- Pienso tener un día tranquilo trabajando, y luego ir a casa a dormir. – lo interrumpí esperando que fuera suficiente para detener sus planes de celebración.
- Eres muy estúpido si crees que te dejaré ir a casa, a simplemente dormir… Es tu jodido cumpleaños, Demian. Recorrí medio mundo y regresé para celebrar tu cumpleaños y eso vamos a hacer.
Me quejé audiblemente, mientras lo miraba reacio a complacerlo.
- Además Dominic dijo que te tenía una sorpresa preparada en su bar favorito.
- No estarás hablando del bar de strippers dónde se la ha pasado las últimas semanas… ¿o sí? – pregunté indiferente, nunca había sido del todo fanático de las bailarinas exóticas, no por el hecho de que no me gustaran. Si no porque verlas es como estar frente a una vitrina, en dónde simplemente ves algo lo quieres, pero no lo puedes tener porque todo es una fantasía.
- Debe ser ese lugar, no me mencionó nada más. Creo que te gustará – finalizó con un entusiasmo que con total seguridad no compartíamos. Vaya cumpleaños me espera.