Capítulo 13: ANULADORA
Rose
Me expuse demasiado al salir de Juntos; había una hechicera diabólica queriendo matarme y unas sombras distribuidas en todo el mundo a las que les interesaba como alimento los híbridos, o sea yo.
Dos seres oscuros estaban por detrás de mí, maravilloso.
Sí caía en la red de uno estaría perdida, claro que le daría batalla pero ya no estaba tan confiada. Comprendí que aún me hacía falta mucho entrenamiento, porque a pesar de haber estado entrenando y preparándome durante semanas para este día, y progresado bastante bien, aún no me encontraba capacitada, lista para derrotar a seres poderosos como lo era Neira Relish.
Sí, debía dejar a un lado mi orgullo y admitir la fuerza de la hechicera, admitir que ella podría vencerme porque yo ni tan siquiera había podido ganarle una pelea a Aden, aún.
Así que estar fuera del escudo protector que rodeaba los alrededores del castillo en Irlanda aún viva, era un gran alivio, igualmente antes de cruzar el portal había ocultado mi presencia, nadie podía detectarme a no ser que me tuviese a la vista, pero de otra manera nadie podría percibirme.
El motor del auto acelerándose me sacó del trance en la que me había quedado sumergida. Parpadeé varias veces y regresé la vista hacia Abby, que estaba a mi lado con la vista puesta en la misma dirección que yo hacía un instante.
Había detectado inmediatamente cuando el auto en la que venía Abby aparcó y ella se adentró en el pequeño bosque que envolvía al lago, también de que segundos después otro vehículo hizo lo mismo. No tardé demasiado para saber de quien se trataba porque con ello traía un exquisito aroma que me confirmaba su proceder. Pues ahora mismo ese vehículo acababa de partir, Hareth y Harun se marcharon para preparar y verificar seguridad en todos los alrededores posibles.
Hareth no quiso dejarme, pero tuvo que hacerlo.
Entonces me quedé a solas con Abby.
Y allí estábamos las dos, de pie al inicio del muelle.
—Te juro que yo no lo traje, no sé qué le entró como para que me siguiera—me aseguró mi amiga.
—Instinto—le respondí, porque fue eso lo que escuché en su mente.
—Pues al parecer sus instintos nunca se equivocan, lo hizo bien, debo aplaudirle, yo ni siquiera pensé en que podría seguirme, solo estaba apuradísima por llegar y verte, eufórica por volver a verte. ¡Cómo te extrañé!—ella volvió a lanzarse sobre mí como lo hizo la primera vez, solo que esa vez no soltó un grito ensordecedor.
—Y yo a ti—respondí, regresándole su gesto cariñoso de manera efusiva. Abby puso distancia para verme a los ojos y seguir hablando.
—Fue la primera vez desde que nos hicimos amigas inseparables—dijo las últimas dos palabras en voz alta y con una evidente entusiasmo—… que nos separamos—terminó amargamente y en tono bajo.
—Hey, qué primero lo hiciste tú—reproché, cruzándome de brazos—, recuerda que te fuiste con Edward y me dejaste…
—Pero supe que no podría vivir sin ti y regresé enseguida, y no pasó mucho tiempo, no como ahora—me acusó, descrucé mis brazos y gesticulé un okey con ambas manos, rendida.
—Sabes que no volviste por eso—increpé de repente—, además era necesario quedarme allí.
—¿Cómo es?—preguntó ella.
—Sentémonos, tengo mucho que contarte—la tomé del brazo y la arrastré hacia donde quería ir, unos segundos después ya nos encontrábamos sentadas en el borde del muelle, con las piernas colgadas y los pies descalzos tocando ligeramente el agua calentito.
El crepúsculo se veía maravilloso, las últimas luces del sol le daban bellos colores al horizonte.
Abby era mi mejor amiga, la que sabía absolutamente todo sobre mí, por supuesto que le iba a contar detalladamente cada cosa que me sucedió en Juntos, y con Aedus fuera de ahí.
Ella era la única persona que creía jamás me fallaría.
Le tenía una enorme confianza y por ese mismo motivo le relaté todo lo que necesitaba saber.
Ella echó la cabeza hacia atrás y lanzó una sonora risa cuando llegué en la parte del robo a mi teléfono, viéndolo desde otra perspectiva me resultó gracioso esa situación, en ese momento no, pero ahora sí. Las palmas de sus manos estaban apoyadas por detrás de ella, sosteniéndola.
Pero cuando llegué en la predicción de la bruja y mencioné la lista de personas noté una intensa curiosidad brillar en sus ojos.
—Así que él quiere que elija, por eso creó La Elección, no está dispuesto a renunciar a mí—concluí mi relato, lancé un suspiro y esperé una respuesta por parte de la castaña.
—¿Y qué harás? ¿A quién vas a elegir?—le dirigí una mala mirada.
—No lo sé, no le mentí a Hareth cuando dije eso.
—Pero no está demás empezar a considerar las opciones—meditó ella, puse una mano en mi frente y gruñí sin saber qué responder—. El Concejo te dio un tiempo límite para prepararte y ser sometida al ritual, ¿Aedus hizo lo mismo?—preguntó—. Si te dio un tiempo para realizar esa elección—se explicó cuando entendió mi mirada de no haber comprendido muy bien su pregunta.
—No, solo me lo informó—suspiré y volví la vista al frente, viendo las últimas luces del día, y de esa forma continué hablando—. Y realmente no sé qué hacer, cuando mis padres se enteren de que él es algo mío se interpondrán inmediatamente, no creo que comprendan lo que él significa para mí y la conexión que tenemos. Ellos me exigirán apartarme de él, mi madre ya no hizo, y eso que aún no sabe de nosotros, cuando lo sepa…—dejé la frase inconclusa porque de todos modos era fácil averiguar cómo se completaría. Mi madre se pondría furiosa y mi padre, no sabía muy bien qué reacción tendría él puesto que una vez Aedus casi le robó a mi madre y ahora estaba haciendo lo mismo, pero con su hija.
—Así que tu mejor opción es Hareth—Abby lo dijo en voz baja—. Todos se opondrán entre ustedes dos, Aedus y tú es algo imposible, tus padres principalmente serán un verdadero obstáculo, no creo que logren asimilar jamás que su niña sea compañera eterna de su enemigo, porque sí, así es como Eleonor ve a su ex prometido y tu padre como contrincante. No tienes muchas alternativas, Rouse, pero tú sabrás quien es tu mejor elección—opinó mi amiga.
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Editado: 29.01.2022