Capítulo 10: ¡En shock total!
Volteando hacia atrás, observó cómo la majestuosa criatura de lava gigante avanza a paso lento pero seguro a la misma dirección donde va.
Kijiro corrió estirando lo máximo que podía los pies para lograr alcanzar más terreno; agitado y sudado, sentía una extraña sensación de miedo recorriéndome desde la espalda baja hasta la cabeza.
Pensando seriamente que estaba más muerto que vivo, además vio como los aldeanos corrían lo más rápido posible a la puerta de la aldea y también deslumbró a varias ancianas corriendo mucho más rápido que él mismo.
Kijiro se sentía cansado y llegó solamente a la mitad de la aldea; la salida estaba aún más lejos, pero la criatura gigante estaba acercándose aún más. No quería detenerse y los cazadores de demonios no aparecen aún o tal vez no aparecieran; después de todo son aldeanos pobres.
Una rápida mirada a la enorme criatura y vio que lo seguía observando con esa cara maliciosa llena de lujuria. Parece ser una lujuria de asesinar.
Kijiro exclamó —¡Dios mío! ¡Es un pervertido gigante! ¡Vamos a morir todos! —dijo con una voz chillona y emocionada al ver que la enorme criatura de lava está a unos ochenta metros y no tardará mucho en llegar hasta donde está.
Kijiro descansó un poco y volvió a correr, pero al hacerlo escuchó un llanto proveniente de donde está la criatura de lava; volteó por la curiosidad y vio a una niña de cinco o seis años llorando parada en medio de la calle. La niña viste una playera amarilla desgastada, short blanco sucio desgastado y unas sandalias viejas.
No pensó mucho y rápidamente se acercó hasta donde está la niña idiota que llora y no corre. Tenía mucho miedo al ver a semejante monstruo dar otro paso y la tierra temblando por el gran peso.
Kijiro gritó —¡Niña! ¡Mocosa! ¡Muévete rápido! ¡Sígueme, maldita niña! —dijo con urgencia en la voz al ver que la niña no respondía a sus toques.
Kijiro abrazó a la niña pequeña y se le trepó en la espalda, logrando que avanzara aún más lento y solo sentía un fuerte aura caliente quemando toda la piel.
Kijiro avanza sin mirar atrás, diciendo en voz alta: —¡Ya valió! ¡No moriré aquí! ¡Vamos corre! ¡Corre! —dijo con ira y miedo al sentir las fuertes pisadas aún más cerca de donde está.
Volteando un poco para atrás vio que un enorme pie había aparecido y la enorme criatura estaba a solo unos cinco metros de distancia. Kijiro sintió una fuerte sensación escalofriante desde las nalgas hasta la cabeza y se detuvo de golpe sin tratar de escapar más.
Mirando hacia arriba y tratando de ver la cara de la criatura, pero es una criatura gigante que no logra ver de cerca ese rostro malicioso.
Kijiro abrió los ojos a más no poder y vio con horror cómo la criatura levanta un pie para después caminar. El enorme pie pasó por encima de Kijiro que al verlo solo gritó: —¡Ahuahu!… ¡Ahaha! ¡Hahahaha! ¡No digas tonterías! ¡Malditas sean! ¡Qué demonios! —decía gritando al ver cómo ese pie nada más le pasaba y dejaba un aire caliente haciéndolo voltear sin cerrar los ojos y luego otro pie pasó por encima nuevamente y ahora no gritó por la falta de aire al seguir gritando y maldiciendo a todo lo que se acuerda.
Después de que el suelo retumbara, significa que había logrado salvarse de la muerte.
Kijiro observó cómo la criatura solo continuaba caminando y pisando a los desafortunados aldeanos y niños que no se salvaron. Viendo todas las escenas de muertes trágicas de los aldeanos, se sintió en estado de shock total sin poder apartar la mirada de toda la destrucción. Recuerda que hace unos meses todas estas personas estaban vivas, pero ahora solo hay caos y muerte.
*Kijiro tiene los ojos abiertos viendo como la criatura se marchaba dejando grandes huellas profundas en el suelo, al seguir observando.
Vio que el demonio se marchó bastante lejos y ahora solamente está vivo en un infierno*.
Cayendo al suelo caliente, soltó a la niña pequeña que cargaba en la espalda. Ahora mismo se sentía muerto y la mente congelada en la extraña escena que había pasado en un abrir y cerrar de ojos con destellos de memoria. Muchas muertes aparecieron en la mente. Desde que llegó a este maldito mundo, únicamente había visto muertes y más muertes.
Kijiro gritó al cielo —¡Ahaha! ¡¿Por qué?! ¡No soy un maldito demonio! ¡Estoy asustado! ¡Acaso siempre debo de ver muertes en donde sea que esté! ¡Cambiaré al mundo y los demonios serán asesinados! ¡Yo seré un Dios! —dijo con una voz fuerte y ronca por el llanto proveniente desde lo más profundo del alma al liberar las feroces emociones que sentía al ver todas las escenas trágicas.
La niña pequeña seguía llorando y con la cara angustiada al escuchar los feroces gritos llenos de angustia y desesperación del niño que la salvó de la muerte, pero no sabía qué hacer.
La niña tomó una decisión: se acercó rápidamente al niño angustiado y lo abrazó fuertemente.
Kijiro sintió un abrazo fuerte y volteó para ver a la niña que salvó, dándole un abrazo grande y cálido.
Después de unos momentos, ambos niños se relajaron hasta el punto de que el niño cayera de espaldas y la niña encima del niño.
Kijiro respiró hondo y observó la cara de la niña, una niña muy sucia con mucha suciedad en el cuerpo: cabello rosa corto, ojos morados y pupilas amarillas, además de unos labios rositas pequeños. Una niña que en el futuro será una hermosa mujer: eso es seguro.
Sin saber qué más hacer ahora que todo había desaparecido y no había más humanos para enterrarlos, levantándose del suelo, tomó la mano de la niña y caminó rumbo a donde se marchó el gigante demonio.
Kijiro sabía que ahora no podía hacer nada para detener ambas muertes que llegaran; después de todo, los establecimientos habían desaparecido y no hay nada aparte de un montón de carne quemada por los suelos.
Sin pensar más, avanzó lentamente con la niña pequeña que salvó y pidiendo a los Dioses para que se apiaden de ambos. Avanzó siguiendo las enormes huellas del humanoide.
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Editado: 04.09.2024