Romance con la Jefa

Capitulo 14 – Una cita y unos ejercicios para un mal sueño

Es fin de semana y Leonardo se mira al espejo por enésima vez mientras se arregla para su misteriosa cita a ciegas. Se pasa la mano por el cabello, luchando por domar algunos mechones rebeldes. Se ajusta el cuello de la camisa, se alisa inexistentes arrugas del pantalón. Quiere causar una buena primera impresión.

Ha pasado tanto tiempo desde que tuvo una cita que los nervios lo carcomen. esa sensación adolescente de mariposas en el estómago antes de encontrar a alguien que te interesa se ha apoderado completamente de él.

De pronto siente una palmada de apoyo en la espalda. "Ey, tranquilo Casanova. ¡Si hasta parece que vas a tu propia boda!" bromea Raúl, su mejor amigo. "Solo sé tú mismo y verás cómo fluye la conversación".

Leonardo sonríe tensamente. "Es que hace tanto que no tengo una cita...¿y si no le caigo bien? O peor, ¿y si la aburro y huyen despavorida?"

Raúl suelta una carcajada. "Eso no pasará. Eres un gran partido, ya verás que congenian. Ahora respira, sonríe y ve a conquistar a esa chica. Cuéntame luego cómo te fue, picarón". Le da un golpe juguetón en el brazo en señal de ánimo.

Ya un poco más calmado por las bromas de Raúl, Leonardo asiente y se encamina hacia la puerta. Esta noche marca un nuevo comienzo para él. Con cada paso aumenta su determinación por triunfar y dejar su tormentoso pasado atrás.

"Suerte, amigo!", le grita Raúl antes de que se vaya. "Rompe esa mala racha!". Leonardo agita la mano en señal de agradecimiento y sale decidido rumbo a su cita, dispuesto a abrirse una vez más al amor.

Con una mezcla de nervios y emoción, Leonardo entra a la acogedora cafetería donde ha quedado con su cita a ciegas. Mira alrededor hasta que divisa una mujer sentada sola en una mesa junto a la ventana. Al cruzar miradas, ella sonríe tímidamente.

Armándose de valor, Leonardo se acerca. "Hola, soy Leonardo. Tú debes ser mi cita misteriosa," dice con una sonrisa cautivadora, extendiendo su mano.

"Soy Laura, un gusto conocerte al fin," responde ella estrechando su mano cálidamente. Tras intercambiar unas palabras introductorias, Leonardo nota que los nervios iniciales se han disipado. Laura es agradable, inteligente y tiene una conversación amena.

Hablan sobre sus respectivos trabajos, ella como profesora y él en el como empleado de una empresa. Incluso cuando se produce un breve silencio incómodo, la situación se alivia cuando el mesero trae sus cafés y postres.

Tras una agradable velada juntos, Leonardo acompaña a Laura hasta la parada de su bus. Se han reído y conversado por horas, conectando en varios niveles a través de sus historias y experiencias de vida.

"Me lo he pasado genial contigo Leonardo. Hacía tiempo que no tenía una cita tan divertida e interesante," comenta Laura con una sonrisa.

"Lo mismo digo, eres muy fácil de hablar y me encanta tu sentido del humor," asiente Leonardo.

Se produce un breve silencio donde cruzan miradas, sopesando cómo proseguir a partir de aquí. Laura finalmente habla, poniendo en palabras lo que ambos están pensando:

"Oye, sé que esto comenzó como una cita romántica pero, si te soy sincera, creo que nos falta cierta 'química' para llegar a algo más". Dice haciendo un gesto entre comillas. "Sin embargo, me caes muy bien y me gustaría que sigamos en contacto, como amigos".

Aliviado, Leonardo asiente efusivamente. "¡Justo iba a sugerir lo mismo! Me la paso muy bien contigo Laura, pero concuerdo en que nos falta esa conexión de 'pareja'".

Ambos ríen, felices de estar en sintonía sobre mantener las cosas en un nivel de amistad cordial. Intercambian números telefónicos y prometen juntarse próximamente, ya sin la presión de ser una cita.

Tras su agradable encuentro con Laura, Leonardo decide llamar a Andrea al llegar a casa. Escucha el tono de marcado y finalmente ella responde:

"Hola Leonardo, qué sorpresa. No esperaba tu llamada un sábado por la noche, ¿y tu cita?," responde Andrea intrigada.

"Hola Andrea, sí perdón por molestarte en fin de semana. Es que acabo de terminar antes esa cita y no sé, me dieron ganas de saber qué andabas haciendo," explica Leonardo un poco nervioso.

"Me alegra que salgas a conocer gente nueva. En cuanto a mí, estoy en el gimnasio ahora mismo terminando mi rutina de pesas." responde Andrea agitada.

"¿En el gimnasio un sábado a esta hora? Vaya, sí que eres dedicada eh," comenta Leonardo impresionado.

"Ja ja sí, soy bastante estricta con mi entrenamiento. De hecho ya iba a empezar el cardio, una hora intenso en la cinta para quemar calorías."

"Suena muy hardcore. Oye, ya que ando por aquí cerca, ¿te importa si voy y te hago compañía un rato mientras terminas tu rutina?" sugiere Leonardo entusiasmado.

"¡Claro, me encantaría! Te veo en la entrada en unos minutos", responde Andrea complacida.

Tras colgar la llamada, Leonardo se apresura caminando hacia el gimnasio, ansioso por compartir con Andrea y contarle los pormenores de su peculiar cita con Laura.

Al llegar al imponente edificio del gimnasio, Leonardo divisa a Andrea esperándolo en la entrada. Se acerca con una sonrisa trotando ligeramente.

"¡Andrea, hola! Gracias por recibirme, la verdad hace tiempo no pongo un pie en un lugar como este," comenta Leonardo mirando la moderna fachada con cierto recelo.

"Hola Leonardo, me da gusto verte" responde Andrea dándole un rápido abrazo, percibiendo la tensión en su voz. "Con ese físico esbelto pensé que debías ser algo deportista, pero por tu tono veo que esto te impone respeto eh," agrega divertida.

Leonardo se rasca la nuca algo apenado "Sí, la verdad mi complexión atlética es puro metabolismo juvenil. Como pasé tanto tiempo metido en oficinas desde la universidad, nunca me enfoqué en actividad física o algo parecido".

Andrea arquea una ceja, gratamente sorprendida ante esta inesperada confesión sobre los hábitos de Leonardo.




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