Fernando me hace espera con Molly en la cocina mientras yo me alisto para ir a comprar las películas, las chicas vendrán dentro de dos horas y quiero que tengamos todo listo para que nos divirtamos.
“¡Vamos que ya está tarde babe!”, grita Fernando desde abajo. “¡Voy!”, le respondo. Me aplico bálsamo labial y corrector de ojeras que yo compré, le di uno a Tina por perder el de ella. Tomo el dinero, mi celular y salgo de la habitación. Entramos a un Éxito y compramos las películas, compraré algunas cosas personales y unas otras para mi cuarto. Fernando quiere llevar algo para adornar su casa y cuando nos percatamos hemos llenado todo un carrito. Pagamos y salimos del lugar. Vamos por la acera con todas las bolsas y no entiendo por qué aparcamos tan lejos, de pronto una bolsa se rompe y las cosas se riegan en el andén. Fernando descarga las suyas en el piso y corre por unas nuevas bolsas al súper. Yo empiezo a acomodar las bolsas buenas en el cajón del coche, mi prometido ya viene con las nuevas y empieza a recoger todo, yo ya había amontonado gran parte.
“¡Wow que es todo eso tan rico!”, dice una voz femenina y Fernando y yo volteamos a ver quién ha dicho eso. Fue una de las muchachas que están recargadas en un carro rojo mirando con morbo el trasero de Fernando. La sangre se agolpa en mis pies y la encaro.
— Oye que te pasa — Digo yo y Fer me hace un gesto que no entendiendo.
— Oye, dame tu número — Me dice la otra y mi pecho se contrae, ellas empiezan a reír.
— No podemos — Dice Fernando.
— ¿Porqué? — Dicen las dos en coro. Entonces él se acerca a mí y me besa y como si fuera acto de reflejo los dos alzamos la mano en respuesta de que estamos comprometidos.
— Oh, están casados. — Dice la morena y empiezan a reír como dos locas evadidas de un manicomio.
— Discúlpanos, solo estábamos molestando no era enserio — Dice la rubia y su cabeza parece un tomate.
— Tranquilas — Dice Fernando divertido. Entonces es cuando ellas nos ayudan a levantar las bolsas y ponerlas en el cajón.
— ¡Hasta luego! ¡Disculpen! Se ven muy bien juntos — Dicen y se despiden, los dos alzamos la mano en señal de despedida.
Lo que acaba de pasar me perturba demasiado y es una de las cosas que más me preocupa, Fernando es un hombre muy apuesto y cualquier muchacha estaría a gusto con él y debo decir que eso me da un poco de inseguridad, pero he de apostar que no me lo robaran tan fácil. Fernando al ver que estoy en silencio toma mi rostro en sus manos y me gira suavemente para que le vea mejor.
— ¿Que pasa morchis? — Dice él con una sonrisita y no me pasa desapercibida la nueva palabra. Ni siquiera yo sé que pasa.
— Tú no me vas a dejar ¿Verdad? — Pregunto y mis ojos se llenan de lágrimas — Esto era lo que me preocupaba y debo confesarte, eres un bombón y todos quieren morderte, — bajo la mirada y juego con mis dedos.
— Si, pero de ellos a ti hay una gran diferencia. — Dice y su respuesta me deja fuera de base.
— ¿Cual es? — Respondo yo.
— Que tú tienes este bombón y ellos no — Dice él y besa mis labios con suavidad. — ¿Sabes a que me recuerda esto?
— ¿A qué? — Respondo yo.
— A Dora la exploradora. — Dice y mi confusión incrementa.
— ¿Dora la exploradora? — Pregunto yo.
— Zorra no te lo lleves, Zorra no te lo lleves — Canturrea él y reímos los dos a carcajadas.
La tarde fue increíble, nos divertimos demasiado, vimos una película Colombiana y reímos hasta que nuestros estómagos dolían. Las chicas ahora ya deben marcharse y me queda un vacío en el pecho cuando se van. Fernando se quedará para la cena porque somos él y yo quienes la van a preparar, hoy viene a cenar Avril y mis primas Aline y Carmina vienen en camino desde Corea del Sur.
“¡Joe, Ayuda!”, grita Fernando desde la cocina y casi me quito un dedo, giro en mi lugar para ver qué pasa. Yo estoy sentado frente al televisor, amontono la cebolla que estoy picando con la mano y cuando miro arriba hay una nube de humo en toda la casa.
— ¿No le has puesto atención al horno? — dice Fernando y caigo en la cuenta que yo debía estar pendiente.
“¡Bendito horno, Bendito Horno!”.
— ¡Por qué no lo pusiste en el microondas! — Le respondo exaltado.
—La señora Molly dijo — Rezonga él y se puso los guantes para sacar la tarta.
— ¡Que fue lo que paso! — Dice mi abuela llegando a la cocina.
— ¡Se nos quemó la torta! — Decimos Fernando y yo en coro.
— ¡Ay Juemadre! Tocó pedir arroz chino — Dice mi abuela tomando el número de los domicilios. Y así pasó que comimos arroz chino y partimos para todos la tarta que quedo buena, mis primas llegaron un poco más tarde de lo previsto porque el taxista no daba con la locación y apenas cenaron se acostaron a dormir por que venían agotadas. Mi hermano se fue con Avril y avisó que no vendría a dormir, casi tuve que sacar a Fernando a escobazos de mi casa porque de pronto le robaban de camino.