—Mi amor. ¿Dónde te encuentras?
—¡Voy!
La casa de Valentino es muy grande. Nuestra habitación está en la planta de arriba, asique cuando lo llamé, tardó un rato en llegar.
—Aquí estoy mi niña ¿qué ocurre?
—Por favor, haz algo. Me duele... ¡Me duele mucho!—tenía un dolor insoportable, era interno, comenzaba en mi hombro izquierdo y recorría mi brazo hasta la muñeca, me hacía llorar, no lo aguantaba.
—Ay amor. Llamo al doctor Rojas. Dime por favor qué tipo de dolor es así le explico. Tranquila, ya va a pasar. No llores bonita.
—Siento... Siento como electricidad. Como que me pincha, es doloroso, no lo aguanto. Ayúdame por favor...—no podía ni pensar, quería cortar mi brazo, así de desesperada estaba. Valentino se apresuró a llamar al doctor y contarle todo, nos pidió que fuéramos.
Llegamos al consultorio, yo no paraba de llorar, Val estaba desesperado, no sabía cómo aliviarme.
—Clara tranquila, estarás bien. ¿Cuando empezó éste dolor?
—Hace unos días. Pero no era tan intenso. Lo aguantaba. Pero ahora no, necesito que haga algo por favor, se lo ruego.
—Estoy casi convencido de que puede ser Herpes. ¿Tuviste varicela de pequeña?
—Si, tuve.
—Entonces es muy probable que sea. Van a salirte unas ampollas de agua, en el recorrido del nervio. Porque te explico, el herpes es eso. Es un dolor punzante que recorre los nervios, es lo más parecido a la electricidad. Después aparecen unas ampollas, no puedes rascarte ni lastimarte, será peor. Clari, los días posteriores a la quimioterapia tu organismo está débil y vulnerable, probablemente tengas varias afecciones de éste tipo. Es inevitable. Debes descansar lo más posible. Voy a recetarle algo para aliviar tu dolor.—mi rostro se iba transformando a medida que el doctor hablaba, Val me tomó por lo hombros, besó mi cabello, me tranquilicé porque él está ahí, mi compañero.
—Estoy asustada, no quiero que me suceda todo eso...
—Tranquila, estamos nosotros para ayudarte. Tienes a Valentino, a mí y a tu enfermera, nada va a sucederte Clara.
Los siguientes días hasta que salieron las ampollas fueron una tortura. Traté de aguantar todo lo que pude, porque temí que Valentino se cansara de mí.
Era un sentimiento que por momentos me agobiaba.
El dolor del Herpes Zóster es insoportable, no le deseo a ningún humano pasar por esa pesadilla.
Las ampollas salieron en mi hombro izquierdo, siguieron por mi axila, recorrieron todo mi brazo hasta la muñeca, el homoplato y parte de mi espalda. Vivía sin ropa, o si debía salir lo hacia con ropa ligera, parecía como si anduviera abrazando una sandía imaginaria, no podía apoyar el brazo, el dolor era insostenible.
Cómo pude pasé los días, siendo fuerte, delante de Val era extremadamente fuerte, pero al encontrarme sola gritaba del dolor.
Llegó la segunda sesión de quimio.
Me internaron, pasaron la medicación, todo iba bien, pero al aplicar el último remedio, el de las náuseas, mi mundo se ponía de cabeza. El malestar, los mareos, la cabeza rara, las pesadillas, por Dios, eran cada vez peores y más reales.
Volvimos a casa al día siguiente, un baño tibio y dormir, demasiado, hasta perder noción de si me despertaba el mismo día o el siguiente.
Y él estaba ahí. Su sonrisa hermosa siempre estaba ahí. Sus cálidas manos, su compañía, su amor, todo eso estaba ahí para mí. Él tanto y yo tan poco.
—Bonita, estuve pensando en algo. Pero no te angusties, es sólo una idea. ¿Quieres que avise a tus padres? Quizás su presencia te haga bien.
Me quedé pensativa. No estaba segura de que fuera buena idea, pero él no iba a salir de prisión, Iván me lo confirmó. Mis padres nunca dirían mi paradero. Y extrañaba inmensamente los abrazos de mi mamá...
—Daría lo que fuera por abrazarlos.—dije eso y mis lágrimas rodaban sin pausa, el abrazo apretado de Val me contuvo. Respiré agitada, iba a ser fuerte.
—¿Me das su número? Yo haré la llamada.—busqué mi agenda en mi mesa de noche, desde que vivo aquí no tengo el contacto de mis padres en mi celular.
—Mi mamá se llama Noelia y mi papá se llama Javier.—dije eso y un nudo se instaló en mi garganta, no pude volver a hablar. Valentino marcó el número de mi mamá al momento que apretaba fuerte mi mano.
Ring...
—¿Hola?
—Buen día señora ¿hablo con Noelia?
—Si, ella habla. ¿Tú quien eres?
—Un gusto, me llamo Valentino Lorentte, soy un muy buen amigo de su hija Clara...
—¡Por Dios! ¿Ella está bien? ¿Le ocurrió algo? ¡Javi! Ven Ya mismo...
—Señora ella está bien. Aquí donde vive tiene un hermoso departamento, un trabajo, amigos y bueno, me tiene a mí que en realidad soy su novio. Pero el motivo de mi llamada es preguntarles si ustedes estarían dispuestos a venir hasta aquí.
—¿Cómo sé que lo que me estás diciendo es verdad?—tenia que hacer un esfuerzo, encontrar mi voz y decirle algo a mi madre. Acerqué el celular de Val y dije entre lágrimas:
—Mami te necesito, vengan por favor...
—¡Hija! Por Dios santo. ¿Estás bien? ¡Hija!
—Disculpe señora, está muy conmovida, no puede continuar hablando.
—Valentino dinos la ubicación. Iremos hoy mismo.
—Vivimos en el Sur del país. Si tienen la posibilidad de venir en avión, háganlo. Aquí tendrán lugar para vivir y vehículos, no se preocupen por nada. Les paso la dirección por mensaje privado.
—Valentino, no tenemos palabras para agradecerte por ayudar a nuestra hija. Eres un sol, no me alcanzara la vida para darte las gracias. Te debemos todo.
—Señora...
—Noelia.
—Ok Noelia quiero que sepan que la amo con todo mi ser, es lo más importante en mi vida. Gracias por venir. Ella los necesita.
Cortó la llamada y nos abrazamos, fue un abrazo tan necesario. Me consoló y todo el tiempo decía en mi oído que todo iba a estar bien, todo iba a estar bien.
—Gracias amor. Y gracias por no contarles sobre mi enfermedad, iba a ser demasiado para ellos todo junto.