Vorágine (Mezcla de sentimientos muy intensos que se manifiestan de forma desenfrenada).
Aedus
Dolor.
Instantáneamente me abordó una expansiva punzada de dolor, esta sensación causó que contrajera mi rostro de forma automática, bajé la vista hacia la zona donde la bala impactó. Por inercia, mi mano fue a parar sobre el sitio afectado, manchándome los dedos de un rojo carmesí.
Pude haber esquivado la bala, mis sentidos estaban completamente agudizados y podía percibir cada ruido, cada mínimo detalle a nuestro alrededor, pero decidí recibirla. Yo dejé que él me disparara.
La molestia que se extendía por mi pecho parecía despedazarme a medida que esta sensación desgarradora corría perforándome por dentro, queriendo arruinarme.
Concentrándome, pude notar como como el veneno quería arrasar y desmoronarme. Y también noté como el antídoto de este actuaba deprisa, distribuyéndose a una potencia prodigiosa para defender mi organismo.
Ese proceso produjo que me doblara ante el dolor que me avasalló ante aquel combate interno.
El veneno carcomía mis entrañas, existía solamente para destruir y no dejar nada a su paso, pero el antídoto lo contuvo, este existía especialmente para eliminar esta sucia sustancia y reparar los daños causados en un tiempo inverosímil.
El contraveneno está en mí desde que lo encontré.
Porque ¿cómo carajos no iba a indagar sobre el causante de la muerte de mi familia?
No estuve vagando sobre la tierra todos estos años, todos estos siglos por nada, estuve descubriendo los secretos más oscuros del mundo. Y entre tantos, hallé la solución que realmente volvía inmortal a un inmortal. Lo acerté después de los incontables intentos que realicé probando las posibles soluciones, la encontré y rápidamente lo experimenté en mí mismo.
Así que el dolor que estaba soportando ahora mismo no era tan nuevo, antes ya me había atravesado.
Todo a nuestro alrededor había quedado en silencio apenas se produjo ese inesperado sonido. Incluso Lewis me miraba con una mezcla de satisfacción y expectación, con estas mismas emociones reflejándose en su cara.
Me enderecé de repente, con una mirada aún más oscura y siniestra, mis labios se estiraron en una sonrisa torcidamente maliciosa entre tanto mis ojos manifestaban la burla de su pequeño juego sucio.
“Nada ni nadie puede destruir a Aedus Sallow”.
Mis garras se hicieron presentes y en un instante destruí las prendas que me cubrían el pecho, me despojé de ellas quedando con el torso desnudo, exponiendo la zona afectada. Y en otro segundo, enterré mis dedos en ese sitio en busca de la bala que molestaba en mi interior.
Y la encontré, lo saqué de prisa manteniéndolo entre mis dedos en su dirección, como diciéndole en silencio: ¿con esto querías herirme?
Su idea era matarme, pero ni siquiera consiguió dañarme físicamente durante mucho tiempo. Pero emocionalmente, definitivamente había tocado fondo y por eso mismo me encontraba allí.
Le lancé su porquería en la cara, lo esquivó viéndome con sus rasgos endurecidos y ojos llameantes de ira.
Mis manos picaban tras las corrientes de sensaciones negativas que me pedían degollarlo. Me contuve, encajando mis uñas con demasiada fuerza en mis palmas produciendo una ligera molestia que obviamente no alivió esas descomunales sensaciones, ejercí más presión en mis puños adquiriendo una posición violenta. Mi mirada le advirtió que había cruzado la línea que desbordó la poca paciencia que me quedaba.
Me inundé de una furia que expresaba descontrol.
No lo había golpeado suficiente, venir en busca de esto fue caer muy bajo, fue como posicionarme a su patético nivel, pero no me dejó de otra, él excedió el límite y sabía que podía recuperar mi compostura luego de satisfacerme un poco. Además, no pensaba matarlo, ni siquiera herirle, por ese mismo motivo ya no le había atravesado un palo o algo para desquitar mi ira, porque herirlo por dentro significaba herirla a ella también.
—Para la próxima vez que quieras matarme, asegúrate de que realmente funcione porque créeme, si hay una próxima me aseguraré de que para ese entonces nada me impida romperte cada hueso, fragmento por fragmento hasta dejarte sin nada —Le advertí bastante serio, usando un tono cargado de furia—. Me has molestado demasiado, tocaste un punto que será tu perdición, ¿escuchaste bien? Acabaré contigo si te atreves una vez más a usarla como lo has hecho desde siempre.
»No me compadeceré de ti cuando pueda tenerte en mis manos, libre de dañarla. Porque sé que ella volverá a mí, tú no le convienes, no le das lo que necesita. Solamente estás encaprichado, muy resentido y encaprichado —reiteré—, ¿y sabes qué es lo peor? Que te detestas por no amarla como dices que lo haces, tú serás para ella, tu cuerpo y alma querrán tenerla pero tu mente está marcada e invadida por otra. Y odias eso y quieres a toda costa usarla más de lo que ya hiciste para poder librarte de tu impotencia.
Alguien ya debía decirle las cosas que él negaba y que le costaba aceptar.
—No tienes idea de lo que estás diciendo, puede que le haya ocultado la verdad pero nunca tuve malos intenciones con ella. La amo y en mí no está definido dañarla, lo hice, lo acepto, pero nunca fue a propósito. ¡Todo es por tu jodida culpa! Sabes lo que hiciste —acusó sin ser demasiado especifico—. Y mejor aléjate porque si no lo haces, ahora sí me aseguraré de mandarte al infierno ni más se deshaga tu inaceptable lazo con ella.
—¡Deja de portarte como un niño y déjala ser! —Exclamé con fuerza—. Acepta lo que sientes y empieza a ver lo que provocas, tus acciones afectan demasiado y te cuesta entender lo que está sucediendo porque estás cegado por lo que quieres, por lo que quieres que así sea. Pero lastimosamente estoy yo, y yo no permitiré que la tengas como desees, voy a cortarte todos tus planes. Y aléjate tú porque de lo contrario voy a destruirte. ¡Realmente vas a lamentarlo todo si no despiertas ya!
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Editado: 29.01.2022