Saga King's

CAPÍTULO 4

FIN DE SEMANA LARGO, MUY LARGO...

Apenas empezó el día, Ryder salió de la cama sin tener la intención de vestirse, sólo se puso su bata de algodón delgado por atención a su ama de llaves. Pasó por el mostrador de la cocina y tomo la taza de café dándole un sorbo sin importarle que el liquido estuviera caliente.

- ¿Desayunará esta mañana?

- No, tengo cosas que hacer - respondió sin voltear a ver el periódico que lo esperaban sobre la superficie.

Rosa levantó las gruesas cejas mientras lo veía alejarse hasta su despacho.

- ¿Qué pasa con él? - Se preguntó curiosa sin apartar la mirada de la puerta negra corrediza de la habitación.

Se giró y tomó un tenedor tomando un bocado de los deliciosos huevos a la mexicana que le preparó y que eran sus preferidos.

Ryder fue hasta el computador portátil sobre su escritorio y lo abrió para encenderlo. La noche anterior no había querido buscar información acerca de Lena, sabia que aquello le costaría dificultad para dormir, sin embargo mientras estaba en la cama pensando en su enigmática secretaria se quedó dormido enredándose en un extraño sueño que aún ahora lo mantenía excitado.

Tenia la sensación de su piel pálida rozando la suya. Era algo extraño, porque nunca en los dos años que ella llevaba trabajando para Construcciones King se habían tocado, ni siquiera por accidente. En eso Lena era muy cuidadosa.

Abrió el buscador y escribió su nombre "artístico" cuidadosamente. No quería equivocarse.

Abrió las imágenes y una bella niña apareció en diversas fotografías. Imágenes de cuerpo entero con un tutu blanco y mallas. En algunas ya un poco mayor sonreía abierta, disfrutando de lo que estuviera haciendo.

Una de las imágenes llamó su atención. Un hombre mayor la abrazaba; él, tenia el cabello largo sujetó en una coleta, vestía de negro y su rostro delgado y anguloso no dejaba la menor duda de que era de nacionalidad rusa.

Aleksander Kutznikov. Gran bailarín ruso. El padre de Lena.

Buscó su biografía y no le sorprendió que sus padres la guiaran hacia la carrera de la danza. Un padre que fue un gran bailarín famoso y una madre concertista, famosa cellista. Una niñez rodeada de arte. Por lo que había visto era obvio que ella caería de pie en seguir los pasos de alguno de sus padres.

El vídeo que cargó le enchinó su piel. ¡Era como un ángel mientras su figura se movía por el enorme escenario!

No logró apartar los ojos del vídeo. ¡Realmente magistral! No entendía el porque ella había dejado todo eso, Lena era una extraordinaria bailarina.

El ultimo vídeo llamó su atención, cuando lo hizo reproducir su mirada se clavó en cada uno de sus movimientos, ante sus ojos no había nadie más que ella. Al final del baile, la observó mirar hacia la parte izquierda del escenario y su rostro palideció, sus maquillados ojos se abrieron y de pronto cayó desvanecida al piso. Su pareja de baile no logró sostenerla a tiempo. La gente se levantó de sus asientos ante la inesperada escena. Ryder entrecerró los ojos. ¿Qué demonios había sucedido?

El vídeo se acabó. Después de aquello ya no había nada acerca de Lena. Una pequeña nota sobre su aislamiento en una casa de reposo después de la muerte de su padre.

Un extraño final para una bailarina del tamaño de Yelena kutznikova.

Apagó el computador y movió su sillón hacia la ventana por donde la luz del sol entraba a raudales.

*

Panther terminó de un trago su cerveza y dejó la botella en la mesita de centro, subió las largas piernas en el espacio vacío de la superficie de piedra del mueble y se dispuso a seguir viendo la película de acción y explosiones que provocaban destellos en la habitación desde el televisor. No estaba interesado en permanecer ahí sin hacer nada sólo mirar y desparramarse en el sillón. Suspiró y se levantó apagando en el acto el aparato electrónico. Buscó sus zapatillas de lona y fue hasta la cocina.

La habitación era todo el sueño de un gran chef. El brillante acero inoxidable de los muebles, la madera clara, los utensilios a la mano, los electrodomésticos de la más moderna calidad y un horno potente. Si, la cocina era lo bastante buena para practicar las mejores recetas, sin embargo Panther sabia muy bien que nada era más patético que hacerlo solo para él. Casi nadie ponía un pie en su casa, eran contadas las personas a las que les tenia la confianza para dejarlos entrar a su santuario, como le llamaba Ryder, así que una cocina como esa no era muy útil cuando, como ahora estaba solitario.

Si, esa era la palabra, solitario. Era un jodido solitario bastardo que tenia bastante mierda en su interior. Hacia mucho tiempo lo hubo aceptado. Podía sufrir como un mártir por su pasado, por su padre, por su madre, por... quien era, por lo que se había convertido. ¡Por todo! Empero no podía dejar que todo eso le afectara. La vida tenia que seguir y él iba con ella dejándose llevar, así tenia que ser.

Tomó la chaqueta que acababa de dejar sobre el sillón de piel y fue hasta la puerta de su casa. Sin mirar atrás se subió a su auto y arrancó a rumbo desconocido.

*

- ¿Yelena, estarás bien ahora?

Tatiana colgó en su brazo su bolso negro y miró a su amiga todavía preocupada por lo sucedido esa noche. Lena la miró desde la ventana en donde miraba hacia la calle ensimismada en sus pensamientos. Apenas movió la cabeza asintiendo en respuesta a su pregunta.

- Me da miedo dejarte sola - dijo su amiga dudando si era seguro irse -, no quiero que pase algo...

- No va a pasarme nada - la interrumpió irritada -, no soy tan estúpida.

- Nunca quise decir eso Yelena - replicó Tatiana molesta.

- Lena, es Lena Tatiana - rectificó una vez más el nombre que llevaba ahora -. Yelena ya no esta, ella se fue el día en que mi padre murió.

Tatiana frunció los labios. El sólo hecho de escuchar a su amiga nombrarlo sintió una molestia en su vientre. ¡Maldito bastardo, espero que estés en el infierno! Pensó aguantando las ganas de decirlo en voz alta.




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