Tres meses después.
HÍBRIDOS REBELDES
Aedus
Es el primero de enero, mi cumpleaños.
Me detuve delante del espejo de cuerpo completo de la habitación. Ya estaba listo para la celebración de esta noche, me acomodé una vez más la corbata que combinaba con el traje a la medida que había escogido junto a Rose. Al terminar de verificar mi aspecto y comprobar que aún faltaban algunos minutos para la hora acordada, me dirigí al balcón para apreciar el paisaje nocturno.
Apoyé las manos sobre la baranda, me encontraba en mi alcoba del castillo vampírico. Desde esa altura y distancia podía observar perfectamente a los invitados llegar. Pero mantuve los ojos al frente, me concentré en el sonido de la naturaleza, fijando la atención en el inicio del bosque más alejado, fue tan solo un instante porque de repente ya solo me daba cuenta de lo que sucedía en mi mente.
Ser el rey vampiro había sido mi único plan futuro después de liberar a los híbridos. Nunca imaginé que terminaría teniendo la responsabilidad de buscar el bienestar para todo el mundo sobrenatural.
La llegada de Rouse me lo había cambiado todo, esperarla me había mantenido con una sensación expectante y con el futuro incierto. Nunca nada se me había salido de las manos como lo fue esa extraña situación que casi nos separó para siempre.
Pero ya era pasado, uno difícil que se logró superar.
Actualmente nos dedicábamos el uno al otro. Ella, quien ya debió haber empezado una carrera profesional este año, había decidido, desde el principio, tomarse el año y por ello no tuvimos inconvenientes al momento de alejarnos del resto para poder estar a solas y así, mediante los viajes, conocer el gusto y las preferencias del otro. A mí no me resultó complicado alejarme para estar con ella, fue satisfactorio. Ya había dejado El Concejo y desde que me quité esa responsabilidad de encima no me había vuelto a establecer en un oficio, si no contábamos mis planes para esa rebelión. Por ello, cuando todo terminó, decidimos alejarnos hasta que nos tocara volver.
Y debimos regresar, aún estaba muy presente en las noticias la interrupción de Rouse en la ceremonia en la cual estuve a punto de casarme. Ahí se había definido el nuevo destino de la corona y, según los asesores, ya pasó el tiempo suficiente para oficializar ese momento, lo que se traducía en anunciar y presentar formalmente a los futuros gobernantes del reino.
Y aprovechando esta época, la celebración del año nuevo, se había organizado un evento para al fin mostrarnos después de todo lo que pasó y oficializar nuestro compromiso.
Una de mis manos bajó inconscientemente al lugar donde estaba ubicado ese pequeño estuche.
Parpadeé volviendo a encontrarme con el ruido del alrededor. Suspiré y di marcha atrás porque ya me tocaba salir de la habitación. Eso hice y a medida que fui atravesando el pasillo y bajando los escalones, me mantuve pensativo recordando que a pesar de que ahora pareciera estar todo bien, el mundo de las sombras estaba en conflicto, tratando de ser controlado por Neira. Y ese problema nos podía alcanzar. Pero los dioses, según me comunicó Luna, se estaban encargando de que la estadía de esa maligna hechicera en ese mundo fuera el adecuado. Ella estaba lejos de nosotros y eso era lo más importante.
Sin nada queriendo desestabilizar la nueva orden, el sistema sobrenatural estaba en un momento decisivo. Harun y los demás candidatos por el puesto más alto de El Concejo se encontraban en una fuerte pelea, la primera fase estaba por terminar y la gente que apoyaba a Lewis estaba eufórica por ver esos buenos resultados.
Cuando respiré su aroma, supe que ya me estaba esperando. Y apenas la vi, me quedé sin respiración, nuestros ojos se encontraron y no pude desconectar la vista de su presencia. Se veía irreal. Esperaba que esto no fuera un maldito sueño porque no iba a poder resistir continuar de pie después de haberla conocido, porque en un principio, cuando lo perdí todo, el anticipo de su existir mediante la visión que tuve de ella fue lo único que me mantuvo despierto y vivo.
Me quedé muy quieto, contemplándola acercándose a mí con ese vestido gris brillante, casi blanco, largo y perfectamente ajustado a su cintura, la apertura que tenía la falda en su pierna derecha le daba un aspecto tan sensual, reluciendo junto a ese hermoso rostro angelical cuyos ojos correspondían el deseo de los míos. El escote corazón y los hombros al descubierto obtuvieron el recorrido de mi mirada durante un instante. Quedé alucinado, no podía estar más hermosa.
Llegó a mí, le acomodé un mechón de su pelo ondulado por detrás de la oreja, consiguiendo suspirar. Le acaricié el mentón, admirando esos labios rojos y apetecibles hasta subir la vista y encontrarme fascinado otra vez por el océano de sus ojos.
—Estás… —pausé durante segundos, absorto por su belleza y no encontré ninguna definición que le hiciera reparo a lo que estaba contemplando—. Me dejas sin palabras, yo… —no sabía muy bien qué decir. Mi pulso estaba acelerado, no podía apartar mis ojos de ella, estaba cautivado y me sorprendía verme en ese estado perdido.
—¿Tú? —me tentó, presionó sus labios en una sonrisa. Apoyó una de sus manos sobre mi pecho, notando lo afectado que estaba.
—Estoy alucinando por ti. Te ves sumamente preciosa.
—Gracias, príncipe. Tú también te arreglaste de más, no finjas que no. Y estás tan guapo, eres tan atractivo, tan hermoso que me dan ganas de robarte otra vez.
—Sabes que no pondría resistencia. Sin embargo, debo pedirte que aguantes ese deseo porque esta noche es especial, ¿lo sabes, verdad?
—Hoy es tu día, amor. Es muy especial —recibí un casto beso en la boca, ella me miró sonriente— y por ello hay más regalo.
—¿Qué es esta vez?
—Te daré el gusto de quitarme el vestido.
—¿Nada más que el vestido? ¿Qué seguiría después?
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Editado: 29.01.2022