Una semana.
Apenas había pasado una semana desde que Lucas se había ido.
Lo extrañaba y mucho.
¡Rayos!
¿Tanto me había acostumbrado a él? Tenía serios problemas.
Mi madre había notado mi tristeza, así que casi todos los días preparaba cosas deliciosas para subirme el ánimo, lo cual agradecía mucho. Salí un par de veces con Kevin y Luis, y nos habíamos divertido, pero no era igual sin el pelinegro.
Tal vez sonará exagerado, pero me había acostumbrado a verlo todos los días y se sentía extraño no poder ir a su casa con la esperanza de encontrarlo tirado en su cama, como siempre.
Ni una sola vez el padre llamó a la casa de tía Trina y ella no se atrevía a llamarlo, alegando que no quería hablar por accidente con su actual esposa, pero después de dos semanas Lucas llamó y dijo que todo estaba bien, que no era tan malo. Desgraciadamente no pude hablar con él y solo me mando saludos y un abrazo.
Y así pasó todo el verano, tedioso y algo aburrido, y por primera vez desee que acabara rápido.
🍁
Estaba soñando que estaba en un parque de diversiones y me iba a montar en una gran montaña rusa, me subí y justo cuando empezaba a descender, sentí que algo me zarandeaba insistentemente.
—¡Elián! ¡Elián, cariño, despierta! —Abrí mis ojos lentamente y vi a mi madre que me sonreía emocionada y me seguía zarandeando.
—¿Qué pasa...? —Me levanté perezoso y restregué mis ojos.
—¡Es Lucas! Vi un auto negro estacionarse hace poco frente a la casa de Trina, estoy segura que era de su padre, así que vine a avisarte.
Rápidamente me incorporé y mi corazón empezó a latir con fuerza emocionado.
—¿Es en serio? —pregunté esperanzado, mientras mi madre asentía.
—Báñate y baja a desayunar, hueles feo —dijo ella riendo y saliendo de la habitación.
Que madre más amable
Aunque era cierto, así que feliz entré rápidamente a ducharme. Mientras me terminaba de colocar los pantalones, escuché el timbre y me emocioné pensando que podría ser Lucas.
Rápidamente me terminé de vestir, cuando mi puerta se abrió de par en par y alguien se abalanzó sobre mí.
—¡Eli! —Solo pude distinguir una cabellera negra y unos ojos verdes antes de caer en el piso, con el peso de su cuerpo aplastándome.
Gemí de dolor, a lo que Lucas se levantó rápidamente asustado.
—¿Estás bien? ¿Te golpeaste muy duro? —preguntó inspeccionándome. Yo solo pude sonreír y estrujarlo entre mis brazos.
—¡Regresaste! —exclamé feliz
—¡Sí! Te extrañé muchísimo —dijo estrujándome aún más si era posible.
—Yo también.
—Chicos, vengan a desayunar —Se asomó mi madre.
Ambos nos separamos y bajamos. Mientras comíamos lo bombardeé a preguntas sobre cómo era su familia, si no se había aburrido y cómo la había pasado.
—¡Eh, cálmate! Déjame tragar —respondió Lucas con una carcajada.
—Lo siento, traga, traga.
—Bueno, debo decir que no fue tan malo, tenían una genial consola de videojuegos. Fuimos a pasear a muchos lugares y conocí a mi hermanita, la cual es una dulzura. En cuanto a su esposa, no es una mala persona. Así que, en conclusión, estuvo bien.
Asentí y seguí comiendo.
—Aunque... Aun así me hiciste mucha falta, y los chicos también, casi no había niños de mi edad y los que había no me agradaban. Te extrañé mucho y espero que tú también lo hayas hecho —dijo esto mientras me señalaba con el cubierto acusadoramente.
—Lo hice... —Le sonreí, a lo que él asintió satisfecho y siguió comiendo.
En la tarde nos reunimos con Kevin y Luis, los cuales estaban contentos de volver a ver a su amigo.
Ya en la noche me encontraba en su habitación. Nos pusimos a charlar mientras veíamos televisión, sin prestar mucha atención a la programación que estaban dando en ese momento, por eso me sorprendí un poco cuando al voltear a ver la pantalla me encontré de frente con una pareja dándose un beso, bastante largo además.
— ¿Crees que se sentirá bien eso de pegar tu boca a otra persona? —pregunté, sin apartar la mirada de la escena.
—No sé, se ve raro —dijo Lucas mientras comía unas papitas.
Me encogí de hombros.
—Parece que la gente lo disfruta. —agregué al ver como la pareja se sonreía y se abrazaba.
—Mi mamá me dijo una vez que esas cosas se hacen con alguien muy importante para ti, alguien a quien quieras mucho y que el primero es muy importante, aunque no entendí del todo. —Se sentó en la cama mientras yo seguía en el suelo frente al televisor.
Alguien a quien quieras mucho...
—Bueno, apenas tenemos doce años, no creo que eso importe mucho ahora —le dije tratando de restarle importancia al tema. Por alguna razón al escuchar las palabras de Lucas, se me hizo vergonzoso continuar.
—Ya vamos a entrar en secundaria, seremos más grandes —mencionó, elevando sus brazos.
—Supongo...
Estuvimos en silencio por un buen rato, ambos mirábamos la película, hasta que Lucas, de repente se bajó de la cama y se sentó frente a mí.
—Eli...
—¿Qué? —Lo miré un poco nervioso por la cercanía.
—Sabes que yo te quiero mucho, ¿verdad?
Me extrañó su pregunta, sobre todo porque la hizo con una seriedad que no era común en él.
—Sí, lo sé, yo también te quiero mucho Lucas, pero no entiendo.
¿A qué viene esto de repente?
Él desvió la mirada hacia el televisor, se le notaba un poco ansioso.
—Es que... quiero preguntarte algo
—¿Qué es? Me estas asustando —respondí, mientras una sonrisa que intentaba aligerar el ambiente, aparecía en mi rostro.
—Tranquilo, no es nada malo... Creo... —Me tomó de los hombros y me miró con esos bonitos ojos verdes, que me observaban fijamente al punto de hacerme sentir un pequeño escalofrío.
—Ha-habla de una vez, desembucha —le dije tratando de no desviar mi mirada.