Había escuchado que la luz daba vida, pero nunca que el fuego lo hacía. Cuando Jonathan había abierto los ojos irradiaba luz.
En cuanto a Elizabeth, pasaría varias semanas en la enfermería hasta que pudiera recuperarse del golpe de fuego que había sufrido.
Lo que acababa de pasar era extraño, porque Jonathan estaba bien cuando lo habíamos dejado en el bosque aquel día, en su cuerpo no había ninguna señal de que hubiera sido herido ni nada parecido. Y no podía entender que solo la culpa fuera el sentimiento que lo llevara al borde, para mí había algo más, algo muy fuerte y que ignorábamos.
—Stella, ¿estás bien? —oí preguntar a Sofía.
Estaba sentada junto a mí en una de las piedras esparcidas de las ruinas de la antigua iglesia, cerca de la grieta que había hecho cuando estaba enfadada. A casi un metro y medio de distancia, Jonathan se hallaba recostado por la pared con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Ahhh… creo que tenemos que hablar con la enfermera que atendió a Jonathan —respondí.
— ¿Y por qué tenemos que hablar con ella?
—Porque creo que tal vez, Elizabeth haya entendido mal cuando la enfermera se refirió sobre lo que le pasó a aquel chico que había matado… —me detuve al ver la expresión de Jonathan.
— ¿A caso crees que no murió?
—Tal vez.
Al poco tiempo nos encontrábamos en la enfermería preguntando por la enfermera, pero nos habían dicho que había salido a tomar aire.
Nos apresuramos a llegar al patio central, pero no estaba allí.
—Creo que está en las ruinas de la antigua iglesia —dijo Sofía, la seguimos y definitivamente estaba allí, sentada sobre una roca, mirando hacia la grieta que había en el muro.
La enfermera levantó la vista y nos observó con detenimiento, aunque creo que tal vez se tardó un poco en Jonathan.
— ¿Qué es lo que quieren?
—Información —contesté.
—No puedo creer que hayas echo esto en la pared, se suponía que no…
Allí estaba yo otra vez, congelada de pies a cabezas. La enfermera sacó a relucir lo que todos ya sabían, pero no se atrevían a decirlo en voz alta, que era una inútil y que nunca podría llegar a ser nada más que eso. Un golpe frío directo al corazón.
—Elizabeth nos contó sobre el chico que había matado a uno de sus compañeros y que se parecía a Jonathan… y al contrario de Elizabeth, nosotros creemos que no se murió —se apresuró a decir Sofía, apoyando una mano sobre mi hombro en un intento de hacerme sentir bien.
La enfermera bajó la mirada al suelo y suspiró como si quisiera olvidar lo que estaba pasando en su cabeza en ese momento, pero nadie puede olvidar el pasado.
—Tienen razón, Erick no murió en ese momento pero…
— ¿Erick? ¿Qué no era ese el hombre que me fue a buscar, cuando descubrí que tenía la habilidad de controlar el viento? —preguntó Jonathan.
—Sí, era él.
—Un momento… ese hombre también me fue a buscar a mí… y al cruzar por el bosque fuimos emboscados por esas bestias y… —interrumpió Sofía.
—Lo mataron —dijo la enfermera—. Era un gran hombre…
De repente en mi cabeza se oyó un clic y todo tomó sentido. Las constantes pesadillas que había tenido desde el día que había llegado al Instituto. Esa angustia que sentía cada vez que deambulaba por el bosque en las noches. Los oscuros ojos de aquella bestia en forma de lobo que había visto en el cementerio, esa extraña sensación que se había apoderado de mí en ese momento, y los continuos golpeteos de mi corazón mientras me sumergía en lo más profundo de un secreto oscuro que se rebelaba ante mis ojos.
—Erick no está muerto —dije y todos se callaron de inmediato.
— ¿Qué? —preguntó Sofía.
—Eric no está muerto —repetí una vez más—. Ya sé por qué Jonathan se puso de la forma en la que se puso, después de haber matado a aquella bestia blanca —observé a Jonathan sin verlo en realidad, mi cabeza estaba en otra parte en ese momento.
— ¿Por qué dices qué Eric no está muerto? Yo misma vi su cadáver —respondió con la voz quebrada la enfermera.
—Estoy muy cansada en este momento, necesito descansar.
— ¿Te encuentras bien? —inquirió la enfermera.
—Sí, solo estoy agotada —me di la vuelta y volví al Instituto con la cabeza latiéndome con fuerza como si fuese un segundo corazón.
Una vez recostada, cerré los ojos y dejé que mi cabeza encontrara las respuestas a mis preguntas, y así poder tratar de encontrar el lado bueno de la historia.
Pronto la negrura me tomó de llena y las imágenes comenzaron a aparecer… las sangres, los papeles, los gritos y los llantos… luego todo negro. Una y otra vez como una película rayada…
Algo estaba claro, el director nos estaba ocultando un secreto que tenía que ver con nosotros y algo del tiempo… pero no estaba segura de qué se trataba, pero no era nada bueno.
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Editado: 17.07.2022