Salvaje

3

Logro huir de la oficina antes de la llegada de la policía. Trato de calmar mis nervios. Subo la cremallera de mi pantalón vaquero. Recojo frenéticamente mis pertenencias, la mochila con los libros de texto. Ajusto la blusa, arrimo la mochila contra mi pecho, y me dirijo rápidamente a la salida de emergencia.

Abro la puerta con cuidado, miro alrededor con precaución antes de cruzar el umbral.

Por supuesto, es poco probable que los bandidos sigan aquí. Pero, ¿quién sabe?

Salgo a la calle, empiezo a correr. Rápidamente entro a un bar que suelo frecuentar, voy directamente al baño y me encierro en un cubículo.

Tengo que asearme lo antes posible. Realmente debo ir a la universidad. No puedo saltar las clases, sino me pueden quitar mi beca. No puedo permitir que suceda. Es mejor que llegue a tiempo.

Me quito la blusa rota. Me pongo una sudadera que llevo en mi mochila; es que quería ir al gimnasio después de las clases. Me gustaría meterme en la ducha ahora mismo. Frotar todo mi cuerpo con una esponja. Quitar de mi cuerpo las huellas que me han dejado las manos asquerosas del líder de los bandidos. También sería bueno cambiarme de ropa.

Doblo la blusa. Sé que nunca querré ponérmela de nuevo. Era mi prenda favorita. Mamá y yo la compramos juntos. Para mi último cumpleaños.

Por supuesto, puedo coserle unos botones nuevos. Pero no es el punto.

Me da escalofríos.

Guardo la blusa en mi mochila.

El nudo en mi garganta no desaparece. Unas lágrimas brotan de mis ojos de nuevo.

¿Cómo voy a ir a la universidad si estoy en estas condiciones?

Basta. Debo espabilarme.

Salgo de la cabina del baño. Me veo a mí misma en el espejo. Afortunadamente, no uso mucho maquillaje, así que puedo lavarme la cara tranquilamente.

Abro el grifo, mojo mis manos con el agua fría. Me inclino sobre el lavabo. Sumerjo mi cara en el agua un par de veces, y eso hace que me relaje un poco.

Menos mal que no me haya topado con la policía. Es que trabajo de una manera ilegal. Y no es lo peor. Hay algo más. Es que tengo miedo de ser una testigo. Después de todo, comenzará una investigación sobre el atraco. Entonces mis padres lo sabrán todo. Entenderán que estaba trabajando para ganarme algo de dinero extra, a pesar de que ellos estaban en contra de que trabajara.

–Katya, deberías concentrarte en tus estudios –me solía decir el papá–. Si te pones a trabajar, eso podría interferir con tus estudios.  Aunque trabajes solo un par de horas diarias.

–Hija, estás en el segundo año –agregó mi madre–. ¿De qué trabajo estás hablando? Ni siquiera te lo pienses. Tu papá y yo estamos muy bien. No hay necesidad de que trabajes.

Pero yo no estaba de acuerdo con ellos. Hace poco la vida de nuestra familia se empeoró bruscamente.

Papá tenía un buen trabajo, pero lo perdió hace un año. Hubo una auditoría fiscal en su empresa. Y el jefe de mi papá hizo de todo para inculparlo. Era el director del área de contabilidad, todo el dinero de la empresa pasaba por su oficina. Pero mi padre demostró que no fue él el culpable. Al contrario, no había nada ilegal en sus acciones. Y muy pronto la sospecha recayó sobre el propio jefe.

Al final, el jefe de mi padre fue absuelto, pero nuestros problemas recién comenzaban.

–Ahora no encontrarás trabajo en ningún lado –dijo el hombre a mi padre–. Te juro que te voy a hacer la vida imposible.

Dondequiera que papá enviaba su currículum, fue rechazado en todas partes. Un día lo invitaron a una entrevista que nunca se llevó a cabo. Tan pronto como entró, lo sacaron rápidamente a la calle.

Mi padre no se desesperó. Siguió buscando el trabajo. Pero no tuvo éxito. Tampoco lo querían contratar para un puesto más simple.

–Su nivel es demasiado alto para este puesto –le decían.

Su ex jefe cumplió su promesa.

Guardábamos la mayor parte de nuestros ahorros en un banco. Hace unos meses la cuenta fue congelada, iniciaron una auditoría en contra del papá. No pudieron demostrar su culpa, pero le hicieron perder mucho tiempo.

Nuestra familia es numerosa. Mis abuelos que necesitaban ayuda. Mi hermana Zlata que acababa de cumplir ocho años. Y también Serguei, mi hermano, un chiquillo muy travieso. Tenía catorce años, una edad bastante difícil.

¿Cómo podía seguir estudiando tranquilamente, si mis padres necesitaban ayuda?

Mamá volvió a su antiguo trabajo en el hospital, pero solo pudo optar por un puesto de enfermera. Ha perdido demasiado tiempo. Dejó de trabajar cuando iba a nacer Serguei, y luego papá la convenció de que se quedara en casa. Entonces nuestras condiciones eran completamente diferentes. Y ahora el papá está trabajando de taxista...

Así que tomé una decisión: buscar un empleo relacionado con mi futura carrera de economía. Y lo hice.

Mi jefe incluso me prometió hacer un contrato oficial. Pero seguía posponiéndolo. Me pagaba dinero en un sobre.

Pero es mejor así que nada. A menudo tenía que trabajar horas extra, debido a las órdenes del jefe. Pero no dejé de estudiar. Mis notas no han bajado. Aunque de vez en cuando tenía que saltar las clases.




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