Rosas para Odette

Capítulo 1

Taylor

 

Salí por la puerta principal de lo que sería mi nuevo instituto. Todo se encontraba tranquilo ya que aún son horas de clases y los estudiantes debían estar en los salones.

Con una mueca aburrida dirigí mi mirada hacia las ventanas de un salón en el tercer piso en dónde una chica miraba hacia mi posición. Nuestras miradas se conectaron por un momento. La chica rodó los ojos y se fue. Entré a la camioneta roja de mi padre, en mis manos llevaba una caja con libros y varios papeles que me servirán de guía. El motor del vehículo rugió y pronto nos encontrábamos en una vacía carretera de vuelta a casa.

Vivo en una hermosa casa americana color blanco de dos pisos y las demás casas que la rodean no son tan diferentes. El vecindario es tranquilo, creo que mi único problema es el chihuahua de la vecina, al verme me ladra hasta que salgo de su vista.

 

—Mañana inicias, así que prepara tus cosas desde ya—comentó mi papá dejándome pasar al recibidor.

 

Asentí con la cabeza y me limité a subir a mi habitación. El color blanco de las paredes me aburre y la idea de hacerle dibujos con acrílicos se me viene a la cabeza; sin ganas de buscar ideas de dibujos o de preparar mis cosas, me acerco a las ventanas y observo el vecindario en calma.

La casa de al frente es de dos pisos y está pintada de un amarillo que solo encandilaba mis ojos. Un misterioso chico alto de cabellos rizados y con gafas de sol está regando las plantas de su jardín delantero con mucha pereza.

Desconozco su nombre.

 

Pienso que es un chico muy lindo y tierno, pero el chico del Mustang que vive a dos casas en mi fila, es evidentemente más atractivo.

 

Inesperadamente un ruido me saca de mis insólitos pensamientos haciéndome pegar un brinco. Giro mi cuello buscando el móvil y recuerdo que lo llevo en el bolsillo de mi chamarra. Meneo la cabeza con una sonrisa tonta y respondo sin ver quien me solicita.

 

—Taylor...—la voz sale como un susurro muy dolido. Silencio en la línea, ninguno de los dos emite una sola palabra.

 

Sin darme de cuenta una lagrima corre sin permiso por mi mejilla. No quiero sufrir mas por esa situación, se suponía que había quedado en el pasado.

 

—No me busques más, por favor.

 

Entonces cerré la llamada y lancé el celular sobre la cama; busqué la caja con materiales de estudio empezando a organizarme solo para no tener que pensar en lo que ya no debería pensar y distraer mi mente.

 

¿Quién era él? Ya lo olvidé. ¿Quién soy yo? Una chica nueva.

 

Editado✔️



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En el texto hay: chicaxchica, amor adolecente

Editado: 04.07.2020

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