Hacia un dia hermoso cuando Rulam despertó para desayunar con su padre antes de partir al campo y seguir con su cansada rutina, ''hijo, hoy tendrás un dia de descanso, te haz esforzado mucho ayudando a tu padre en el trabajo y aun eres muy joven, también necesitas distracciones, para nosotros aun eres un niño''.
Rulam asintió sin decir mas nada. ¿Pero que hacer en su dia libre? no había nada que a Rulam le llamara la atención, recorrer las calles de la aldea si bien no era aburrido tampoco era algo que le apasionase, en cambio prefería seguir aumentando su poder para cumplir su único objetivo.
''Rulam, he visto que eres un niño muy inteligente, tu habilidad con los números es increíble, escuche del sacerdote de la iglesia que existe un viejo cofre con una cerradura espiritual sellada por los mismos dioses, aunque si bien es verdad que eso no tiene nada que ver con las matemáticas, podrías ir a echar un vistazo''. Con una sonrisa que sonrojo al mismo Rulam, su padre hacia notar la confianza que le tenia.
''Esta bien, le echare un vistazo pero no prometo nada, si estas hablando del cofre en el cartel de la aldea, no creo tener la capacidad de romper el sello, ni siquiera los guerreros y sacerdotes mas poderosos y sabios han tenido la mas mínima posibilidad''. Contesto Rulam con modestia, el sabia que un cofre sellado con energía espiritual tan inferior, no era nada comparado con las enormes puertas del castillo real del príncipe demoníaco, pero aun era temprano para hacer notar sus habilidades.
''Iré contigo''. Su padre se puso de pie y salio antes que Rulam.
''¿Estas bromeando? no escaparas de tu trabajo tan fácilmente, viejo perezoso!'' La enfurecida madre de Rulam dio un tremendo salto, a una velocidad que casi rivalizaba con la de Rulam y sosteniéndolo de una oreja metió en rastra a su padre, que tenia la cabeza enrojecida como un tomate.
''Nunca imagine tener unos padres tan enérgicos'' Rulam sonrió hablando en voz alta.
Al mismo tiempo sus padres rieron a carcajadas.
''Hacia tanto tiempo que no me sentía tan feliz; En esta vida, no perderé a ninguno de mis seres queridos, juro que los protegeré con mi vida. Padre, madre...''.
Una larga fila se extendía por todo lo ancho del templo, Rulam pregunto al ultimo formado en ella, ¿es esta la fila para probar suerte con el cofre sagrado?.
Un hombre de mediana edad, de algunos dos metros de altura y un cabello largo de color negro azabache le respondió con un -Si-. ¿En verdad quieres intentarlo? apenas eres un niño, es mejor que no pierdas tu tiempo aquí y dejes esto para mi, el gran Obeiron.
Rulam no respondió y asintió callado.
''¿Obeiron?. Con ese físico tan imponente, ¿el sera un mago?''
La fila avanzo muy lentamente, nadie se quería rendir solo al intentarlo y fallar, finalmente era el turno de Obeiron, Rulam tenia algunas expectativas puestas en el, podía detectar una pequeña luz de energía espiritual viniendo de su aura, aunque era miles de veces menor a la de Rulam, aun así, el no era el tipo de persona que juzgaría un libro por su portada.
Todos y cada uno de los participantes permanecía atento al siguiente en intentarlo, nadie quería perderse la apertura del cofre, se dice que fue sellado por los mismos Dioses antiguos y si ese era el caso, entonces su contenido no podía ser nada despreciable al final de cuentas.
Obeiron, con un grito muy fuerte concentro una cantidad inmensa de energía arcana en ambos brazos. ''Muchos han intentado abrir el cofre con trucos baratos, nadie jamas lo logro y se muy bien porque, solo el poder de los músculos arcanos podrán revelar el secreto que yace dentro de este cofre, abran bien los ojos''.
El sujeto de mas de dos metros de altura y casi 200 kilos de peso levanto el enorme y pesado cofre con ambos brazos con la intención de romperlo en mil pedazos.
Todos miraban fijamente mientras gritos de esfuerzo se escuchaban incluso a cientos de metros de distancia, los gritos provenían de Obeiron.
Un aura de tonalidades rosadas era emitida por esta persona, parecía que la misma gravedad a su alrededor sentía los estragos de su inmenso poder arcano.
Transcurrida una hora, el gigantesco hombre callo de rodillas con la mirada perdida. ''En verdad es imposible, este cofre no pertenece a este mundo.'' Cuatro personas tuvieron que sacar cargando al conmocionado Obeiron.
Finalmente era el turno de Rulam.
Todos habían puesto mucha atención y toda su confianza en Obeiron, el era conocido como uno de los luchadores mas fuertes del reino, pero lo mismo no pasaba con Rulam que a simple vista era solo un niño campesino.
Nadie le tomo importancia a Rulam y mas bien compartían su opinión sobre la anterior demostración de poder de la cual habían sido testigos.
Rulam se acerco lentamente al cofre y al ver la cerradura sonrió.
''así que se trata del cerrojo de Dungma.''
Inmediatamente todas las miradas de los allí presentes se posaron sobre el niño frente al cofre, se escuchaban muchas voces preguntar sobre el cerrojo de Dungma pero nadie parecía poder responder a esa pregunta, ¿ ese niño, estará de broma?.