Al despertar, Leonardo yace pensativo mirando a Andrea dormir pacíficamente a su lado. Los recuerdos de la noche anterior aún gravitan en su mente, la angustiante pesadilla seguida del reconfortante consuelo en brazos de esta mujer.
Acaricia el rostro de Andrea con ternura, una silenciosa gratitud inundando su pecho por la forma en que ella recibió esa tormenta emocional que aún lo atormenta a pesar del tiempo de llevar esa carga para él solo. Memorias de injusticias pasadas se agolpan en su psiquis...
El mundo entero le dio la espalda, no hubo consuelo ni apoyo en su desesperación. Hasta Raúl, su mejor amigo, que a pesar de todo su apoyo siente que tardó en creerle.
De pronto, unos golpes en la puerta sobresaltan a Leonardo. Su mente viaja a todos esos momentos donde Ricardo irrumpía furioso cada vez que estaba en un momento intimo con Andrea.
"Seguro ese demente viene otra vez a armar un escándalo", piensa Leonardo molesto, poniéndose rápidamente una bata. Irritado por la posibilidad de que les arruine este momento íntimo, se dirige a la puerta dispuesto a encararlo.
"¡YA ESTOY HARTO DE TUS ACOSOS, NO TIENES NADA MEJOR QUE HACER HAZ ALGO CON ÚTIL CON TU VIDA!" brama Leonardo abriendo de un tirón. Pero quien está ante él no es Ricardo, sino una pareja de ancianos que lo miran pasmados.
Muerto de vergüenza, Leonardo enrojece y comienza a tartamudear disculpas. "Perdón, pensé...pensé que era otra persona. Los saludé muy inadecuadamente...".
La anciana, recomponiéndose de la sorpresa inicial, responde: "No se preocupe joven, no hay problema...". Pero su mirada denota cierta curiosidad al ver a Leonardo en bata en casa de Andrea.
"Oiga, ¿pero usted vive aquí, según tengo entendido aca vive una señorita?" pregunta el anciano sin mucho preámbulo.
Incómodo, Leonardo busca las palabras para explicar su presencia sin dar detalles íntimos. "Eh, no, yo no vivo aquí...solo, ejem, vine temprano a visitarla, ya que llevaba tiempo sin visitarla".
La pareja se mira discretamente con cierta suspicacia. Intuyen que hay gato encerrado en esa ambigua justificación.
"Ya veo, disculpe la confusión joven. Entonces, ¿usted es algo así como un amigo cercano, nada más?" insiste la anciana para salir de dudas.
Rascándose la nuca con incomodidad, Leonardo farfulla "Sí, algo así...un amigo íntimo más bien podría decirse". Sabe que no está siendo demasiado convincente pero no se le ocurre qué más decir.
Incumbo ante la insistencia de los ancianos, Leonardo replica "Oigan, esto ya es demasiado. Ni siquiera sé quiénes son ustedes. ¿Por qué tanto interés en mí o Andrea?"
"Calma joven, solo curiosidad sobre por qué pensó que era ese Ricardo..." responde la mujer.
Incómodo, Leonardo suelta: "Miren, hablé de Ricardo porque es prácticamente un acosador con Andrea...no la merece".
Ante eso, la pareja intercambia una mirada de complicidad y esbozan una leve sonrisa ante la respuesta de Leonardo.
Al notar ese gesto de conformidad con su comentario, Leonardo vuelve a preguntar: "Ya veo... De cualquier forma, si no es mucha intromisión, ¿puedo al menos saber a qué vinieron y qué buscan de Andrea?"
Antes de que la pareja de ancianos responda a Leonardo, hace su aparición Andrea, visiblemente recién levantada y vistiendo apenas una bata de dormir, siendo la misma bata que usa Leonardo dejando claro que tuvieron un momento intimo la noche anterior.
"Leonardo, ¿qué paso? ¿quién tocaba?" pregunta Andrea adormilada.
"No es Ricardo si es lo que temes, es una pareja de ancianos preguntando por ti" explica Leonardo.
Andrea enfoca su mirada hacia la puerta, reconociendo a los visitantes. De pronto su postura cambia, tornándose a la defensiva.
"Pedro, Amelia, ¿qué hacen aquí?" pregunta en un tono seco y cortante.
"Vinimos de visita para ver a la esposa de nuestro hijo Ricardo, nos extrañó no verte en casa de él últimamente, esperábamos que se hubieran reconciliado" responde Amelia como si tal cosa.
Leonardo abre los ojos, impactado al caer en cuenta de la verdadera identidad de esa pareja de ancianos que resultan ser los padres de Ricardo.
"Un momento...¿son los padres de Ricardo?" balbucea incrédulo.
"Vinimos a visitarte, extrañamos a la esposa de nuestro hijo...veo que ya tuviste el gusto de conocer a este joven acompañante tuyo." dice Amelia mirando de reojo a Leonardo.
Incómodo él replica "No soy ningún jovencito señora...". Pero Andrea lo interrumpe para llevar la conversación a otro lado.
"Pedro, Amelia, por favor pasen a la sala mientras Leonardo y yo nos hacemos presentables."
Leonardo asiente incómodo. Andrea abre su amplio ropero, buscando qué ponerse mientras Leonardo recoge su camisa y pantalón del suelo.
Andrea opta por una falda tubo negra y una impecable blusa color crema, transmitiendo pulcritud y severidad. Se maquilla sutilmente para disimular la fatiga del desvelo.
Leonardo no deja de mirarla de reojo y su deseo se enciende en su interior al notar sus curvas tonificadas.
Andrea sonríe con coquetería al sorprenderlo mirándola embelesado. "¿Te gusta lo que ves?" pregunta mientras termina de arreglarse.
Leonardo carraspea, intentando enfocarse en anudar su corbata. Pero el tentador espectáculo que Andrea le regala es demasiado magnético.
Leonardo exhala con fuerza, maldiciendo internamente la inoportuna visita que arruino su oportunidad de un momento intimo con Andrea en la mañana. Con reticencia se abrocha el cinturón mientras ella culmina su transformación en la femme fatale que lo sedujo la noche previa.
Tras arreglarse, Andrea y Leonardo salen al encuentro de los padres de Ricardo.
"Lamentamos haberlos hecho esperar, ya podemos conversar apropiadamente" anuncia Andrea.
Pero Amelia la interrumpe. "Querida, agradecemos la intención pero esta conversación es de carácter más bien familiar. Así que joven, le pedimos de favor que se retire y nos deje a solas con Andrea".