Capítulo 5: ¡Encuentros del destino!
Kijiro observó las mejillas blancas como la nieve sonrojadas de la niña, pero no tenía una idea del sonrojo; a lo mejor es por el llanto.
Kijiro, cuando vio que Layla había logrado calmarse, entonces procedió a quitarle la mano de la barbilla y así poder verse ambos de frente a los ojos.
Layla sentía una extraña sensación recorriendo el estómago y no sabía porque se sentía de esta manera al ver al niño que la rescató, pero esa sensación no es mala y le gusta sentir esto.
Layla habló. —Tú, ya sabes mi nombre y quiero que me digas el tuyo ahora —dijo con una voz chillona y débil viendo que el niño comenzaba a fruncir el ceño.
Kijiro escuchó la orden de la niña y por alguna razón no quería decirle nada, porque eso sería muy peligroso. El estar entrelazado con la villana tal vez cambie muchas cosas como ahora que cambió esto.
Recuerda muy bien que, en la novela, lamentablemente, Layla sufrió un abuso y por poco era asesinada, pero se salvó al despertar la magia que tenía y asesinando al caballero que supuestamente la cuidaba.
Kijiro no tenía remordimiento al salvarla de ese trágico destino, y si no despierta esa extraña magia sería mejor, porque cuando la despertó ennegreció mucho y se hizo muy sádica. Le gustaba matar o torturar a los más débiles y pobres por diversión.
Kijiro habló: —Mi nombre no es importante saberlo, solamente recuerda que te ayude y debes de ayudar a los demás cuando tengas la oportunidad, pero sin ponerte en riesgo —dijo con voz seria.
Layla escuchó que no quería presentarse con un nombre y sintió un dolor en el corazón, una punzada de algún sentimiento, pero no quería dejarlo ir sin antes saber el nombre.
Layla habló —¡No! ¡No quiero! ¡Dime tú nombre ahora! —dijo en voz alta, eh inflando las mejillas con aire.
Kijiro observó la reacción de la niña y sintió un poco de pena por la chica. Sabe que cuando Layla asesinó al caballero en la novela, ella sería rescatada por un "cazador de demonios" y enviada a la mansión Nessro donde sería abusada por su madrastra y sirvientas, porque su padre moriría en unos años en una emboscada de monstruos.
Kijiro habló. —Mi nombre es Kijiro, no tengo familia —dijo con voz apagada.
Layla escuchó la respuesta apagada del niño llamado Kijiro y sintió un dolor emocional al saber que no tenía una familia como ella. Aunque a veces su papá no estaba en casa, tenía una madrastra que la toleraba y la trataba muy bien cuando papá estaba en casa, pero cuando estaba fuera la trataba mal.
Layla habló: —Kijiro, muchas gracias por rescatarme y voy a recompensarte por tú valentía —dijo con seriedad.
Kijiro escuchó la seriedad de las palabras de Layla y tenía un ligero dolor de cabeza por estas cosas extrañas que pasaban, y ahora una niña pequeña quiere recompensarlo.
Kijiro habló: —Bien, hazlo entonces —dijo con aburrimiento y estirando la mano derecha para tomar lo que sea que le entregará.
Layla se sonrojó de la vergüenza al ver la mano estirada de Kijiro y no recordaba que en ese momento estaba vacía sin dinero para pagarle o algo.
Layla habló —¡Yo! Voy a pagarte seguro, pero no ahora —dijo con vergüenza en la voz.
Kijiro notó la vergüenza en la voz de Layla y sabía que no tenía monedas en ese momento para entregarle, pero eso estaba bien. Después de todo no quería nada.
Kijiro habló: —No importa, no debes de darme nada, salvar a una señorita hermosa como lo es usted es más que suficiente pago; solo el mirar sus hermosos ojos y belleza me cautivan y roban mi corazón de melón —dijo con una voz suave y terminó de hablar con unas palmadas en el pecho, además de una pose de caballero honrado.
Layla escuchó y vio lo que Kijiro decía de ella y sintió una fuerte sensación de vergüenza al sentir que se estaba burlando o tal vez le decía la verdad a ella por tener una mala experiencia por los dos ojos raros que asustan a las personas.
Layla preguntó: —¿De verdad te gustan mis ojos? —dijo con sospecha en la voz.
Kijiro escuchó la pregunta de la niña y observó la carita tierna que lloraría en cualquier momento. Decidió responder con la verdad.
Kijiro responde: —Tus ojos me encantan, son muy especiales y únicos en el mundo, nunca había visto algo así en toda mi vida —dijo con una voz amable y sonrió relajado viendo los ojos de la niña.
Kijiro sintió la mirada intensa de la niña y le regresó la mirada; entonces la chica bajó la mirada para tomar con las manos los bordes del vestido rosa y jugar con ellos.
Layla habló: —Gracias, te voy a recompensar con esto —dijo con voz suave sin arrogancia o malicia.
Layla subió ambas manos al cuello para quitarse el collar de cuello que tenía de oro y se lo desabrochó. Después caminó al frente de Kijiro para estirar las manos con el collar y entregárselo con una mirada seria y llena de nostalgia.
Kijiro observó todo y vio el collar de oro en las manos de la niña con curiosidad. Sabe que ese collar es de la difunta madre de esta niña y no podía tomarlo, así que tenía un mejor plan y con eso en la mente. Kijiro le dijo: —Layla, no puedo tomarlo y hay una mejor manera de recompensarme —dijo con voz suave y tranquila.
Layla, al escuchar que no recibía el collar, se sintió avergonzada al ser menospreciada, pero al escuchar que hay otra forma se sintió mejor y Layla preguntó: —¿Qué es eso? —dijo con urgencia en la voz y curiosidad
Kijiro asintió al ver que la niña se calmaba y se acercó hasta donde está la niña para después darle un gran abrazo lleno de tranquilidad y amor, algo que quería hacer por voluntad propia.
Layla sintió como Kijiro la abrazaba con suavidad y amor, entonces se relajó en el abrazo para enterrar la cabeza en el cabello del niño más bajo, y entonces ambos niños estuvieron abrazados durante un buen tiempo sin hacer nada más.
Kijiro sintió los brazos de la niña y la cabeza, entonces se relajó y retiró lentamente los brazos para separarse. Observó la reacción de Layla que parecía muy tímida y mirándolo con los ojos llorosos.
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Editado: 04.09.2024