Sabana-
—Esto tiene que ser una broma —suelta Ben incrédulo.
—¿Qué? —Ian deja las maletas en el suelo y lo mira fijamente.
—¿De verdad vamos a dormir todos en una habitación? —pregunta por tercera vez.
—Lo diré por última vez, es una suite. Y si, los seis dormiremos aquí —Ben pone los ojos en blanco —. Tiene cuatro habitaciones, una cocina y sala de estar espaciosa, además solo estaremos una noche aquí.
—Yo mantengo que podríamos haber dormido cada en habitaciones separadas.
—¿Nuestra presencia impide que tengas sexo con Sabana? —se burla Megan haciéndome sonrojar —, ¿Acaso iban a tener sexo sobre la mesa de la cocina?.
—Era una posiblidad que tendré que descartar por su presencia. Sin ustedes aquí, no habría límites —continúa el juego haciéndome sonrojar aún más.
Desvío la mirada evitando que vean mis mejillas sonrojadas.
"Te confieso que para esta noche tengo muchas fantasías en mente"
No puedo sacar de mi mente esas simples palabras.
Después de ese momento cada mirada, cada gestó, cada roce de su piel con la mia me pone en alerta, me deja deseosa de más.
Y pensar que estaríamos solos me llenaba de nervios y emoción, pero esa posibilidad es aniquilada por la presencia de mis amigos.
Sumamente lamentable.
—Háganme un favor y no tengan sexo esta noche —suelta Megan —. No quiero oír sus gemidos desde mi habitación —exagera.
—Entonces ustedes tampoco pueden hacerlo —la apunta Ben —. Tienes pinta de ser bulliciosa.
Abre la boca sorprendida, busca ayuda en Ian pero él suelta una carcajada confirmando el comentario de Ben.
Poco a poco su risa nos contagia a todos menos a Megan, quien cubre su rostro completamente rojo mostrándonos su dedo medio.
—Jodanse.
—Ven aquí, mi amor —Ian la abraza besando su cabello.
Megan rodea sus brazos y se acerca más a él.
Los miro con una sonrisa en el rostro.
—Si me permiten, voy a preparar la cena —dice tímidamente Clove.
Nos observa en busca de aprobación.
Es un alivio que este buscando redención, esos pequeños detalles hacen que su cambio sea genuino que nuestros ojos.
Pero aún así, no me siento totalmente lista para soltar el pasado.
—Te ayudó —me ofrezco.
—Yo también —dice Megan.
La miro con la ceja levantada.
¿Estara intentando sabotear su cena o es para asegurarse que no le va a poner nada a nuestra comida?.
Nuestras miradas se cruzan y no es necesario palabras para comprenderla.
Al igual que yo siente recelo hacia ella.
No estamos listas para soltar.
—¿Estas segura? Porque yo puedo ayudarlas —propone Ian.
—Dijeron que debo darle una oportunidad, así que eso haré —vuelve a fijar la mirada en mi —. Aunque no esté del todo convencida.
La habitación se sume en el silencio. Megan y su impresionante sinceridad en acción.
—Vamos entonces —rompo el silencio —. Se hace tarde y muero de hambre.
Camino hacia la cocina sintiendo los pasos de ambas a mi espalda.
Va ser un viaje difícil, más difícil de lo que pensé.
Al llegar a la cocina el ambiente se vuelve aún más incómodo. ¿Sera por las paredes que encierran la habitación? ¿Los chicos hacían del ambiente más ligero? ¿Por qué carajos me ofrecí?.
Megan le lanza miradas hostiles a Clove, y esta hace un gesto de desagradó segundos después.
Llevan con esa actitud desde la tarde, llegó un momento en el que colmo la paciencia de Clove y temo que pueda empezar una discusión, y conociendolas, las arrastrará a una pelea.
Como el último día de clases, Megan se harto de Clove y le dio un golpe a puño cerrado, ambas terminaron en dirección y fue todo un escándalo ya que ambas eran de escuelas diferentes.
—¿Qué preparamos? —trato de desviar su atención del rencor que se tienen.
—Supongo que algo ligero, todos estamos muy cansados —propone Clove.
—Tienes razón, soy capaz de dormir a penas toque la almohada —intento hacerlas reír, pero no funciona.
Parece que Ben es el carismático en esta relación.
—Preparemos un sándwiches entonces.
Cada una busca un ingrediente y empezamos hacerlos sin emitir una palabra.
Estos momentos me molestan.
—Ustedes continúen haciéndolos, voy a calentarlos.
—Pero no hay sándwichera —comenta Megan.
Y Clove reprime una risa que tiene toda la pinta de ser sarcástica.
—Puedo calentarlo en un sartén —me apresuró a decir —. No hay problema.
Enciendo la cocina y comienzo mi cometido.
Suspiro agotada.
Ben, si puedes escucharme, ven y salvame. O ayudame a pensar en una forma de arreglar esto.
Una risa proveniente de la sala de estar rompe el silenció.
Más risas se escuchan luego y voces animadas.
Me asomo a ver que sucede y encuentro a los chicos frente al televisor riendo y hablando animadamente.
Los hombres la tienen tan sencillo, no hay hipocresía, ni chismes, ni nada. Sus relaciones son muy transparentes, se caen bien o se caen mal, no hay punto medio.
Que simple.
Si tan sólo pudiéramos imitarlos, así estas dos dejarían de verse de reojo, se terminarían los silencios incómodos y podríamos terminar nuestra labor entre risas y charla. En vez de eso, están lo más alejada posible, con la tensión creciendo cada vez más y un inquietante olor a quemado.
¿Olor a quemado? ¡Carajo!.
Corro a la cocina y saco del sartén lo que hace unos segundos era un sándwich.
¡Carajo!.
Carcajadas resuenan tomando por sorpresa.
—¿Cómo pudiste tostar tanto un pan? —pregunta Megan entre risas.