Rompiendo Esquemas (fanfic Eric Nam) [contenido sensible]

Escena Extra XI - Atropelladamente intenso [D]

Casi podía sentir aún cómo ella se apartaba azorada y pálida como si hubiera visto un ánima, quizá en su pensamiento hasta la hubiera visto… ¿Quién sabía lo que rondaba por su mente en aquel instante? Sólo ella, lo único que podía hacer era interpretar sus ojos y el terror grabado en ellos, ¿a qué le temía tanto? ¿A él? ¿A lo que acababan de hacer? ¿A sus sentimientos?

“¿Fui demasiado intenso?” pensó con la duda azotando sus pensamientos cual tifón creando desperfectos a su paso. Cerró los ojos y suspiró extenuado, sí, sentía que había sido demasiado apabullante. Intenso se quedaba corto frente al pánico que había visto dibujado en sus orbes castaños, ¿cuándo comenzaría a medir los pasos que daba?

En toda su vida amorosa nunca se había arrepentido de ser tan directo como lo estaba haciendo en ese mismo instante, sus esfuerzos de controlarse se iban por la alcantarilla cada vez que entraba en escena Irene. No sabía por qué era tan difícil para ella asimilar cuán abierto y directo era él, pero quedaba cada vez más cristalino que ese temor estaba más presente cuando más se mostraba como era, cuanto más de frente iba.

Era frustrante tener que retroceder dos pasos en cada ocasión que se acercaba otro, fuera éste grande o mediano… Volvió a suspirar con pesadez, ¿debía rendirse? ¿Era esa la pista necesaria para que la cordura entrara a su cabeza? No sería tan fácil, pues el sonido de su risa se reprodujo en su mente como un casette haciéndolo, otra vez más, caer en el influjo que la castaña ejercía sobre él.

No, no se rendiría tan fácil. Su sonrisa, su risa, su voz en esa cadencia algo ruidosa, aunque armónica, al hablar en español mas con una gravedad que se ajustaba más a su carácter… Todo ello era suficiente como para seguir luchando adelante y atrás, hasta que ella cediera ante lo que ya era notorio a sus ojos, que entre ellos no había sólo atracción. Hablar con ella de trivialidades, observar cómo sus pupilas se dilataban de asombro ante pequeños datos que le contaba, oírla corregirle pequeños detalles con esa humildad.

Ser testigo de cómo se negaba a asumir su presencia al principio en la cafetería o cómo insistía en mostrarse indiferente ante él. Una “indiferencia” que había quedado anulada por furtivas y nerviosas miradas sustituidas más tarde por risas nerviosas y pequeños gestos de complicidad que brotaban de ella, como un fresco manantial. Sí, por eso no podía abandonar tan fácilmente.

No lo había hecho con lo de cantar, ¿cómo siquiera la idea podía pasearse por su mente respecto a aquella castaña que le robaba el sueño? Imposible, ni aunque lo intentara lograría apartarla de sus pensamientos por lo que no tenía sentido alguno. Siquiera plantearlo sonaba a homicidio de su determinación en letras mayúsculas, no, su carácter siempre había rezumado pasión y decisión y no podía, ni quería, cambiar eso.

Mucho menos ahora que se estaba pensando la posibilidad de ir regresando a casa en un par de años, a su país aun cuando no acabara asentándose de vuelta en la propia Atlanta. Porque la nostalgia de lo experimentado en un lugar como aquel no quitaba que, en realidad, las oportunidades musicales allí eran escasas en comparación con otras ciudades por mucho que las tecnologías ayudasen.

Debería instalarse en Los Ángeles o en Nueva York si quería una mayor proyección artística. Sólo así lograría ser alguien en aquel extenso país y en el resto del mundo, sí, era famoso en Corea pero apenas se estaba haciendo conocer por su música, era en esa época cuando más se estaba viendo su faceta principal. Sencillo a sencillo, colaboración a colaboración se estaba labrando, ahora sí, un verdadero lugar musical.

Miró la nueva proposición de colaboración que le habían hecho, saldría al aire en tres meses si todo iba bien. No había esperado una oferta como aquella en lo que llevaba de carrera en Corea. No era una tonadilla anodina, no, era la reinterpretación de la principal banda sonora perteneciente a un drama muy conocido y que se había llevado a musical, representándose todos los años en alguna parte de Seúl.

No era una simple colaboración, era un mito que le haría destacar si se empleaba bien y convertirse en una pesadilla si no gustaba al público… Su instinto le decía que debía arriesgarse, la canción era compleja pero muy interesante y que podía ser el empujón definitivo antes de lanzarse a por otro sencillo propio. Escuchando las notas contenidas en la versión original no podía evitar sentirse inquieto, ansioso.

Cantar una canción tan conocida entre los jóvenes y los adultos como era 사랑인가 (Perhaps Love) suponía un reto pues debía hacerla suya, lejos de la versión de la pantalla y de los teatros. Debían conseguir que la gente recordara su versión también, que no quedara tan anodina como para ser guardada en el cajón de la gente cogiendo polvo. Darle su propia personalidad y significado a cada palabra contenida en el mismo.

La verdad era que incluso desde el momento en que la había oído por primera vez, su mente se había planteado una pregunta pertinaz: ¿por qué habían traducido el título tan mal? En coreano significaba “Is it love?” mientras que “Perhaps love” no expresaba para nada la misma incertidumbre que la letra proponía en su desarrollo. Contaba acerca del primer conocimiento del amor, de las sensaciones y los pensamientos unidireccionales hacia esa persona amada, no dudaba en si estaba hablando de amor o no como la traducción hecha del título en su opinión.

Leer aquellos versos le provocaba pensar en Irene y esa forma en que ella acostumbraba a verse sobrecogida cada vez que avanzaban en su relación, como si creyera que podía llegarle el mensaje. Una pendejada en toda regla pues ella poco sabía de coreano y apenas lograba pronunciar alguno de los platos que Momma Nam le había servido. “La esperanza nunca se pierde” observó una voz en su mente con tono pretencioso.




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