Rompiendo Esquemas (fanfic Eric Nam) [contenido sensible]

XXIII - ¿En qué pensaba?

Irene despertó a la mañana siguiente con la cegadora luz del sol de Miami entrando por las ventanas de la habitación de la suite. Le rodeaban dos fuertes brazos por la cintura y el aroma fuerte y especiado de Samuel... Cerró los ojos y suspiró mientras dejaba caer pesadamente su cabeza sobre la almohada.

Los dedos de Sam acariciaron su vientre con lentitud y ascendieron por su brazo hasta su cuello. Allí apartaron su cabello delicadamente y su boca alcanzó su cuello posando una serie de fugaces besos con dirección a su omóplato. Ella ronroneó suavemente y negó con la cabeza.

- Babe... - Su voz grave y pastosa sonaba muy tentadora... Le acarició suavemente los pechos bajo la sábana y volvió a besarla fugazmente antes de inspirar junto a su oreja. - Eres tan dulce, mi preciosa española...

- Tenemos que levantarnos, Sam.

Le dijo ella seria y con la voz pastosa, con la luz del día parecía que su cordura había regresado de donde fuera que se hubiera largado la noche anterior. Samuel la ajustó contra su pecho besándola sobre el cabello y ella sintió cómo aquel cosquilleo en su estómago volvía a crecer una vez más. Pero se contuvo y giró su rostro hacia él.

- Fuiste tú quien planeó ir hoy a Disneyland Orlando, Sam, ahora tienes que apechugar.

- Hmmm... Apechugar... - Él sobó uno de sus pezones y ella se rio ante su tontería.

- ¡No así, tonto! - Le apartó la mano de sus pechos con un seco manotazo. - Lo prometiste, Sam, y quiero ir a Disneyland contigo así que...

- Hmmm, ya cállate. - Se cernió sobre ella mostrándole su rostro y le hizo ojitos. - Sólo cinco minutos más, babe, luego dejaré vayas a duchar.

- Eres el dios del remoloneo, Sam - él se rió y la apretó contra su pecho.

- Sólo si estoy contigo en la cama, preciosa española, sólo contigo. - Posó un fugaz beso sobre su pelo y suspiró cerrando los ojos. - Tan dulce...

Ella se relajó riéndose en un susurro y cerró los ojos un poco más. Sin pensarlo siquiera su mente voló al único abrazo que le había dado a Eric. La calidez de Samuel era diferente a la del coreano, la de Sam era conocida y agradable...

La de Eric, en cambio, era desconocida pero sumamente gratificante. En su abrazo se había sentido protegida y cercana a él de un modo que nunca antes había imaginado sentirse con nadie. Su impulsivo beso en su mejilla había sido tan inesperado para ella como para él...

No era lo que se imaginaba hacer con un cliente que se había aparecido por sorpresa en el bufete de su abogado... Pero le había gustado la sensación de sus labios contra su mejilla, había sido como una ardiente caricia bajo sus labios. "Una caricia que... quiero repetir", se reconoció sin meditarlo.

¿Qué le pasaba? ¿Desde cuándo ella tenía ese tipo de pensamientos sin una relación de por medio? Esa no era ella, ¿o sí? ¿Por qué estaba planteándose todo aquello estando en los brazos de Samuel? ¿Qué hacía aquello de ella como mujer? ¿Desde cuándo la idea de engañar a alguien se pasaba por su mente?

"No sería un engaño, Irene," le recriminó su conciencia, "tienes un trato con Samuel por el que puedes salir con quien quieras al tiempo que con él..." Ese pensamiento la golpeó y la hizo tensarse un poco. ¿Qué había sido de la Irene responsable? ¿De aquella mujer que siempre cuidaba de no dañar a nadie? ¿Adónde había ido la noche anterior?

- Ey, babe, ¿qué sucede? - Ella abrió los ojos y negó mientras se separaba de Samuel para verle.

- Lo siento, Sam, no es nada. - Le sonrió y añadió como mejor pudo: - Sólo pensaba en que ayer no me desmaquillé ni me limpié la cara, tengo que ducharme en mi suite.

- ¿Era eso? - Él se puso a hacerle cosquillas y ella se rio tan alto como su voz lo permitía. - Era eso, ¿eh? - Ella asintió riendo y él paró las cosquillas para besarla fugazmente en los labios. - No te preocupes, Irene, estarás igual de bella sin importar eso.

- Me voy a levantar y vestir, tengo que ducharme y una vez esté lista, podremos ir a desayunar por ahí antes de que cumplas tu promesa. - Se levantó a trompicones esquivando las manos de Samuel. - No puedes retractarte.

- Hmmm, terrible, cambias yo y cama por Disneyland Orlando...

Ella se rio vistiéndose con su vaquero y su blusa, sin ponerse el sujetador. Se acercó una vez vestida a la cama y estiró de él hacia ella... Le dio un beso en los labios y le acarició la mejilla condensando toda su ternura en aquel gesto, mordiéndose el labio inferior.

- Fuiste tú quien lo propuso, Sammy, - él miró sus labios y sonrió - ahora no puedes echarte atrás. - La abrazó contra él y jugueteó con los botones de su blusa.

- Entendido, milady, - subió su mirada hasta sus ojos y le guiñó un ojo - hice la promesa. La cumpliré pero...

- ¿Pero?

- No puedes alejarte de mí, ni un metro... No quiero que moscas te ronden, babe. - Ella se rio y negó con la cabeza antes de asentir y darle un beso en la mejilla.

- Eso está hecho, aunque no creo que haya muchos solteros si no son niños...

Le guiñó el ojo y se levantó de la cama, tomó su abrigo, su bolso y sus zapatos y se marchó a su habitación de inmediato. Se aseó completamente y luego se vistió con un informal y veraniego vestido blanco roto con flores rosas y moradas de estampado ceñido en la cintura. Se calzó unas sandalias blancas con un pelín de tacón gordo.




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