Escena Extra XVI - Turning tables [D]

Algo que le recomendó su padrino Maverick para mantenerse sobrío cuando hubo superado los primeros seis meses desintoxicado fue no buscar apoyos en los demás de su entorno, ni aferrarse a aquello que le hiriese en el instante. Él, como exadicto a la heroína, había creado su propio ritual para esos momentos de caída en picado, de necesidad de volver a nublar su juicio sin límites… Al principio le pareció una absoluta tontería, ahora cuanto más tiempo pasaba de sobriedad más consciente era de su verdadero valor y significado.

Ahí estaba en su sofá de cuero blanco siguiendo el ritual de su ejemplo en la desintoxicación, purgando esa terrible idea de necesitar una raya o sexo frente a una botella de alcohol cerrada.Una hora antes al sentarse allí le estaba asaltando un profundo anhelo de perder la consciencia y así olvidar lo que acababa de oír de parte de su madre, una urgencia que se había reducido hasta un dolor de cabeza sordo y constante.

El truco residía en dejar allí algo que supiera controlar de verdad, algo que pudiera engancharlo pero que no lo hacía, al alcance de su vista y recordar momentosfelices, plenos, que hubiera vivido sin la bruma de las drogas. En esa ocasión, por su cercanía en el tiempo y frescura, su mente voló a la pequeña y cómoda, sin desmerecer la elegancia impregnada, celebración de Acción de Gracias en el apartamento de Irene. Apenas había tomado una copa de vino en toda la noche sabiendo que debía conducir a casa de vuelta devolviendo primero a su granny, y sin embargo, su recuerdo era vívido y luminoso, jovial y maravilloso como todo lo que Irene tocaba.

Había sido imposible no observar su belleza desde el momento en que había salido de su dormitorio junto a Alice. Recorría el pasillo embutida en su delicado vestido azul y calzada con unos bajos tacones era el ejemplo de elegancia y comodidad perfecta, sólo mejorada por su escaso maquillaje que apenas marcaba sus rasgos. La naturalidad algo más sofisticada que acostumbraba cuando salía con él y no su minimalista alicatado para el trabajo; no importaba por dónde la mirara porque a sus ojos era una mujer preciosa que le aceleraba el pulso con la sola mención de su nombre.

Su sonrisa era plena y sin correr, apresuró su paso hacia él que la esperaba con los brazosabiertos para fundirse en un fuerte abrazo y susurrarle en inglés su felicitación además de señalar su relajado aspecto. Apreció el olor a vainilla de su cabello y el de avena de su gel junto a su oreja además del ligero aroma de la comida impregnado en su cuerpo; la mezcla era dulce y deliciosa como ella. Por cómo alargó aquel gesto se sintió recomfortado y feliz porque ni siquiera le importara mostrar ante Eric, que él no era un simple conocido o amigo.

Aunque supo nada más percibió sus labios posarse sobre su mejilla que su bella española no deseaba hacer sangre, ni hacer la situación demasiado incómoda para su otro pretendiente. Eso no opacó su sorpresa cuando observó que el susodicho no retiraba la sonrisa de su rostro, como si confiara en ella sin ningún tipo de fisura. Un detalle que provocó algo de envidia que pronto fue reemplazada por su buena educación y asombro puro al escucharla afirmar que el asiático había expresado su interés en conocerle.

Ya desde el instante en que había cruzado su mirada con la de ella había sido testigo del indudable brillo de alegríaque parecía haberse afincado allí desde hacía meses, mas ver cómo ese fulgor aumentaba al compartir miradas cómplices con el moreno le obligó a percibir la conexión que ambos compartían. No le molestó puesto que ver a la castaña tan vivaz era algo hermoso, además de muy juvenil y agradable. Su pecho se incendió con su pura felicidad, sin impedimentos; algo que granny también notó con orgullo.

Ruth se lo dijo a ella con una sonrisa al abrazarla haciendo gala de su carácter siempre observador y las mejillas de la castaña se colorearon con una rapidez graciosa, lo que la hiczo parecer aún más preciosa de lo que había estado hasta segundos antes. Para su suerte Katherina le salvó de la vergüenza completa al lanzarse a abrazar a su abuela de forma que el foco de atención se desplazaba a ella. Samuel entrelazó los dedos con Irene con discreción y le guiñó el ojo antes de que ella fuera abrazada por los hombros por una rubia a la que desconocía y que le dio la mano.

Tras las pertinentes presentaciones supo que dicha rubia era la novia del hermano mediano de Eric, una mujer muy dada a ser entrometida pero que se notaba que apreciaba a la anfitriona mucho. Seguido de ella vinieron el resto de la familia Nam, lo que le provocó cierta envidia sana porque solo con verlos era perceptible que sus lazos eran sanos al contrario de la suya. Quedaba patente cuanto respeto y cariño había entre los hermanos y los padres con sus miradas, sonrisas e intercambios tanto gestuales como vocales.

Así Irene después de una breve mirada a Eric asintió y les invitó a ir al comedor donde había improvisado una mesa más grande estirando la preexistente y añadiendo la pequeña de la cocina, que para su suerte era de la misma altura. La mesa estaba decorada en tonos dorados y blancos como una de aquellas celebraciones navideñas de su familia en España. Sus ojos recayeron sin problema en el instante en que ella misma tomaba el jarrón con las rosas amarillas de las manos de Eric y las exponía con sumo cuidado y apreciación antes de volver a darles un beso en la mejilla tanto a él como a granny.

La cena transcurrió como si todos los comensales se conocieran de toda la vida, con rifirrafes controlados y bromas entre elegantes, socarronas y, entre algunos, de demasiada confianza que no querían hacer sangre por ningún bando. La sensación fue reconfortante y placentera, aquella parecía una verdadera familia variopinta y de lo menos común pero muy bien avenida. Era imposible no dejarse llevar por todas las emociones que la situación despertaba en él y se descubrió al final de la noche con cierto dolor de mejillas por haber sonreído y reído tanto.