Capítulo 40: OCULTA
Mia
Verlo desde esta nueva perspectiva me hizo reconocer el lazo que me unía a él. Me asombré por las emociones que me atravesaron al mirarlo, mi piel recibió cosquilleos electrizantes y mi pecho vibró de ganas.
Sentirme extasiada solo con su presencia era poco, quedé deslumbrada por las sensaciones que me recorrían, por el sentimiento que ardía en mi pecho.
Examiné su rostro, detallando sus facciones solo para confirmar una vez más lo apuesto que es. Sus ojos rojos se mantenían sobre mí, sus labios formaban una ligera sonrisa de labios pegados, contemplar su boca me hizo recordar sus besos, su sabor, su sangre.
Mi mente había recibido un estallido de imágenes, fui expuesta ante mis memorias apenas la pócima produjo el efecto deseado. Entonces obtuve respuestas, yo siempre tuve respuesta a algunos misterios que me inquietaban, solo que no lo recordaba. Me habían implantado sucesos que nunca experimenté, me construyeron una vida en la cual yo nunca asistí. Ahora era ajena a todo ese pasado que me introdujeron para formar esta nueva vida.
Para entrar a este nuevo mundo.
Tenerlo a mi enfoque no me ayudaba a concentrarme y pensar en todo lo ocurrido, él invadía mi cabeza. El recuerdo de la primera vez que lo vi se reprodujo en mi cabeza, el momento exacto donde sus ojos cruzaron con los míos.
Me alteró el corazón el sentimiento que comenzó a punzar en mi pecho por él, exigente. Y yo obedecí por la exigencia que reconocí y me precipité hacia él. Aedus me recibió complacido.
Me fundí a sus labios, besándolo con ganas. Terminé apoyada contra la pared más cercana mientras era devorada por el fuego que representaba Aedus Sallow. Sus toques a mi cuerpo se volvieron firmes y exigentes consiguiendo estremecerme, sus labios reclamaban lo que era suyo por derecho.
Mis dedos se enredaron en su oscuro cabello, tiré de sus hebras distanciando mi boca de la suya. Fui recibida por una mirada misteriosa, vi más allá y descifré la posesión que manifestaban sus ojos. Su expresión se había tornado diferente, ya no tenía que detenerse en su línea, él ya no tenía que buscar control. Él ya me tenía.
Y yo ya sabía la verdad. No hacían falta más mentiras.
—Dijiste —pude decir, excitada y con la respiración normalizándose de a poco—, tú habías dicho que así debíamos recibirnos —le dije recordando el encuentro de Selene y su pareja destinada.
Su pulgar me pasó en una caricia sobre mis labios, se mantuvo en silencio pero asintió despacio. Atrapó su labio inferior entre sus dientes y siguió con su escaneo a mi rostro, buscando algo diferente.
Entonces decidí engancharlo a mi mirada, corrí su vista tras sostenerle por el mentón consiguiendo que sus ojos conectaran con los míos. No me aparté más, me quedé con su cuerpo rozando al mío, con sus manos sujetas a mi cuerpo. Tenerlo tan cerca alteraba todos mis sentidos, las sensaciones electrizantes cosquilleaban bajo mi piel, me sentí inofensiva ante su presencia.
Me sentí cohibida ante su imperial mirada.
Entonces bajé la vista, pero para eludir lo ocurrido comencé a deslizar la mano que conservaba en su mentón alcanzando un lado de su cuello para conocerlo a él, paré ahí y cerré los ojos ejercieron una ligera presión y concentrando mi mente. Nada sucedió.
—No quiero que lo sepas así, yo quiero mostrártelo —me habló entonces, su tono fue suave y arrastraba verdad. Él averiguó mi intención, y no supe como lo hizo, pero no me permitió el acceso a su mente. Nuestro tacto era poderoso, solo que él sabía cómo intervenir para negármelo.
—¿Tienes un pasado turbio, príncipe?
—Mis ojos son la prueba de mi primera atrocidad —advirtió serio. El rojo de su mirada parecía un río de sangre cuando lo veía fijamente. Recordé la maldición que suponía ese color en él.
—He escuchado de ti antes, antes de esta vida. También te vi en una fotografía porque yo debía conocer el rostro de quienes debía protegerme —expuse libremente—. Tu nombre y tu imagen estaban pegados en mi cuaderno como la de todos ellos, la diferencia es que tu nombre y tu imagen estaban pegados en una hoja aparte y era la parte que yo más veía. Siempre me pregunté por qué, ¿quizás porque tuviste historia junto a mis padres? Asumía que ese era el motivo. ¿Pero por qué me acelerabas el corazón?
—Continúa —expresó, notando que me había callado algo más.
—Me daba vergüenza admitir que me gustabas. Arranqué esa hoja y lo destruí apenas lo supe y prometí no volver a pensarte como lo estaba haciendo. Pero aquí estamos, tú, del quien yo debía protegerme, me tiene en sus manos. Y yo, quien aborrecía la posibilidad de quererte, está que arde por que la beses de nuevo.
Y él me concedió el deseo al instante, su boca se presionó contra la mía, despacio. Me dio el acceso para que lo besara a mi gusto, solo que me quedé rozando sus labios, manteniendo los ojos cerrados percibiendo las sensaciones que corrían por mi cuerpo. Aparté sutilmente mi rostro para apreciarlo una vez más, me estaba resultando difícil de creer que esto era real. Pero no lo negaba, no podía negarle nada porque recordé habernos conocido, recordé una historia junto a él. Y lo más importante de todos, recordé que lo amaba. Este sentimiento estaba más activo que nunca.
—Yo sé por qué debemos estar juntos —dijo de golpe, pronunciando con una voz baja y ronca.
—Dímelo.
—Porque juntos seremos invencible. Juntos armaremos algo increíble, somos el cambio que guiará a la evolución. Te quiero de mi mano porque te necesito.
Se oía tan sincero, tan convencido y tan lleno de emociones, la promesa que manifestaban sus ojos me advertían sobre sus ganas de conseguir la victoria.
—¿Qué planeas? Sentí tus palabras como una promesa, que nosotros somos la llave que abrirá las puertas a un nuevo mundo.
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Editado: 29.01.2022