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"Malum Memorias Pt.2"

Emily Fairchild        

Emily Fairchild

Aleje todos eso recuerdos de golpe, si yo continuaba en ellos perdería el enfoque principal.

-No dejes que nada te mantenga atada a este lugar o a nosotros-Claudia seguía hablando, como si con esas palabras cambiara algo-. Puedes ser libre, pero debes saber que dejarte ir, no es una decisión fácil.

Vaya, vaya.

Ahora que lo analizo con detenimiento no me sorprende que me quiera lejos de los asuntos de la empresa, de la familia. Les he ayudado en cada cosa que les beneficiara, pero ahora simplemente me "dejan ir". Lo gracioso es que ella cree que simplemente baje la cabeza y daré por hecho su petición.

Me decidí a tomar un pequeño sorbo al té, una vez lo hice regrese la taza a la mesita de enfrente con mucho cuidado, volví a acomodar mis manos en mi regazo y clave mis ojos en algún punto del estudio. En específico en un pequeño espejo con los bordes dorados y aun con mis ojos observándome simplemente lo solté.

-Se va a arrepentir, nunca he perdió a nadie en toda mi vida-contesté sabiendo que era una gran mentira.

Claudia se acomodó en su sillón, poniendo sus brazos estirados a los lados. Se escuchó como soltó una gran cantidad de aire que seguro tenía retenido y antes de que ella vuelva a decir una palabra, tome mi bolso y me levante del sillón. Le hice un pequeño gesto, señalando que ya me retiraba y sin decir nada me dispuse a salir del estudio.

Justo cuando llegaba a la puerta, esta se abrió dando paso a Adam el cual se veía cansado, pero nunca lucia mal. Vestía un traje a la medida color gris que le acentuaba a la perfección. Cuando me vio caminar hacia la puerta se detuvo en la entrada del estudio y me siguió con la mirada. Y solo cuando llegué a un lado de él, pude darle una mirada rápida y solo continúe con mi camino. 

Camine por los pasillos con un montón de pensamientos rondando en mi cabeza y al llegar a una de las salas principales para descansar escuche el sonido de una cámara tomando fotos, sin tomarle importancia proseguí caminando hacia la salida que da al jardín del lugar y fue cuando alguien que conozco hablo.

-Disculpe puede publicar otro artículo sobre mí, ¿cierto?-dijo Dominica, la felicidad se notaba en su voz y llego hasta mis oídos, me detuve abruptamente y la miré. Si claro, ella y yo somos mejores amigas.

Por segunda vez en el día los recuerdos me atacan y sin saberlo ni poder evitarlo me hundí en ellos.

Dos guardias vestidos de traje negro están en la que era la habitación del anciano, están hablando con la señora Claudia la cual les está explicando que preparen el cuerpo y que para más tardar una hora quiere los preparativos del funeral y entierro.

Yo estoy parada en la entrada de la habitación recargada sobre la pared con la mirada perdida, pensando en lo que sucedió hace unos minutos. Supuse que termino de darle las instrucciones a los guardias porque salieron de la habitación con cierta velocidad.

Veo a la señorita Dominica entrar al lugar, ella y yo tenemos la misma edad, casi cumplíamos los 17 años.

-Madre, ¿es ella la chica?-preguntó con interés, viéndome como si fuera un fenómeno que está siendo exhibido.

Que acaso la señorita nunca ha visto a una sirvienta de mi edad o tal vez sepa el hecho de que soy huérfana y eso le causa cierta curiosidad.

-Ella es una chica muy inteligente, ella será tus manos, pies y ojos de ahora en adelante-genial, seré una especie de títere para ella.

-¿Cuál es tu nombre? Soy Dominica, pero puedes decirme Dom-dice con interés mientras tomaba mi mano con delicadeza, me sentí demasiado incómoda.

Quería soltarme de su agarre, pero tal vez lo vea como una grosería, las palabras no salen de mi boca así que solo vuelvo a mirar al suelo mientras me hacía más chica en mi lugar.

-Mamá, ¿acaso ella es muda o algo por el estilo? Dime por favor, de ser así tendré que aprender el lenguaje de señas para poder hablar con ella-dice, poniéndole fin al apretón que le estaba dando a mi mano y dedicándole una mirada a la señora Claudia.

Me tomo mucho esfuerzo para que mi voz sonara entendible y no tartamudeara-. Yo soy Emily-me atreví a mirarla y vi que era una chica muy hermosa. Claro estaba que ella nunca había estado en las mismas situaciones que yo, nunca paso hambres o durmió en una cama incómoda. Observe su ropa y si yo la hubiera tenido, lo más seguro es que la venidera para llevar un poco de dinero al orfanato. Ella me dio una linda sonrisa a boca cerrada.

Volví a la realidad, abriendo y cerrando los ojos repetidas veces para asegurarme que no sigo en esos recuerdos. Cuando caí en cuenta donde estaba me sorprendí mucho, había estado caminando inconscientemente hasta la salida de la gran mansión con rumbo al automóvil que me estaba esperando. De mi bolso saqué mis lentes oscuros y me di la vuelta para observar la ostentosa arquitectura de la mansión de los Reinginald que yacía frente a mí.

Recordé momentáneamente la plática que había tenido con Claudia hace unos momentos. No ven van a sacar tan fácil. Me di la vuelta y caminando por los estilizados jardines observé con más detalle las enormes figuras de piedra, como estaban construyendo una nueva piscina a unos 100 metros de donde estaba parada. En el portón del lugar estaba Ander con sus manos en los bolsillos de su pantalón de vestir, esperándome de pie junto al auto mientras daba vueltas de un lado a otro. Lo mire y note que se detuvo, y tal vez sintiendo mi presencia aun estando un tanto lejos. Enfilo su vista hasta donde estaba parada, vi sus intenciones de venir a hasta mi lugar, pero la presencia de alguien lo detuvo.



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En el texto hay: traiciones y mentiras, traiciones, dinero y poder

Editado: 29.09.2020

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