Ruido de Alas

Capítulo 2

Cuando llegaron al aeropuerto, él todo un caballero con ella, la ayudó a bajar del coche, mientras el chofer bajaba las maletas. Cuando estuvieron en el mostrador de la aerolínea, Ally, dio un jadeo de sorpresa al enterarse adonde irían.

—¿Es en serio? ¡A Puerto Rico! —No lo podía creer, miraba con total asombro la expresión triunfante de Will, esa sonrisa ladeada y mirada pícara que la dejaba sin respiración y hacía temblar su equilibrio—. Lo recordaste —La mirada de Ally se cristalizó un poco.

—Cada una de nuestras conversaciones es un tesoro para mí, Ally. Recuerdo perfectamente todo lo que me has dicho, incluso aquellas medias cosas o frases ocultas que no logro entender del todo. Dijiste que soñabas con visitar la isla, solo que no se te había dado la ocasión ni el tiempo. Voila, he aquí el momento, nuestro presente perfecto.

—Gracias.

Ally, se lanzó a los brazos de su esposo, abrazándolo, demostrándole cuán importante era para ella aquel gesto, cuanto lo amaba y todo lo que sentía en ese momento. Apreciando como Will, sin darse cuenta, alejaba cada miedo y temor que la perturbaban.

Mientras esperaban para embarcar, Ally, desenvolvió una chocolatina y comenzó a comerla distraída mientras revisaba su teléfono y avisaba a Levy a donde iría. La risa de Will la distrajo.

—¿Qué pasó? ¿Qué viste?

—Tú —. La cara de Ally era de total confusión, por lo que Will rió aún más. —Ally, prácticamente acabamos con la comida de la fiesta y ya tú tienes una golosina en la mano —dijo entre risas.

—De que hablas, ya ha pasado casi una hora que estamos aquí. No pretenderás que espere a subir al avión para lograr pillar algo—. Will, reía a carcajadas con solo verla y escucharla. Le dio un beso en la frente y le robó un mordisco de su golosina. —¡Oye!, ¿¡ahora quien es el gordito!? —Ally, lo miraba con burla y completa complicidad.

—Eh, sabes que eso jamás me ha importado. Eso del peso es solo un número más en la vida de cada quien. Es que es inevitable no reírme, eres un pozo sin fondo cuando se trata de comer.

—Bueno, pues ya sabes a lo que te atienes. Ahora, por andar burlándote de mí, tienes que conseguirme algo de tomar y otra chocolatina, esta era la última que traía. ¡Ve, ve!

Ambos empezaron a reírse de todo aquello, haciendo que algunas miradas de otros pasajeros se fijaran en ellos. Will, sin más remido, salió en busca de la solicitud de su esposa. Para cuando debieron abordar, Ally, ya había comido dos chocolatinas más, una barra de proteínas y dos botellas de té con limón, y Will estaba seguro de que pediría la cena en el avión antes de la hora de servir.

Cuando llegaron a San Juan, capital de Puerto Rico, era de noche y en el aeropuerto los esperaba un empleado del hotel con un cartel que decía: Sr y Sra. Pratt.

Ally, estaba más que encantada con el trato, era también una sorpresa donde se hospedarían; Will, había sido extremadamente meticuloso con todo y bien sabía que su mejor amiga y el mejor amigo de su esposo estaban implicados en todo.

A pesar de que Will, había visto el lugar por fotografías y videos, se sorprendió inmensamente cuando estuvo dentro de las instalaciones, tanto como Ally, quien tenía una sonrisa radiante y la mirada brillante, casi podía jurar que le había adelantado las navidades.

—Créeme que he visitado muchos hoteles y nada se compara con esto, parece sacado del paraíso, algo mágico—. Ally, miraba todo a su alrededor, detallando, apreciando y disfrutando como nunca.

—Síganme por favor —dijo el mismo empleado que había ido por ellos al aeropuerto y quien se había encargado de todo a su llegada al hotel—. Los llevaré a su suite, estaré a su disposición para lo que necesiten durante todo el tiempo que estén en el hotel y en la isla. Son bienvenidos.

—Disculpe ¿cuál es su nombre?

—Zahir. A su disposición, señora—. A Ally le hizo gracia que la llamara de aquella forma, tendría que acostumbrarse.

—Muchas gracias por todo, Zahir —dijo ella agradeciendo su amabilidad y atención, el hombre le sonrió amenamente para luego detenerse frente a una puerta. Le entregó una tarjeta a Will, indicándole que esa era la llave de la suite y que si se le extraviaba solo debía comunicarse con él, para cancelarla y le asignaran una nueva.

Luego les había mostrado la gran suite que tenían a su disposición. La habitación era espaciosa y encantadora, muy moderna, con terraza al aire libre dando una vista al mar en la que te podías deleitar todo el día, era indescriptiblemente hermosa, relajante, el cielo lleno de estrellas, era algo mágico a la vista y mente de los enamorados. Zahir, les había dejado un folleto con todas las opciones de actividades y disfrute que podía realizar a partir del día siguiente, así como también les explicó que todas las comodidades y áreas del hotel estaban abiertas a su disposición, cada una de las piscinas privadas, la playa, el spa, la cafetería, el centro de deportes acuáticos e incluso clases de yoga.

Sin embargo, los nervios volvieron a invadir a Ally, no estaba muy segura de que hacer y que no, estaba mirando por las puertas corredizas de la terraza hacía el inmenso mar, no lograba ver el horizonte por lo oscuro de la noche, por más que trataba de relajarse con el suave sonido del oleaje, su cabeza iba a mil revoluciones por segundo sin lograr concretar nada en lo absoluto, estaba asustada, ese miedo duro y frío se estaba apoderando de ella a pasos agigantados.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 17.11.2020

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