Sabana-
—¡Sentimos la tardanza! —me disculpo bajando del auto rápidamente —. Queríamos que las decoraciones quedarán perfectas y se nos fue el tiempo —me disculpo con Candace.
—Tranquila, todo luce maravilloso —felicita recorriendo la mirada por todos los objetos.
Mi madre tiene un don para las decoraciones, con las flores que obtuvimos en el festival fue capaz de crear centros de mesas, guirnaldas, unos extravagantes floreros y coronas para los invitados.
Todo preparado con sumo cuidado, cariño y dedicación.
Quizá debería de cambiar de profesión.
—¿Trajeron ropa para la fiesta? —se fija en mis harapos llenos de pintura, pegamento y residuos.
—Por supuesto —respondo de inmediato —. Benjamín me comentó que podía cambiarme aquí —digo nerviosa —. Aunque viendo el lugar no me queda más opción que hacerlo entre los arbustos.
"El área de la fiesta", por llamarlo de alguna forma, consistía en un hermoso jardín debidamente cuidado, con algunas mesas repartidas por el lugar, junto a inflables, unas canchas deportivas, un área exclusiva para las niñas que consistía en un castillo a tamaño real. Un cumpleaños por todo lo alto.
Candace ríe ante mi comentario.
—Hay una casa en la propiedad, ahí se preparan los aperitivos, y será un lugar de transición para la familia y los invitados más allegados. Son más que bienvenidas a asearse y cambiarse allá.
—Muchas gracias, señora Candace. Iremos luego de bajar todos los arreglos de auto —me dispongo a cargar una guirnalda.
—No tienen que preocuparse, contraté personas para que ayuden. Lo que necesito es que Clarissa termine de darles instrucciones y ellos se pondrán a trabajar.
Volteo en busca de mi madre, y ya se encuentra con el equipo de trabajadores que Candace mencionó.
Wow. Eso fue rápido.
—¿Por qué no vas a cambiarte? Clarissa tiene todo bajo control —asegura.
—Si, no lo dudo.
Abro la puerta del auto, saco mi bolso del asiento del copiloto y vuelvo a fijar la vista en Candace.
—La sigo —sonrió sin mostrar los dientes.
Ella imita mi acción y me encamina hacia la residencia.
Estoy sumamente nerviosa. No es mi primera vez conviviendo con la familia de Ben, pero es mi segunda vez estando sola con un miembro de su familia.
No logro acostumbrarme a el sentimiento de ansiedad por el miedo de arruinar todo con una palabra, o una mala oración. En cambio, me limito a responder de manera corta y precisa.
¿Eso también podría arruinarlo?.
¡Que frustrante! Debo dejar de pensar que todo podría arruinarlo, o terminaré arruinándolo.
—Gracias por invitarnos —murmuro nerviosa.
Ben es mucho mejor que yo en estos momentos, él puede entablar una conversación con cualquiera sin problema. En cambio yo, puedo hacerle frente a quienes me denigran, pero no a quienes tienen buenas intenciones.
Siento que en cualquier momento podría alejarlas.
Pero ya es suficiente.
—No tienes porque agradecer, querida —responde con una sonrisa —. Yo soy quien debería de darte las gracias, Clarissa y tu hicieron un increíble trabajo con los arreglos, además de que los prepararon pensando en mi pequeña —su sonrisa se agranda —. Eso me hace aún más feliz.
Le devuelvo la sonrisa. Y junto a ese simple gesto mis dudas se desvanecieron.
Estuve ansiosa por nada.
—Es aquí —anuncia a unos metros de la residencia.
Es una cabaña, parece una casa de muñecas gigante. Entiendo perfectamente porque alquilan este lugar para fiestas infantiles, es un perfecto escenario.
—Puedes cambiarte en la habitación con la puerta azul, esa es la habitación de Ben —anuncia.
—¿Y en dónde está Ben? —pregunto un poco nerviosa.
No he podido olvidar nuestro "casi" momento. De no ser por ese pequeño incidente, me habría acostado con Ben.
El sentir su piel contra la mía, el revoltijo de emociones y sensaciones que me hacía sentir con solo una caricia...
Sería maravilloso.
—Él está terminando de arreglar unos detalles en cuanto al entrenamiento de los niños —su voz me saca de mis pensamientos.
Asiento evitando su mirada. Puedo sentir mis mejillas sonrojadas de solo pensarlo.
¿Está haciendo calor aquí?¿O solo sería el que emana de mis lujuriosos pensamientos?.
—Muchas gracias —le sonrió.
Me dispongo a subir la escalera, al llegar al piso de arriba es sencillo encontrar la habitación designada, ya que cada puerta es de un color diferente.
Me gusta ese detalle.
Entro tranquilamente, dejo mi bolso sobre la cama y empiezo a sacar el vestido rosado con estampado de flores que usaré, junto con unas zapatillas doradas.
Saco también mi ropa interior cuidadosamente preparada y una toalla.
Entro al baño colocando lo antes mencionado sobre un pequeño mueble.
Me desvisto, recojo mi cabello y dejo caer el agua sobre mí.
Cada vez que cierro los ojos puedo revivir lo sucedido anoche. Me transportó a ese momento y repaso con mis manos todos los lugares que él recorrió.
Estás hormonas acabarán conmigo, las hormonas y, por supuesto, Benjamín.
Salgo de la ducha rápidamente.
Mientras menos tiempo esté sola con mis lujuriosos pensamientos, mejor.
Me seco lo más veloz que puedo, me coloco la ropa interior y salgo de la habitación sin taparme soltando mi cabello.
Me detengo abruptamente.
Mi respiración se acelera, al igual que mis latidos, mi boca está entreabierta debido a la sorpresa.
Benjamín me mira de igual manera.
Por alguna extraña coincidencia de la vida, estoy empezando amar las coincidencias, ambos nos encontramos en ropa interior uno frente al otro.
Gotas de sudor resbalan por su pecho, y gotas de agua resbalan por mi escote.
Nos mantenemos en esa posición simplemente mirándonos. Ninguno tiene el valor de acercarse, porque al hacerlo no podremos controlar nuestro deseo.