—Informe.
El león alfa de Gold Pride esperó en silencio luego de dar por iniciada la reunión la mañana siguiente al desmantelamiento del recinto. Con una expresión agotada en el rostro, la mirada estrecha y fija más allá del alto cuerpo de Micah, quien era el que se había quedado frente a él, esperó.
El resto de los miembros de la junta se desplegaban a ambos lados del líder de las brigadas fronterizas.
Fue Alexander quien rompió el silencio.
—Milo hizo las cuentas —dijo, cruzandose de brazos se apoyó contra un librero ubicado a la izquierda del escritorio—. Para poder mantenerlos a todos debemos conseguir el triple de provisiones, al menos dos veces al mes. Las arcas de la coalición podrán seguir este ritmo durante unos dos o tres meses, luego de eso los números estarán en rojo.
Marshall vio la preocupación que el cocinero trataba de ocultar, tensaba su rostro.
Apoyando los puños sobre el escritorio, el alfa miró a la mujer que estaba en el lado opuesto a Alexander, Tanya asintió ante la orden silenciosa.
—Todavía es temprano para saber el estado de salud de todos —Tanya comentó, pasando una mano por sus rizos oscuros, la holgada sudadera beige la hacía ver mucho más pequeña de lo que era—. Nos llevará tiempo conocer las condiciones de cada uno.
—Pero tenemos algunos datos preliminares —agregó Gala, quien estaba a la derecha de la doctora—. La gran mayoría tiene cicatrices de perforaciones, quemaduras y cortes. Sanarán con el tiempo. Por ahora han pedido que tomemos como prioridad a las embarazadas.
A Marshall se le erizó la piel. Había atado cabos desde que las vio, gracias a lo que le había dicho Ava. Sabía que esas mujeres habían sido obligadas a concebir y llevar la mezcla genética en sus vientres. Ninguna fue violada, pero no estaba seguro de la diferencia entre una acción y otra.
—¿Alguna está en riesgo? —Le preguntó a la enfermera, controlando al mismo tiempo la ira caliente del león.
Gala parpadeó hacia él, luego sacudió la cabeza.
—No lo sabremos hasta realizar los análisis de rutina y obtener la información completa.
—Intentaremos dar la mejor atención a cada una de las víctimas —repuso Patrick, su ceño seguía contraído.
El león de Marshall se paseaba inquieto, sintiendo la inestabilidad de su alfa como un intenso picor sobre la piel.
—¿Qué es lo que te preocupa? —Le preguntó.
Sus cansados ojos verdes se fijaron en él.
—Nos quedaremos sin recursos —admitió con voz tensa—. Eso es inevitable cuando el crecimiento se acelera de golpe.
—Podrías pedir un incentivo a la ACC —mencionó Tanya con entusiasmo, parecía tener la misma inquietud del animal de Marshall, movía los pies como si quisiera brincar sobre Patrick para calmarlo. Adorable—. Las tasas de interés son bajas y podremos subsistir con eso el resto del año mientras buscamos otras fuentes de ingresos.
Los ánimos de los miembros de la junta aumentaron a medida que movían sus cabezas en acuerdo. Todos menos Patrick.
—Es una buena idea —afirmó—. Pero para obtener el incentivo debo justificar el incremento de miembros.
La sonrisa de conformidad se borró del rostro de la doctora, su voz fue de la seguridad a la preocupación en un segundo.
—¿Pueden hacernos algo si descubren el origen de los nuevos miembros?
Marshall podía ver en sus ojos la verdadera pregunta que había querido decir, ella estaba preocupada de que Patrick volviera a la cárcel.
—Yo estaría más preocupado por la forma en que fueron liberados —respondió Kenny moviendo un hombro—. Los policías son adorable gatitos esponjosos comparados con la gente de Kage.
Tiene razón, Marshall pensó en medio del silencio que las palabras del líder de patrulla dejó en la oficina, nadie de la gente de Ember había tenido piedad por ninguna persona en el recinto que no fuera aliada o víctima. No había regla, moral o ley que los detuviera.
Marshall capturó un movimiento por el rabillo del ojo, y vio a Micah esbozar una sonrisa torcida y sarcástica, él ladeó la cabeza ligeramente hacia un costado para dirigirse a Patrick.
—¿Ahora vas a cubrir a un maldito desconocido, que tiene un ejército armado y planea asaltos sangrientos a gran escala como si se tratara del menú del desayuno? —Al terminar su acalorada pregunta cerró la boca en una línea tensa, pero el gruñido seguía ahí, vibrando en su cuerpo.
Marshall podía ver la indignación ardiendo en sus ojos fragmentados de azul. Se movió para intervenir pero Patrick lo cortó con un movimiento de mano.
—No voy a permitir que la coalición vuelva a ser intervenida por la policía por ayudarlo —dijo el alfa, levantándose en toda su altura, flexionando los anchos hombros cubiertos por la tela roja de su camiseta—. Nos guste o no, no hay otra opción. Ember nos llevó hasta los tigres de Nora, cumplió la parte del trato, el silencio es nuestra parte.
—A menos que quieras ser un soplón —Alexander sugirió con un brillo mordaz y una sonrisa ladeada—. Nadie te detiene chico grande —le guiñó un ojo.
Con el rostro enrojecido de rabia ante la provocación, Micah encaró con toda la fuerza de su cuerpo hacia Alex solo para ser bloqueado por el firme brazo de Kenny.
—No es momento de freír al cocinero —dijo este, rodando los ojos—. La reunión todavía no termina.
Riendo por lo bajo, Alexander preparó los puños y los alzó a la altura de su rostro, saltando en un juego de pies.
—Sueltalo Kenny —dijo, lanzando golpes al aire—. Ya estoy listo.
Del otro lado, Gala suspiró. La enfermera rodeó el escritorio y a Patrick, al pasar tomó un rollo de cinta, cortó un pedazo con los dientes y se detuvo detrás de Alexander.
—Listo —dijo luego de taparle la boca con la cinta—. Problema resuelto.
En medio de los gritos inentendibles del cocinero, Gala se movió delante de él y lo obligó a abrazarla por detrás.
—Con esto se quedará quieto —dijo sonriente, pero sus ojos eran escalofriantemente negros—. ¿Seguimos?
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Editado: 08.08.2022