"Todo por un video"

Emily Fairchild

Han pasado unas horas desde que salí de la mansión de los Reinginald y la verdad que no fui a ningún spa o a organizar algo que ya tenía bajo control desde hace meses.

Estamos en camino a un ya conocido lugar para Ander y yo, el lugar es un deshuesadero como fachada, pero si miras hondo podrás saber que este lugar es controlado por una pandilla que hace todo tipo de trabajos siempre y cuando haya una buena paga de por medio. El camino hasta la bodega del líder es muy estrecho solo un carro puede avanzar por el camino, pero eso no impidió que mis guardias de seguridad entraran primero en un carro y después nosotros, yo iba en el asiento trasero con un hombre de nuestra seguridad y Ander iba de copiloto.

Cuando llegamos al lugar pude divisar a unos hombres cuidando la entrada, algunos bebiendo y uno que otro con cigarros en boca. Estos al notar la llegada de nuestros carros se alertaron y se reunieron frente a la puerta del lugar, luciendo dispuestos a golpear a cualquiera que haga un movimiento estúpido.

Cuando el auto se detuvo, los guardias de seguridad salieron de inmediato para rodear el lugar donde estaba, mientras me abrían la puerta dado que más tipos salieron reuniéndose frente nosotros. Ander estaba a mi lado, y un guardia se acercó trayendo a la hija de la policía tomada por los hombros, tal vez se resistió a bajar o simplemente están tratando de que no huya.

Del montón de hombres comenzó a caminar un tipo robusto, tenía una larga cicatriz cruzando su cara. La mayoría vestía pantalones negros militares y camisetas blancas con unos collares de oro en sus cuellos, tenían tatuajes en sus brazos y eran fornidos, aunque la mayoría eran tipos que a simple vista podían ser considerados “guapos”.

El tipo con la cicatriz se acercó intimidante hasta estar delante de mío, pero antes de que avanzara más Ander se interpuso entre él y yo.

—Buscamos a tu jefe, buscamos a Blair—habló Ander encarando al tipo.

El regordete soltó una carcajada poniendo sus manos en su estómago abultado—. ¿Buscan a Blair? ¿Es que acaso es tu perro para que lo llames así? —dejo sus carcajadas cambio sus facciones por unas de alguien molesto—. Mira, a quien tú buscas es al señor Omar Blair, ¿cierto?

—Ander…—suspire fastidiada. Su contestación fue mirarme, poner los ojos en blanco mientras se encogía de hombros.

El estruendo de la puerta rompió la tensión que había entre Ander y el tipo. Un hombre un poco más delgado salió de ella poniendo sus manos en las bolsas delanteras de su pantalón, cubrió la mitad de su cara con la mano derecha para proteger sus ojos del sol reluciente.

—El señor Blair solo hablará con las damas aquí presentes—soltó escupiendo saliva a un lado de sus pies.

—Ander quiero que esperes aquí hasta que salga—ordene viendo sus intenciones de contradecirme, pero avance caminando al lugar cuidadosa de todo. Siempre he observado las cosas con mucho detenimiento, porque mis oídos oyen lo que otros no pueden oír pequeñas y distantes cosas que las personas en general no pueden ver son visibles para mí, esto sentidos me han permitido llegar hasta donde estoy.

El sonido de mis zapatillas hacía eco por todo el lugar, poca luz entraba por las ventanas las cuales estaban cubiertas por pedazos de periódicos además del agua que había en el suelo. Avanzaba con seguridad con una mano en la bolsa de mi vestido rojo y la otra sosteniendo la pequeña bolsa blanca que me acompañaba, también pude escuchar los pasos tímidos de la chica que caminaba atrás de mí.

En el centro del lugar había un viejo y polvoriento mueble de una pieza, además de que a su lado había una pequeña mesita rectangular a la altura del mueble, sin pedir permiso tome asiento acomodando mis lentes oscuros y colocando la bolsa en la mesa. La chica ahora yacía a mi derecha encorvada y mirando a todos lados sin saber en dónde estaba.

Con disimulo miré alrededor de la bodega y en la esquina del oscuro lugar varias pantallas alumbraban el espacio mostrando varios puntos de absolutamente todo el lugar, había cámaras de seguridad por todos lados.

Una puerta más se abría dentro de la bodega y tres tipos salieron de ella, no se les veía el rostro a la perfección por la poca luz dentro del lugar, pude ver que uno de ellos se recargó en el mueble.

—Señorita Fairchild, ¿Qué la trae a este humilde lugar en tan deplorable estado? —habló el de en medio. Una sonrisa ladeada inundó mis labios porque estaba muy segura de que era el señor Blair.

—Siempre me ha impresionado esa mente que tiene señor Blair, aunque admito que usted sabe aprovechar muy bien las oportunidades que se le presentan—contesté—. Entonces ahora deme el video.

Estire mi mano esperando a que contestara.

—¿Cómo lo supiste?—tomo asiento, y los únicos rayos de luz en la bodega permitieron ver sus caras, retire mi mano moviendo los dedos por supuesto que no me lo daría tan fácil.

—Un yate, una fiesta además de drogas y mujeres, acaso esperabas que no te relacionara con eso. Sé que monitoreas de cerca lo que hacen los miembros de la familia Reinginald o de cualquier persona a la cual le puedas sacar dinero, no fue tan difícil llegar hasta ti sabiendo que tengo los medios para averiguar lo que sea.

Junto las palmas de sus manos y aplaudió poniéndose de pie—. No me esperaba menos de ti, sabía que te tendría aquí antes de que yo te llamase—volvió a su asiento y recargo su brazo en el mueble—. Dios, el alcalde Enrique se metió en un gran lío esta vez y no creo que sea tan fácil de limpiar como en otras ocasiones, ¿o sí? Pero dime quien es la chica de ahí—movió su cabeza señalando a la chica—. ¿Acaso es tu pupila?