Ningún cambiante podía juzgar a otro por el compañero que escogía, pero Marshall tenía un pensamiento bastante cercano a eso. Eugene se había emparejado en el lugar y momento equivocado.
Para el amor no hay barreras, dijeron las aficionadas a los cuentos brillantes que se tejieron alrededor de los emparejamientos, una mente más racional y realista vería esto como una situación de emergencia.
Y esa mente estaba trabajando a mil por hora mientras le daba indicaciones a Marshall, lo que debía y no debía hacer y lo que estaba en su derecho por si las cosas resultaban mal. También remarcó el punto de que Ava iba no solo de acompañante sino como un refuerzo en caso de violencia.
No había lugar para protesta, no cuando el Alfa estaba usando todos los recursos tácticos a su favor. Marshall esperaba no tener que usar las habilidades de Ava Storm para herir y sacar sangre, no quería derramar ni una sola gota. Sin embargo, el escenario era difícil y extraño por demás, es cierto que no debían juzgar al todo por las acciones de una de sus partes, pero había que intentar hacer entrar en razón a los demás.
—¿Qué pasará con el resto? —Le preguntó cuando Patrick terminó con las indicaciones—. ¿Qué les dirás a los demás?
Un destello de verde atravesó los ojos de Patrick cuando este se dirigió a él.
—Ninguno de los miembros de la familia Dawn estaba en conocimiento de los planes y trabajos de Max Page. No vamos a condenarlos a todos.
El león Alfa de Gold Pride se cruzó de brazos, la alianza dorada en su dedo anular derecho lanzó un brillo. Marshall apenas la vio por un par de segundos, la bestia de Patrick se irritaba si alguien se quedaba demasiado tiempo en la marca de su pareja vincular.
Como si se la fueran a quitar...
—¿Cómo murió el patriarca? —Preguntó.
La diplomacia requería de conocimiento e inteligencia, pero también de estudiar al objetivo. Para lograr un acuerdo con el último bastión de autoridad de esa familia de cambiantes, Marshall debía conocer de antemano la situación en la que se encontraban.
—Herida de bala en la garganta, le perforó la yugular. Intentó liberar a uno de los suyos de la trampa mientras se desangraba, cuando llegaron los refuerzos ya era demasiado tarde.
El silencio se hizo agudo, no había palabras que sirvieran para demostrar lo duro que luchó aquel hombre ni lo impactante de su muerte. Un buen líder era capaz de morir por los suyos, el patriarca de la familia Dawn había cumplido con ese hecho, pero Marshall evitó empatizar demasiado rápido con un completo desconocido.
Todavía no sabía sobre el resto, sobre el compañero de Eugene, sobre la matriarca.
—¿Cómo se encuentra ella?
La mirada de Patrick se endureció ligeramente.
—Estable, lúcida y tan furiosa... Pero este es su límite, no puede seguir peleando contra los Cazadores.
—El patriarca, ¿era su pareja?
—Sí. Le dio un golpe mental antes de morir para menguar las consecuencias del rompimiento vincular.
—Demonios —masculló.
Patrick asintió.
—Los tigres son resistentes, pero tienen muchas cosas en contra. Su pelaje, por ejemplo.
Marshall apretó un puño cuando la imagen de cierta tigresa atrapada en una de esas trampas atravesó su mente, el león mostró los dientes, queriendo morder y triturar el pensamiento.
—La familia Dawn se compone de seis grupos familiares, treinta y uno en total—continuó Patrick, tomó el anotador digital del escritorio y le mostró una gráfica de la estructura jerárquica—. Nora y Aaron Barker son la autoridad máxima, bajan las ordenes a un representante de cada grupo familiar.
—Además de Nora, debo hablar con los seis representantes.
—Sí, pero ella es la prioridad. Aunque está decidida a realizar el anexo, no todos tendrán la misma opinión, y al final del día de mañana no toda la familia estará en Gold Pride.
Lo cual sería todavía más traumático para el grupo, luego de años conviviendo con otros, no es tan simple cortar los lazos y olvidarse de todo lo vivido.
—Trataré de evitar la desintegración.
Patrick le dio una mirada de aprecio, junto con una media sonrisa.
—Sé que lo lograrás —agregó, y luego palmeó su hombro.
Marshall agradeció la confianza con un movimiento ligero de cabeza, se despidió con una inclinación y al salir al pasillo se encontró con la mirada medio asesina medio apasionada color ámbar profundo de Ava Storm, el contacto fue fugaz, pero tan intenso como para que su corazón latiera más duro.
Además de Ava, estaba Alexander, Trent y Tanya, la pareja del Alfa les estaba dando indicaciones al cirujano cuando interrumpió al acercarse.
—¿Todo listo?
Trent confirmó con la cabeza y luego le pidió a su hermana que repitiera lo último, Tanya saludó a Marshall con una sonrisa amable y volvió a su explicación. Del otro lado, Alexander estaba más concentrado en la puerta de la enfermería y Ava... Ella estaba luchando con las ganas de saltarle encima.
La tigresa había dejado de lado la sutileza desde hace meses atrás, Marshall solo se había dejado cazar, prefería que su vida terminase en manos de la mujer por la que perdió muchas noches de sueño que por el corazón defectuoso en su pecho.
—Las camionetas están cargadas —informó Dima saliendo de la enfermería.
Detrás de él iba Chiara, la nueva enfermera recién recibida a la que Gala estaba instruyendo. La joven tenía temblores nerviosos pero al mismo tiempo sus pupilas estaban dilatadas y su cuerpo en estado de alerta.
Sería la primera intervención de alto riesgo en su corta carrera profesional.
—Perfecto, hay que movernos.
Gala asintió hacia Marshall.
—Alex, Trent, Chía, Dima y yo iremos en la grande, ustedes dos ocupen la pequeña.
—De acuerdo —dijo Ava.
—Tengan mucho cuidado —Tanya los miró a todos, pero se detuvo en Marshall, ella no podía ser engañada, sabía bien que cualquier cosa podría pasar. Caer en una trampa era una posibilidad—. La empatía es su mejor arma.
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Editado: 08.08.2022