Capítulo 15: Peinando a la joven señorita
Kijiro caminó por la enorme mansión guiado por el propio señor Joski Nessro y apreciaba todos estos lujos exquisitos.
Recordó que hace unas horas había un enorme demonio gigante que asesinó al heroico cazador de demonios y a los aldeanos, pero por alguna extraña razón tenía los recuerdos muy vagos. Tal vez está en alguna especie de trauma y los recuerdos están siendo olvidados inconscientemente.
El señor Nessro notó la anomalía de Kijiro y rápidamente preguntó: —¿Qué pasa, Kiji? —dijo con sospecha y viendo con especial atención los movimientos del niño.
Kijiro se calmó unos momentos y poco después habló de la duda que tenía desde que llegó y respondió: —No tengo nada, pero tengo una pregunta —dijo con sinceridad y espero la confirmación del señor noble para hacerle la pregunta o no… Afortunadamente, no tardó mucho y Joski Nessro asintió y habló: —¡Claro! Dime la pregunta y te responderé lo mejor que pueda —dijo con confianza y vio a los ojos del niño pequeño confundido. Kijiro no fue tonto y directamente preguntó: —¿Qué le pasó al demonio gigante? —preguntó con mucha curiosidad y se detuvo para escuchar la respuesta del señor.
Joski escuchó la pregunta de Kijiro y también se detuvo para responder sin ocultar. —Ese demonio llegó hace una hora y fue asesinado directamente por un grupo de hechiceros que guardaron los restos del cuerpo en sus anillos para la investigación —dijo simplemente sin saber que esta información dicha abiertamente traería una fuerte sensación escalofriante al niño reencarnado.
Kijiro sintió un escalofrío recorriéndole desde la espalda hasta la cabeza y se sonrojó de la emoción al saber que hay magia en este mundo, algo que agradó mucho. Después de todo, por alguna razón lograba hacer salir una niebla densa negra y muchas más cosas; además, ahora la existencia de hechiceros le dio una nueva oportunidad de aprender magia verdadera.
Kijiro no habló más y continuó caminando, siendo guiado por el señor noble que rápidamente avanzó primero y llegaron a un rincón donde hay una habitación color azul cristalino y ventanas de vidrio. Al entrar a la habitación deslumbraron un hermoso retracto dibujado a mano en el techo de un niño y Kijiro se sobresaltó al ver que ese en el retracto es él.
Kijiro no sabe cómo sentirse en estos momentos al ver ese enorme retrato de su rostro pegado en el techo justamente arriba de la cama grande, pero no dijo nada y quería ver a Layla.
Joski sonrió un poco y sintió pena al olvidarse de decirle a su hija que quitara ese retrato del niño; después de que fuera salvada, su hija tenía una extraña epifanía con este niño y siempre se sonrojaba o hacía cosas raras.
Kijiro volteó a ver al señor Joski y lo vio con una cara sonriente y feliz, algo que lo desconcertó bastante. También notó que al sentir la mirada escrutadora de Kijiro, velozmente cambió la cara y volvió la mirada para hablar. —Kijiro, te voy a dejar aquí y habla con ella, después baja a comer para llevarte a tu habitación —dijo con voz plana y sin decir nada más, simplemente salió de la habitación, dejando solo aún a Kijiro asombrado y desconcertado de la vida.
Kijiro no reaccionó hasta que la puerta fue cerrada con un clic y entonces volvió a la vida, sintiéndose muy extraño de este noble. Tal vez las personas de este mundo así son y no está de más decir que a lo mejor quedó loco por todas las cosas que había presenciado. Aunque no cree que eso pase, después de todo tiene una mentalidad fuerte.
Quedándose perdido en los pensamientos problemáticos de la existencia de la vida, no escuchó que la puerta del baño se abría para que una niña pequeña salga con un hermoso vestido rojo y unas zapatillas rojas; parece que estaba bañándose.
Kijiro escuchó los pasos y deslumbró la reluciente figura de Layla. Se veía linda como una pequeña niña que es y listo, no tenía pensamientos extraños con niños; después de todo, no tiene fetiches problemáticos.
Acercándose bruscamente a la niña con el cabello mojado y lacio, habló: —Layla, nos volvemos a encontrar —dijo simplemente sin saber que la niña al escuchar esta voz reaccionó rápidamente con una voz chillona y corriendo a esconderse en las mantas.
Kijiro vio esta acción de la niña y se sintió avergonzado por asustarla; realmente no quería asustarla; después de todo, quiere llevarse bien con ella, una niña de ocho años que se siente sola sin tener amigos hasta que fue asesinada injustamente de la peor manera en la trama.
Acercándose al bulto de mantas en la cama habló: —Layla, perdón por asustarte y espero que me perdones —dijo con tristeza en la voz.
Layla escuchó la tristeza en la voz de Kijiro y al ver que estaba por irse, tomó una decisión y se destapó un poco, revelando solo los ojos para hablar. —No te vayas, Kijiro, quédate con Layla —dijo con urgencia.
Kijiro se detuvo y vio los hermosos ojos de la niña viéndolo con urgencia y esas mejillas blancas sonrojadas; se sintió bien al ver que no está molesta con él y rápidamente avanzó para sentarse al lado de la cama con la niña aún tapada de pies a cabeza.
Viendo a la niña que lo ve de reojo, decidió hablar. —Layla, puedes quitarte eso y dejarte peinar ese hermoso cabello que tienes —dijo con gentileza y tratando de hacer que la niña se tranquilice.
Layla escuchó esto y volvió la cabeza con mucha vergüenza, tapándose los cabellos sueltos. Poco después se destapó y se acercó hasta donde está Kijiro para que la peine.
Kijiro agarró el cepillo para el cabello y comenzó con los masajes; ahora mismo sentía los delicados cabellos de la niña y lo tallaba. Simplemente, sin pensar en nada que no sea hacer esto bien.
Después de unos quince minutos, ambos niños se relajaron; solo se escucha el sonido del cepillo, armonía evidente en este cuarto.
Layla habló de repente: —Kijiro… Quiero que seas mi mayordomo —dijo sonriendo y viendo directamente a la cara del niño sorprendido.
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Editado: 04.09.2024