Salvaje

~Creencias~

Seguimos caminando, pero esta vez parecía como si todos estuvieran arrepintiéndose de haber venido, dudaban en seguir avanzando y sus pasos eran cada vez más lentos e indecisos, desconfiaban del profesor y estoy segura que pensaban que ahora mismo nos conducía a una muerte segura, bueno, yo ya estaba muerta prácticamente desde que salí de casa, así que no estaba tan temerosa como mis compañeros, creo que lo que más me preocupaba en esta situación era saber si volvería a mi cómoda vida en la ciudad, no pasaba por mi mente ser devorada viva por caníbales, y si por un momento paso, creo que fue ignorado.

-Profesor! - exclamó una voz, al momento que se movía algo entre las grandes hojas de un árbol.

-Pero que... - el profesor volteo y se puso enfrente de todos intentando protegernos.

-¿Ya no reconoces? - volvió a escucharse la misma voz, enseguida una persona salto desde la copa más anta de un árbol y se agarro de una liana, balanceándose, hasta que por fin toco tierra.

-¿Torutzu? - pregunto, mientras todos observábamos a aquel hombre de avanzada edad vestido con una túnica, el cual tenía una barba que terminaba perdiéndose entre su larga y blanca cabellera, ojos negros,  manos grandes, sin ninguna arruga o mancha ocasionadas por la edad, que descansaban sobre un palo retorcido, muy mal tallado diría  yo, tal ves solo era una rama de algún árbol, bueno si esa era su base de apoyo, supongo que cumplía la función.

-El mismo, en persona, sigo vivo aunque no lo creas - dijo mientras se reía.

-¿Que tal están todos?

-¿Por que no vas y les preguntas? Han estado observándolos desde que llegaron aquí.

-Me lo suponía.

-Bienvenidos sean, pasen a nuestra humilde manada.

-Siempre tan gracioso, chicos vengan los presentaré.

Todos nos miramos los unos a los otros, estábamos en estado de shock, ¿como una persona como el, se atrevió a aventarse desde esa altura sin salir lastimado y mas a esa edad?

-Caminen, ¿no quieren perderse o si?

Que cambio tan drástico, el profesor que hace unos minutos parecía serio, ahora es el alma de la fiesta.

-Pasen por aquí - el señor hizo a un lado un par de ramas que colgaban, para abrirnos paso entre ellas.

Una vez que las atravesamos fuimos el centro de atención, estábamos a la vista de todas las personas, no había ninguno de ellos que no nos mirara extraño o hiciera algún comentario sobre nuestras ropas.

-Ellos son visitantes de confianza, vienen con el profesor, no se preocupen, trátenlos como familia - una vez que el señor dijo estas palabras, las personas se empezaron a acercar inspeccionando nuestros cuerpos de pies a cabeza, jalaba nuestros cabellos, ropa y cuanto cosa traíamos con nosotros, nos olfatearon, hasta quedar satisfechos y enseguida cada quien se quedo con alguno de nosotros.

-Visitantes no se preocupen, no vamos a comerlos, nos gustan las personas limpias y ustedes huelen mal - dijo el señor.

-¿Habla encerio? Porque de ser así, no me bañaré ni una puta vez estando aquí - dijo Antonio.

-Es broma - dijo - Espero que se diviertan

-Si no tengo Internet seguro que me divertiré aquí. - dijo Giselle.

-La verdad tampoco hay línea.

-¿Hablas encerio Hanon?

-Si, No sé cómo no te diste cuenta de eso, al venir aquí era obvio que no podríamos usar el celular, ¿cómo es que no pensaste en eso? deberías de...  - No termine de hablar porque una de las habitantes me jalo del brazo.

-Acompáñame, tenemos que hacer algo, si te quedarás aquí no puedes usar esa ropa.

-¿Tiene algo de malo?

-Atraerás a los malos espíritus, ¿no quieres morir tan joven o si?

-Yo, no lo creo - ¿malos espíritus? Si claro, estas personas si son raras, pero como dijo el profesor, hay que hacer lo que ellos digan. - ¿Que propones que use?

-Primero entraremos a casa - me guió, hasta llegar a un árbol grande frondoso, este tenia al menos unos tres o cuatro metros de altura, y de este colgaban unas escaleras de madera, las cuales ella subió enseguida, pero a mí me tomo tiempo, ya que se balanceaban con cada paso que daba, tenía miedo de caerme, así que subí con cautela, a esa altura, ¿a quien le gustaría terminar en el suelo?
Después de unos minutos de sufrir con aquellas escaleras que para mí eran eternas, por fin logré llegar a donde se encontraba aquella chica, al poner un pie en lo que para ellos sería el piso, que por cierto en nuestras casas está hecho de cemento, tiene vitro piso, o alguna otra cosa, este estaba hecho de carrizo y bambú perfectamente puestos en forma vertical y horizontal por debajo para dar soporte a la casa, al principio pensé en caminar despacio, o aguantar la respiración mientras avanzaba, porque tal vez si daba un paso con mi peso normal, este se rompería y terminaría por fracturarme algún hueso, por no decir todos.

-¿Qué haces ahí parada? -pregunto la chica mirándome extrañada.

-No, es.. nada - trague saliva.

-No te vas a caer, si eso es lo que te asusta.

-Pero...

-Confía en mi, ven, tenemos cosas que hacer.



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En el texto hay: dioses, romance

Editado: 09.08.2021

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