Tamara
Hace unos millones de eones, al comienzo, estaba mí hermano mayor junto a mí. Éramos unos simples ángeles, que "tuvimos" más suerte que los otros, quizás nuestra gracia no tenía ningún pecado o solo fue suerte y subimos de rango. Nos volvimos superiores a los demás, nuestros poderes se desarrollaban mucho más rápidamente y eran diferentes.
Los ángeles se fueron destruyendo lentamente, no sabíamos la razón, pero iban desapareciendo cada vez más rápido. Nunca habíamos esperado quedar nada más que nosotros, no queríamos eso. Nos gustaba como era nuestra vida, teníamos todo lo que queríamos, nada quedaba fuera de lugar. Estaba maravillada de todo lo que habíamos logrado juntos, éramos la familia más poderosa, la única que pudo sobrevivir.
Mi hermano, por ser el mayor, tomó el puesto, el puesto de Dios y yo como su mano derecha. Siempre estábamos juntos, en todo momento, sabíamos lo que el otro pensaba p quería decir. Nuestra relación no tenía nada malo, todo era perfecto. Estaba orgullosa de mi hermano, sabía que él lo estaba de mí.
Cada día que pasaba, me parecía comenzar a diferir de él, eso me dolía. Un día de la noche para la mañana empezó a crear, crear y crear... hasta que por fin descanso. Su descanso me pareció perfecto para poder hablar con él sobre todo lo que estaba creando. No me agradaba la idea de que creara y creara, así no podíamos estar juntos. Él deseaba crear y crear, yo solo quería estar a su lado.
Él quería crear a la raza humana, su hijo y yo nos opusimos, no queríamos que él arruinara nuestro cielo y/o tierra ya creada. Nos gustaba lo que teníamos, nos parecía perfecto y ya no queríamos algo, solo estar con él, en ese momento, no creíamos que eso era mucho, pero él lo creyó. Así que por esa simple disputa que tuvimos, nos desterró. A Lucifer lo envió al infierno, junto conmigo.
El infierno era tan horrible tenía sus niveles, tortura y demás, era frío, helado apenas tocabas el suelo con tus pies te congelabas. No sentías nada, no había nada que se pueda hacer para salir de allí, eso era lo que pensábamos con mi sobrino. Pensamos que estaríamos allí hasta el final de los tiempos.
Lucifer nunca sintió el frío de ese lugar, ya que él tenía un poder desarrollado. Un poder de fuego, el cual utilizó para que no muriéramos, el descongeló el infierno haciéndolo un infierno sin fondo, solo pocas almas han llegado al final... yo fui una de ellas, el final es helado y te toma unos nueve meses, luego caes en la tierra, en un vaivén naces, mueres, naces y mueres y caes nuevamente a él.
Esperaba un día no morir, tenía que encontrar la manera de sobrevivir. Debía aprender, pero no podía, ya que mi odio por esos seres se dejaba a la vista de todo. Hasta ahora no morí, yo detesto a los humanos y ahora es lo que soy. Dios, mi hermano, me había borrado de su mente, borro el sufrimiento y mis poderes.
Después de cumplir los dieciséis años, me di cuenta que había algo raro en mí, que no era una simple humana. Mis poderes se desarrollaban dentro de mí y yo no me daba cuenta, hasta que un día solo sucedió. Exploté, mis poderes me hicieron fuerte. Recordé todo, mis poderes, mi dolor y a ese amor que dejé.
Jamás conté mí historia, hasta ahora, el comienzo del Apocalipsis, el comienzo del fin... ya era tarde, ya había roto el último sello que me mantenía y eso solo significaba una cosa que iría por él y le mostraría que es el dolor, la venganza y sabía que le dolería mucho, por venir de su familia... su familia real.
Sabía que Dios no me esperaba, él no sabía lo que yo podía recordar. Eso me daba una gran ventaja sobre él. Debía confesar que no quería cobrar venganza, no quería lastimarlo, pero tenía que hacer algo para que él notase su error.
Yo no era un ser malo, solo di mi opinión, pero a él no le gustó y decidió hacer lo que quería.
Pensaba que mi hermano me amaba, todo ese tiempo en el que estuvimos juntos pensaba que me amaba, pensaba que era feliz con nosotros, pero él comenzó a crear muchas cosas. Cosas que eran terribles, pero no veía sus errores, solo lo de los demás.
Sabía que hice cosas que quizás no tendría que haber hecho, pero no necesitaba un castigo como ese, solo que mi hermano me hablara y me dijera que eso que hice estaba mal. Necesitaba palabras para de ese modo aprender, quizás si él me hubiera hablado, yo no estaría planeando mi venganza hacia él.
Mi hermano era muchas cosas, lo era todo, no solo para mí también para otros, pero a él eso no le bastaba. Él necesitaba que más creyeran en él, yo no quería eso. No quería que seres crean en mí, sabía que existía y con eso me mantenía viva.
La vida era cada vez más extraña, todo tenía una razón que solo mi hermano podía ver, los demás no lo cuestionaban, pero él tenía que aprender que no está solo. Yo soy tan poderosa como él, sus seguidores también eran los míos, ya que sin mí… él no sería nada. Todo se mantiene gracias a una balanza de Luz y Oscuridad.
Dios sabía que si yo moría, él también lo haría.
No quería morir, pero si eso es lo que tenía que hacer…
Yo nunca dudaba de mis acciones, sabía lo que quería, sabía del modo en que lo haría. La vida me sorprendía a medida que el tiempo pasaba en la tierra, yo me había apoderado de ella. Nadie lo sabía, estaba allí, mandando desde las sombras. Mi hermano nunca lo supo y si lo supo, nunca hizo nada para detenerme.
Todo el tiempo en la tierra, supe que las personas estaban llenas de oscuridad y de luz; los mundanos tenían parte de nosotros, pero no sabía cómo mi hermano consiguió mi oscuridad. Ningún otro ser la poseía, pero ahora, todos los mundanos la tenían, algunos más que otros. Debía confesar que muchos la usaban de un modo aterrador, pero tenían su estilo. Un estilo extraño y único, pero agradable.
Había muchas cosas mundanas que no comprendía, pero me mantenía al margen. No estaba ahí por los humanos, tenía que seguir mi plan al pie de la letra.