Ruge por mí [serie Gold Pride 3]

Capítulo 45

 

 

 


No fue sino hasta el atardecer que pudieron estar en la privacidad del interior de una camioneta gris proporcionada por Ember. Luego de regresar al punto de encuentro donde los esperaban el resto del equipo de Gold Pride y el clan Fire Hearts, Ava y Marshall se ocuparon de contener e identificar a las víctimas junto a Patrick, los demás se ocuparon de la organización del transporte. Desde el recinto destruido viajaron en una furgoneta vieja que era parte de la caravana de vehículos que dispuso el equipo de Kage.

Se hicieron llamadas, se agruparon a los cambiantes, y luego de repasar lo que se debía hacer unas tres veces, la caravana finalmente partió.

Ahora viajaban en vehículos más cómodos dejando una gran distancia entre uno y otro. Las furgonetas de gran tamaño tenían diferentes estilos, colores y logotipos para despistar pero Kage fue firme en su propuesta de intercalar automóviles comunes entre cada una para descartar cualquier apariencia sospechosa. Había cinco de ellas transportando un total de doscientas once víctimas cuyo destino por ahora era Gold Pride.

Una vez que todos estuviesen bien alimentados, aseados y curados, Patrick comenzaría a buscar familiares, parientes u organizaciones cambiantes.

—Patrick se veía realmente agotado —Ava habló por primera vez desde que entraron en la camioneta, removiendose inquieta en su asiento. Tenía la boca seca y un dolor horrible en la garganta—. ¿Crees que esté bien?

Marshall agarró el volante con fuerza. Él no había preguntado nada en todo el camino de regreso, y parecía decidido a mantener su silencio en este viaje. Ava no sabía si debía agradecerle o golpearle, ya no estaba segura de qué sentía, qué debía hacer. Lo que sí sabía era que el silencio ya no era bueno para su sistema y dormir era imposible.

Pensaba seriamente que no lograría un buen descanso en los próximos días.

—No quiero despertar las alarmas al pensar que algo ocurrió en la coalición y que Patrick necesitó distribuir su energía a los vínculos de sangre —Marshall hizo un chasquido y luego se pasó una mano por su mandíbula poblada por una capa no muy gruesa de barba—. Descuida, Patrick se cansa cuando se preocupa en exceso, debe ser eso.

Sonaba como si quisiese convencerse a sí mismo.

—Llegaremos pronto —Ella dijo, su mirada se detuvo en la pantalla del anotador digital con el gps activo, hizo una mueca al recordar todo lo que debía hacerse—. La coalición será un caos.

Marshall sacudió la cabeza.

—Suenas cómo si no estuvieras hablando del equipo coordinador que tenemos —dijo, echándole una mirada de reojo.

Ava fingió un gruñido.

—Tanya, Gala y Alex tendrán todo listo. No hay de qué preocuparse.

Pero Ava estaba preocupada, no podía controlar los latidos de su corazón y por esta vez no estaba relacionado con el hombre que estaba conduciendo. Los gritos y las imágenes corrían sin control incluso si no tenía los ojos cerrados, en ningún momento había dejado de pensar en su sobrina, había sido realmente difícil mantener la compostura cuando volvió a ver a Byron. En ese momento sintió que las palabras escaparían de ella al igual que las lágrimas, que dejaría caer sobre su hermano la horrible escena que había visto.

Y eso hubiera sido un error, porque su hermano no se quedaría callado.

Por fortuna, Ava se sostuvo en sus cabales, resistiendo como pudo, ocupándose de las identidades de las víctimas y gruñendole a Ember que sería necesario acceder a la base de datos de la ACC para saber si alguno de ellos estaba unido a algún tipo de organización cambiante, puesto que la gran mayoría no eran más que un montón de gruñidos, llantos, temblores y nervios.

En shock y confundidos, revelar información personal sería lo último que querrían hacer frente a un montón de desconocidos.

—Para de temblar —Patrick gruñó—. Haces que me ponga nervioso.

Ava abrió la boca para protestar pero de inmediato se dio cuenta del errático movimiento de su pierna derecha, llenó sus pulmones de aire y se obligó a pisar firme, sin embargo el temblor se movió  a su pulgar. Al menos ahí era más fácil de cubrir.

—Hey —Marshall casi ronroneó para ella, sujetó el volante con una mano y usó la otra para asir con firmeza la rodilla de Ava—. Todo estará bien —le aseguró compartiendo una rápida mirada—. Una vez que lleguemos a Gold Pride no volveremos a salir, de prefierencia durante un año o dos.

Ava quiso reír pero el sonido no le salió. Con su pecho temblando, su mente girando en un cruel torbellino de dudas, Ava cubrió la gran mano de Marshall con la suya.

Ya no sabía quién era, qué era ni qué pasaría con su familia si decidía compartir lo que había descubierto.

La oscuridad engullia las últimas luces del sol cuando cruzaron la entrada decorativa ubicada a un par de kilómetros al Este, habían cuatro de esas entradas, una en cada salida de Willow County hacia los cuatro puntos cardinales.

Si agudizaba sus sentidos podía percibir las fantasmales figuras moviéndose en la oscuridad, pertenecientes al equipo de seguridad que se ocupaba de la vigilancia del pueblo, dicho equipo estaba conformado por los cambiantes solitarios que vivían aquí y decidieron trabajar con Gold Pride para mantener a la gente segura.

Pronto ingresaron en las familiares calles pavimentadas de Willow County, hermosamente iluminadas por altas farolas de hierro tallado que emitían un resplandor suave. Pasaron por la zona comercial llenas de tiendas y edificios de entretenimiento, luego tomaron un desvío que conectaba con la ruta noroeste que los llevaría a los caminos de Gold Pride.

La noche había caído sobre ellos cuando transitaban por un camino de conexión principal. Ava se estaba quedando dormida pese a su gran resistencia y su negación a quedarse en la oscuridad, temía las imágenes que su mente atormentada pudiera construir. Marshall tomó una de las tantas desviaciones para llegar a un sitio donde poder aparcar.




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