Sacrificio

Epílogo

Un amanecer nuevo llegó a Vusaendal y sus cinco continentes, lleno de la armonía y paz que los pobladores habían aprendido a respetar y agradecer.

Por todo el mundo, la sociedad había aprendido a convivir una vez más en armonía, demostrado que las cosas habían tomado un rumbo nuevo y que era necesario unir fuerzas para construir un mejor futuro juntos.

Ahora que las habilidades mágicas habían desaparecido, tomadas de vuelta por Dandileon, los lideres de los continentes acordaron en firmar la paz y trabajar como una sola entidad, compartido todo lo descubierto y globalizando tanto se pudiese en favor de un avance uniforme y beneficioso para todos.

En Vonrvus, las agencias de cazadores se convirtieron en productoras de actores, artistas y de más gente que se dedicaba al entretenimiento como al arte. Hung, uno de los mayores expositores y lideres, nombro «IK entertaintment» la empresa que dirigió con amor y sabiduría, la más famosa de todas.

Por su parte, Chūnfēng se volvió el primer sacerdote mayor del templo de la primavera, a donde la gente podía dar ofrendas a sus seres queridos, en favor de dedicarles un gesto desde el corazón a todos los que se les habían adelantado. Algunos dicen que Chūnfēng en realidad no dirige el lugar solo, sino al lado de alguien que ya no lo acompaña en vida, sólo en el alma, mismo a quien ve todas las noches.

En Arnbvus, nacieron numerosos deportes que luego se convirtieron en grandes competencias para aquellos que quisieran demostrar sus mejores habilidades. Uno de ellos es el patinaje artístico sobre hielo, en donde uno de los mejores amigos de Novan es el indiscutible campeón, aunque este último no se queda atrás y se dice que, algún día, podrá arrebatarle el puesto.

Morgrem, una vez conseguida la paz, inició una ardua investigación sobre los elementos y la energía del mundo. Aquel trabajo le ha llevado a descubrir algunas fuentes de energía alterna con las cuales, hasta ahora, ha conseguido alumbrar las casas de Hexlevus. Dicha tecnología está siendo llevada a otros continentes gracias a Ricardo, quien es su mano derecha y embajador del mundo entero.

Qwinbakvus, luego de la larga guerra, trabaja junto con la presidenta de Vonrvus, Rayshea, pues su amiga, la reina Danielle, ha acordado con ella muchísimos tratados que han conseguido fortalecer ambos continentes, hallada una verdadera luz llena de paz y armonía en los antiguos rivales, a la par que los príncipes y princesas trabajan al lado de la monarca y cuidan de su encarcelado padre, el cual se limita a pintar en su celda sin dirigirles la palabra.

Por último, en Nwarvus, dentro del castillo de Dandileon, trabaja su ama de llaves y compañera, Danya, la cual no descansa un sólo día y se la pasa de arriba abajo en dicho sitio, condenada por el trato que hizo de ser liberada para la última batalla, premiada en su victoria con dicha vida.

De vez en cuando, la antigua reina mira el cielo desde el palacio celeste para preguntarse cómo estará el mundo allá afuera, siempre interrumpida y regañada por Dandileon, el dragón. Aunque hay ocasiones en las cuales éste premia a la mujer por su esfuerzo y obediencia, mostrado ante sus ojos maravillas del universo y conocimiento que ningún otro humano de Vusaendal ha sabido jamás.

Por mi parte, decidí vivir en Vonrvus, con mi ahora esposa y tres hijos, en donde he tenido una vida tranquila y feliz, libre de preocupaciones y llena de múltiples experiencias que me han convertido el hombre más feliz del mundo.

—¡Papá! ¡Papá! ¡Ya está la cena! —gritó mi hija, la mayor, mientras sus dos pequeños hermanos se lanzaron sobre mí, encontrado yo en una silla, fuera de la casa, entre el largo pastizal que conforma el terreno de mi hogar, a las afueras de la capital.

—Amor, ven a comer con nosotros —me pidió Malak, mi bella esposa, quien espera otro de nuestros hijos.

—En un momento los alcanzo —aseguré y vi a los pequeños acompañar a su madre, la cual se acercó para acariciarme el rostro, devuelto un beso a su barriga, la cual ya estaba bastante grande.

—No tardes, Mergo —dijo ella y se fue con los muchachos.

Hay días en los que me pregunto: ¿Qué pensarás de todo lo que hemos logrado? ¿Eres feliz donde quiera que estés así cómo nosotros? Nunca lo sabré.

Las veces que he regresado al palacio celeste y veo tu estatua en donde estaba la de Dandileon, me hace pensar que, de alguna manera, nunca nos abandonaste. Siento que siempre estás aquí, cuidándonos, y eso me hace muy feliz.

Por desgracia, no todo es pura belleza.

Ahí está, parado a unos metros lejos de mí, aquella figura sombría y horrible de mi pasado, con su mirada clavada sobre mí, sostenido el peluche de Dandy que tanto amé en mi tierna infancia.

Nunca me ha dejado, jamás lo hará. Lo sé, pero ya no importa. Mi vida está llena de tanto color, que este matiz oscuro que se asoma es opacado por completo por todo lo bueno que hay alrededor. Me canse de huir hace mucho tiempo.

—Ya no te tengo miedo —dije a aquel ser, y éste, en respuesta, sonrió.

Su rostro formó la mueca más horrible y torcida que jamás haya visto, a la vez que sus ojos dejaron de ser color cobalto, revelada una extraña heterocromía en ellos.

—Lo sé —emitió con una rara voz, mas lejos de asustarme, me dio paz.

No sé que seas, pero puedes quedarte. Todo el mal aquí se extinguió. No hay ya nada qué temer.

La isla Yubime, protegida una vez más por el poderoso hechizo de Dandileon, el dragón hechicero, estaba desierta, imposible de ser accedida por cualquier humano al ya ninguno poseer magia.

Dentro del santuario, en donde el templo resguardaba el altar con las armas creadas por el sacrificio de Annia, una figura extraña apareció.

El ser presente, tranquilo, dio unos pasos para acercarse a la construcción en medio del claro, sin intensiones malévolas o dañinas. Una vez a un par de metros de ella, se detuvo y la contempló, maravillado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.