Ese aroma corría en el aire.
Inmediatamente supe que era: sangre. Pero no uno cualquiera, como la que nosotros adquiriríamos, sino sangre humana.
Mis sentidos se amplificaron, ese olor se metió en mis fosas nasales, encendiendo una necesidad en mi interior. Mi garganta se me secó. Pude percibir de dónde venía, aspiré en esa dirección por puro instinto. Di un paso hacia ese lado y nuevamente ese aroma me conquistó. Entonces me alejé un poco de mi grupo, no siendo muy consciente de lo que estaba haciendo. Inmediatamente Kenia se interpuso en mi camino.
—Detente—la miré, entreabrí los labios y tomé una bocanada de aire cuando volví en sí, por lo menos un poco.
Aden y Bárbara se ubicaron a mis costados.
Ese olor volvió, esa vez mucho más fuerte, el aroma se intensificó al igual que mi deseo desesperado por probarlo.
Alcé el rostro y observé en la profundidad del bosque, expandí mi oído e inmediatamente me llegaron gritos eufóricos acompañados nuevamente de ese aroma que en aquel momento consideré sumamente sabroso, mucho antes de probarlo.
—Sus ojos—reconocí la voz de Adén. Di un paso atrás y dejé llevarme por mi instinto, me dejé controlar por mis sentidos.
Pero cuando hice el ademan de moverme, de correr hacia esa dirección que me llamaba una, persona saltó sobre mí.
Era Kenia, ella me sostuvo con fuerza por los hombros, manteniéndome en el suelo.
—¡Tienes que controlarte, no te dejes dominar!—me gritó, no la escuché, solo podía percibir los gritos y la sangre.
Hice un poco de esfuerzo para deshacerme de ella, tenía que irme de allí, en otro lugar había algo mejor que la sangre de ese simple alce.
Levanté la cabeza y la miré con enfado.
—Suéltame—exigí, volví la vista por detrás de ella, constantemente mi vista siempre volvía ahí, como si temiera que mi aperitivo se fuera, que me lo arrebataran.
—No, lucha contra eso, tú debes tener el control—contestó, exigente.
Ella me retuvo con fuerza de los brazos cuando intenté moverme.
Intenté levantarme pero no pude, esa chica tenía mucha fuerza. ¿Y cómo no? Si ella era la experta, era una híbrida con todas las habilidades totalmente controladas y avanzadas, yo era una novata. Pero no una cualquiera.
Pensé en lo que quería, quise incrementar mi fuerza y eso obtuve.
Zafé mis brazos de su agarre y enderecé la espalda, queriendo ponerme de pie rápidamente, pero alguien me lo impidió. Unos fuertes brazos me sujetaron por detrás, manteniendo un fuerte agarre específicamente en mis brazos.
—Contrólate, lucha. Vamos, Rouse, no te dejes vencer.
Ese fue Aden, por un leve instante volví en sí.
—Hay que regresar, ella es una iniciada, no podrá con esto. Aún es débil, no manejará su instinto asesino si llega ahí—Bárbara dio su opinión.
Kenia estaba sentada sobre mis piernas, manteniéndome bien firme contra el suelo mientras Aden aumentó su fuerza contra mi espalda intentando retenerme cuando comencé a hacer fuerza para deshacerme de ellos.
Libré una pierna y con esa empujé a Kenia, la fuerza que usé fue tan grande que ella quedó a unos cuantos metros de mí. No me quedé quieta para procesar lo que había hecho, seguí con lo mío.
Antes de que Bárbara ocupara el lugar de nuestra líder, moví con desespero mis hombros y al final hice un extraño y desconocido movimiento ocasionando que Aden se cayera por delante de mí.
Ese fue mi momento, me puse de pie muy deprisa, pero Bárbara se interpuso en mi camino. Utilicé lo aprendido dos días atrás y la empujé, pero ella era un experta, pudo aguantarlo y vino contra mí. Nuevamente la empujé, no quería lastimarla, lastimarlos, solo quería que se apartaran de mi camino. Quería que se alejaran de mí y que me dieran la libertad para ir hacia ese delicioso aroma.
Unos tres vampiros más llegaron.
—¡Sujétenla!—indicó la voz de Kenia.
Cuatro vampiros me rodearon, Bárbara logró sujetar mis manos con fuerza por detrás de mi espalda.
—Usa la hipnosis, Aden—ordenó Kenia, apareciendo ante mi vista. Luego lo hizo mi amigo, pero yo desvié la vista. Me concentré en el sonido del viento azotando las hojas, las ramas de los árboles, pero también en ese algo más, esos gritos eufóricos no cesaban, los humanos debían estar haciendo algo muy interesante.
Volví a usar mi fuerza, retorciéndome para que la pelirroja me soltara.
—¡No se queda quieta!—se quejó Aden—¡Necesito verla a los ojos!
Libré un brazo del agarre de mi opresora, inmediatamente con ese mismo golpeé su mano que aún me mantenía contra ella.
Ella resistió e intentó volver a capturar mi brazo libre, los vampiros se acercaron, alertas ante cualquier cosa que pudiera suceder. Por si lograba zafarme de Bárbara. Esa chica era muy fuerte, resistió mi golpe.
—Inmovilízala—dijo Kenia, mi opresora me miró pero justo en ese momento mi mano libre rodeó su muñeca con fuerza, ella se debilitó automáticamente. Fue como si mi toque hubiera ocasionado aquello.
Entonces quedé libré, empujé a Bárbara pero no pasó mucho tiempo para que más vampiros se tiraran sobre mí.
Evité cualquier agarre, salté sobre ellos y terminé fuera de la ronda que me tenía apresada. No esperé mucho tiempo para correr, tampoco ellos porque escuché sus pasos apresurados por detrás de mí. Yo aún no era lo suficientemente rápida, aún no podía ganarle a los expertos, por eso mismo a los tres segundos de correr, utilizando la súper velocidad, sentí una mano apresando mi muñeca, deteniéndome al instante, fue tan desprevenido y yo estaba tan desesperada y llena de fuerza que no medí lo que hacía y alejé en una técnica de pelea a la persona que me retuvo, lo envié lejos de mí. Pero enseguida otro ocupó su lugar mientras otro más se interponía delante de mí. Kenia me interceptó por un costado.
—Pelea contra ti misma, Rouse—exigió, suplicante.
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Editado: 29.01.2022