Capítulo 8: ¡¡Sed de sangre desatada!!
Al día siguiente Kijiro entrenó para tratar de dominar la extraña habilidad y tal vez obtener fuerza para salvar a los niños.
Todos los días se retiraba a entrenar en el patio trasero en las mañanas con mucho cuidado de que no hubiera nadie a la vista, y así fue la rutina hasta que pasaron dos meses y está formado al final de una fila que organizó Pedro.
Kijiro escuchó las diferentes risas de los niños pequeños y vio de reojo al disfrazado Joel.
Parece que espera la señal secreta para que entre y así llevarse a los niños al bosque donde los va a dejar para que sean alimento de bestias salvajes.
Pedro habló —¡Los demonios serán cazados! ¡Reciban al cazador de demonios! —dijo en voz alta y con una falsa reverencia en la voz.
Los niños al escuchar qué Pedro presenta al cazador de demonios guardaron silencio mortal y se quedaron firmes observando al frente sin moverse.
Joel escuchó la señal para entrar con unos pasos firmes y actitud presumida con un disfraz ridículo, parecido aún a bufón más que nada.
Kijiro vio toda la trágica broma de dos hombres actuando como si en realidad fueran unos buenos payasos.
Pedro habló—¡oh, oh! ¡Señor cazador! —Dijo con una voz chillona y emocionada que obviamente es falsa.
Joel escuchó la voz chillona y llena de admiración de Pedro, se infló el pecho con más arrogancia y caminó con aires de superioridad al frente de todos.
Joel, falso cazador de demonios, habló —¡Sigan riendo! ¡Ahora, ahora! ¡Todos me seguirán en silencio total! —dijo con una voz muy ronca y fallando al intentar hacerlo.
Los niños pequeños al escuchar que este supuesto cazador de demonios les daba una orden para que lo sigan, ninguno de los niños pensó que es algo raro estas acciones de salir en la noche.
Pedro habló al ver que Joel se lleva a todos los niños pequeños.
Pedro: —Niños, recuerden seguir todas las órdenes del héroe y no hagan nada de ruido, por favor —dijo con una voz suplicante y suave.
Los niños pequeños escucharon la voz suave y llena de súplica de Pedro para asentir en silencio como confirmación.
Joel avanzó primero para liderar a todos los niños que lo siguen como pato bebé a la mamá pato. Al pasar las calles vacías y oscuras, lograron llegar al principio del bosque donde hay actividad de monstruos, entre otras criaturas peligrosas y malvadas…
Joel verificó que todos los niños lo siguieran y al ver que todos habían llegado juntos habló: —Niños, la primera misión es ir lo más rápido que puedas derecho por el bosque; felicidades, eres un cazador de demonios y unos grandes premios están al fondo del bosque donde debes de ir corriendo para que no te los ganen —dijo con calma en la voz y mirando a todos los niños pequeños de cinco o seis años.
Los niños salieron disparados en un arranque de velocidad y entraron al bosque sin voltear atrás.
Joel observó que todos los niños se marchaban corriendo a lo más profundo del bosque y avanzó un poco más para así asegurarse de que los niños no puedan escuchar los sonidos de las voces de alguien que grite o decidan no avanzar al bosque. Entonces simplemente los elimina y listo; después de todo tiene que volver a la casa para dormir.
Kijiro sintió un fuerte dolor de cabeza por las tonterías de estos mocosos de correr a lo más profundo de un bosque muy horroroso y, que decir, tenebroso.
Él fue el primero en salir corriendo por el bosque oscuro para así guiar a los niños y al entrar profundo en el bosque solitario decidió voltear la mirada para así saber qué pasa con los niños y, efectivamente, lo estaban siguiendo como líder…
Kijiro se detuvo detrás de un árbol gigante y gritó imitando a un lobo —¡Ahuuhohuu! —Gritó largamente con la voz más alta que podía y agregó un poco del poder de la niebla negra para así lograr un hermoso tono de lobo gigante que se escuchó en todo el bosque y también en la aldea lejana. Los habitantes dormidos despertaron alarmados al escuchar ese fuerte aullido proveniente del bosque.
Joel habló. —¡Maldita sea, esos niños corren rápido! —dijo simplemente y jadeando por el aire.
Joel descansó un poco y después escuchó un fuerte aullido de un lobo, pero uno muy grande al escucharlo en un tono elevado, que cree se escuchó en lo más lejano de la aldea y tal vez hasta Pedro la escuchó.
Joel habló. —¡Nos vemos! —dijo con una voz chillona y dio una media vuelta para salir corriendo a la máxima velocidad que podía emplear.
Joel tenía los pelos muy levantados por el miedo de que la criatura haya terminado de devorar a los niños y ahora venga por él.
Corriendo todo lo que las piernas daban, corrió como una gallina, levantando fuertes montones de arena y tierra por el camino. Logró llegar al final del bosque y no se detuvo hasta que no vio el orfanato. Continuó dirigiéndose al orfanato.
Kijiro sintió que los niños pequeños habían caído al suelo por el repentino grito barato de un lobo y salió del árbol donde se encontraba escondido para contar a los niños.
Kijiro se relajó al ver que todo estaba bien, quince niños y cinco niñas, todo en orden; ahora venía la tarea más difícil que es calmar a los asustados niños y así tratar de ayudarlos a regresar.
Los niños gritan —¡Ah ah! ¡Ahiau! ¡Hay monstruos! ¡demonios! —grita con horror y miedo en la cara pequeña.
Kijiro habló —tranquilos, no hay monstruos; fui yo el que gritó como un lobo y lo que quiero es que volvamos al pueblo ahora mismo —dijo con una voz amable y relajada.
Los niños escucharon la voz del niño extraño y lo voltearon a ver como si fuera un tonto.
Una de las niñas dijo: —¡No! ¡No hagan caso! ¡Quiere quedarse con todos los premios! —dijo con una voz que no tenía dudas.
Los demás niños al escuchar esto entendieron lo que pasaba y se rieron para pasar de lado de Kijiro y continuar avanzando a paso veloz.
Kijiro sintió un fuerte dolor en la cabeza al ver que los niños se marchaban corriendo sin escuchar lo que decía.
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Editado: 04.09.2024