Emm Wright.
Posterior a semanas de intenso trabajo y estrés por las primeras evaluaciones, por fin llegó el momento de descansar, o por lo menos, llevarlo más tranquilo. Las calificaciones habían sido subidas a plataforma. Los estudiantes firmaron de enterados por lo que entre toda la plantilla de negocios, decidimos salir de fiesta el viernes por la tarde. Eran las 6:35 p.m; el sol se estaba ocultando, así que era buen tiempo para llegar a uno de los bares latinos más populares de Niagara Falls. Afortunadamente, todos pudieron acudir; incluido Jeong quien siempre ponía excusas para tener más trabajo.
Sé que dije que las semanas anteriores habían sido muy pesadas por las evaluaciones, pero más que eso, el ambiente entre Jeong y yo era raro. Desde la última excursión que dirigió junto a Leslie, él tomó una actitud diferente. Ya no era lo mismo. Parecía como si no quisiera tenerme cerca. No obstante, mi intención era contraria a objetar que la culpable era Leslie, cuando ella siempre andaba en su mundo, muy aparte de los demás. En el poco tiempo que la conozco, me he dado cuenta de lo profesional que es con su trabajo. Toda su vida la aparta en esa jornada. Por ello, para el equipo ha sido tradición salir a distraernos después de cada evaluación para despejarse del estrés del trabajo y conocernos entre todos fuera del ambiente laboral. También era una buena oportunidad para conversar con Jeong. Quizá el motivo de su distanciamiento era el hostigamiento de su exnovia o igual su reconciliación con ella. Si, eso era más probable porque si lo pensaba más a fondo cabía la posibilidad de que, en caso de que fuera cierto, distanciarse de mí era más fácil que confesarme que regresó con ella porque sabía que le repetiría lo mucho que lo lastimó y que ella no valía la pena.
Probablemente, él me diría que estaba cegada o incluso celosa por todo el amor que sentía por él, pero prometí que jamás volvería a mezclar nuestra amistad con una constante idealización de mi parte. Sabía que me dolería más perderlo, por lo que aceptar una amistad era lo más cercano que podía tener a un vínculo con él. Creí que me ayudaría, pero lo único que logré fue enamorarme cada vez más de él. No quería, por supuesto que no, porque sabía que en el momento en el que él decidiera rehacer su vida con otra persona, debía aceptarlo. Pero más que eso, aceptar que yo no era la indicada para él, no porque no fuera suficiente porque siempre he tenido bien claro mi valor como mujer y como persona, pero me dolía saber que no le gustaba lo suficiente.
Baruj siempre lo habló conmigo. A pesar de mostrarse como una persona extrovertida y bromista, era una persona realmente seria cuando se lo proponía. Cuando se trataba de mis sentimientos hacia Jeong, era más honesto de lo que pudiera pedir. A pesar de que Heda me decía que luchara por mis sueños, no podía decirle que uno de ellos era nuestro compañero de trabajo porque rompería con mi ética profesional. Relacionarse con personas del trabajo estaba prohibido, especialmente si dicha información caía en manos de Maxwell. Automáticamente, estaría despedida y sin una carta de recomendación. Aun así, habría luchado si el amor fuera mutuo. Baruj siempre me dijo que merecía algo mejor que esperar a una persona que le daba más peso a su trabajo.
—No lo justifiques. —comentó Baruj sin quitar la mirada de su laptop—Tampoco esperes a una persona que está rota porque solo recibirás migajas.
Lo miré, agaché la mirada para alzarla segundos más tarde. Le sonreí, porque aunque los días fueran grises, siempre trató de animarme. Ver mi valor como mujer y saber hasta dónde decir basta.
Posiblemente, al leer esta historia pudiste deducir que Jeong fue el malo de la historia, pero no. No lo defiendo porque él jamás me quiso de la manera en la que quería ser querida, amada o incluso vista. Lo defiendo, porque sé que es una persona con un corazón enorme que esconde entre esas barreras que tanto construye día a día. Lo defiendo, porque no fue su culpa ser lastimado y mucho menos fue su culpa no sentir ningún tipo de atracción hacia mí. Más bien, la culpa fue mía por suponer cosas que no eran. Idealizar un futuro que nunca pasará. En fin, fue mi culpa.
Leslie Belmont.
Cuando llegamos al lugar, no pude evitar pensar en Seo-hyeon, a ella le hubiera encantado venir acá. Sin embargo, al ser una salida con mis compañeros de trabajo, no creí posible invitarla, aunque sería una grandiosa oportunidad para venir junto a Dean y Chandler. Todo el lugar estaba lleno de gente, música y meseros atendiendo a los comensales. En cuanto llegamos, nos brindaron mesa; ordenamos bebidas y la convivencia fue más amena. Baruj y Hakim parecían un par de adolescentes haciendo apuestas que quién tardaba más poniéndose ebrio, mientras que Heda se retiró después de unos minutos, ya que se iría de viaje con su esposo a Vancouver. Por lo que quedaban Emm y Jeong. Ambos parecían una pareja, y si no lo eran, la conexión que había entre ellos parecía tan mágica. No dejaban de bailar, conversar y reírse. A decir verdad, me parecía raro ver al profesor Jeong sonreír. Claro, después de tener tantos momentos desagradables junto a él, me parecía extraño. Aun así, me caía mejor esta versión suya que la obsesionada con su trabajo y la disciplina. No juzgaba porque era respetable. Tal vez él creía que al ser mexicana era una descuidada, amante del relajo, la impuntualidad y la indisciplina. Paradigmas que todos teníamos de los países del otro.