ᴍᴇ ᴅᴜᴇʟᴇs

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9 ᴠᴀs ᴀ ʟᴏɢʀᴀʀʟᴏ

Pasó una semana desde la linfografia.

Afortunadamente fue una semana de descanso del hospital y los doctores.

Mientras preparaban los informes, creyeron que era lo mejor, para que pudiera descansar después de tan estresante procedimiento.

Eran las 8,30 de la mañana, abrí mis ojos, un tibio sol entraba por la ventana de mi habitación, sonreí. Miré el espacio vacío en mi cama, pero por el aroma a café recién hecho, supe enseguida donde estaba el dueño de mi corazón.

Se abrió la puerta y entró con una bandeja con el desayuno que acababa de preparar. Me dedicó una bella sonrisa al verme despierta.

—Buen día bonita. ¿Cómo te sientes hoy? ¿Más fuerte?

—Buen día amor, a tu lado me siento increíble. Gracias por el desayuno, se ve delicioso.

Desayunamos tranquilos, conversamos de nuestra semana, de Vera y nuestros amigos y del trabajo. Al terminar, Val retiró la bandeja, se recostó a mi lado, me abrazó tiernamente, me miró fijamente a los ojos, me dió un dulce beso, acaricié su mejilla, sin dejar de mirarnos.

—He soñado, fantaseado e imaginado las mil maneras en las que voy a hacerte el amor y todas me vuelven loco.

—¿Es cierto eso? Porque en mi situación no creí que me siguieras encontrando atractiva...—respondí con mucha tristeza.

—Oh, no. Tú no puedes decirme ésto. Eres la chica más hermosa y tierna que he conocido y no quiero escucharte decir eso nunca más. Eres demasiado hermosa, demasiado para alguien como yo.

—Oh, no. Tú no puedes decirme ésto.

Nos miramos y reímos felizmente. Cuando la sonrisa comenzó a dejar nuestros rostros, nuestros labios se encontraron, con deseo, nuestro beso se tornó voraz y apasionado. Nos abrazabamos acariciando nuestros cuerpos. Los dos sabemos desde hace tiempo que nos deseamos, que deseamos estar juntos y conocer cómo se sienten nuestros cuerpos al convertirse en uno. Todas las señales apuntaban a que nuestro momento íntimo había llegado. Pero él se apartó dejándome con ganas de tomar el siguiente paso.

—Tengo miedo Clari. No quiero lastimarte, ni hacerte daño.

—No amor, tú lo único que puedes hacerme es todo lo contrario. Nos amamos, hace tiempo que fantaseo con éste momento, por favor, no pares. Quiero sentirte...

Y eso fue todo lo que necesitó escuchar.
Los besos se intensificaron, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos suavemente, besó mi cuello que latía por el deseo, desprendió la parte de arriba de mi pijama, dejando mis pechos expuestos, los miró, sonrió, buscó mi boca y me besó apasionadamente.
Pero entre todo ese éxtasis y pasión, algo vino a mi mente como un balde de agua fría. Lo aparté con mis manos y le dije sería:
—Amor, tengo que confesarte que no estoy usando protección de ningún tipo, hasta que me diga la doctora cual va a ser mi método anticonceptivo.

—Ahh no te preocupes por eso bonita, yo nos cuido por los dos, tú tranquila.

—Eres...— y no me dejó culminar la frase, sus besos en mi boca callaron mis palabras. Sus caricias me volvían loca, es tan dulce, tan sensual a la vez.
Quitó su ropa y contemplé su desnudez, su cuerpo desnudo era escultural, sexy. Terminó de sacar mi ropa lentamente, yo sentía el calor subiendo por mi rostro.

—Eres preciosa, voy a hacerte mía, pero quiero que sepas algo... Una vez que te haya poseído, serás mía para siempre, ¿estás lista?

—Nada más deseo en mi vida, hazme tuya por favor.

Al responderle ésto me besó locamente, se arrodilló, buscó algo en su mesita de noche, sacó un condón, se lo colocó ante mi atenta mirada y excitación, se recostó arriba mío y todo lo que sucedió a continuación fue mágico. Me hizo sentir todo lo hermoso del amor, el respeto con el que me trató me emocionó hasta las lágrimas. Por ese momento mágico olvidé mi situación, mi sufrimiento y mis preocupaciones. Tenía a un caballero en mi cuerpo, que me amaba y me hacía amarlo sin límites.
Terminamos, pero no dejó nunca de besarme, de decirme cosas hermosas, entrelazó sus manos con las mías al costado de mi cabeza y con un susurro dijo:

—Eres mía, sólo mía ahora. Voy a cuidarte, respetarte y amarte incondicionalmente. Te amo Clari.—instintivamente comencé a llorar, no podía controlarlo. Él me miró de una manera tierna, secó mis lágrimas con sus dedos, sonrió.—Tranquila bonita, sé que pasan muchos pensamientos por tu mente y sumado a las emociones que acabamos de vivir, te generen ésta emoción. Estoy contigo, vas a estar bien.—me abrazó con fuerza, besó mi cabello y así de esa manera nos dormimos juntos, muy juntos.

Pasaron unas horas, se hizo el mediodía de éste sábado que comenzó de la mejor manera. Despertamos, sonreímos, nos besamos. Val fue al baño, abrió el agua de la ducha, nos dimos un baño tibio, nos relajamos.

Cuando nos estábamos vistiendo, sonó su celular. Era Vera.

—Hola hermanito ¿qué hacían?

—No puedo darte tanta información...

—Mmmm interesante. Vengan a almorzar a Connor. Tengo una sorpresa para ustedes.

Los dos nos intrigamos por la sorpresa que anunció Vera, asique fuimos hacia Connor. Bajamos del vehículo, Val tomó mi mano y entramos en busca de Vera, estaba en la barra, conversando con alguien, quien estaba de espaldas a nosotros, por lo tanto no sabíamos quién era.

Al acercarnos, Vera nos vió, levantó su mano y comentó:

—Y acá están ellos. Tortolitos les presento a Iván, el chico que conocí en el portal de la facultad, vino a conocer la ciudad.—cuando giró para saludarnos y lo ví a la cara, creí que moría, mi presión arterial se fue al suelo y con ella mi vida entera. Mi rostro se transformó de una manera tal que Valentino me tomó de los brazos al momento que me preguntaba:

—¿Estás bien? ¿Qué ocurre cariño?

El desconocido forzó una sonrisa de lado y dijo en tono sarcástico:

—Que gusto verte Clara.—Valentino lo miró, luego a mí.

—Amor ¿quién es?

—Es el hermano de Samuel...

 



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En el texto hay: basada en hechos reales

Editado: 16.04.2022

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