Salvame

Capítulo 8

Llego hasta la puerta de la habitación de mi jefe, toco despacio y escucho ̈Pase ̈, abro y me lo encuentro a Roberto.

-Está en el balcón- Señala el balcón y Roberto pasa por mi lado antes de salir y dejarnos a solas con el señor Bennett.

-Pasa hijo- Salgo al balcón y me acerco donde mi jefe está sentado mirando hacia el jardín -¿Ya desayunaste?- Pregunta y asiento y me señala para que me siente a su lado –Imagino que sabes para que te llame-

-Si señor- Digo.

-¿Y? ¿Qué tienes para decir al respecto?-

-Señor Bennett-

-Andrew- Corrige.

-Andrew- Digo – Usted siempre ha sido sincero y abierto conmigo y yo lo haré- Asiente – No sé qué nombre ponerle a lo que estoy sintiendo por su hija, como se lo dije a ella jamás he estado enamorado y no sé si lo estoy ahora, pero lo único que puedo decirle es que no puedo dejar de pensar en ella, me siento bien a su lado y puedo decirle que estoy dispuesto a dar mi vida por ella-

-Bueno muchacho, déjame decirte que si estás enamorado- Sonríe con orgullo.

Mi corazón se acelera ¿Lo estoy? La verdad es que me gusta lo que estoy sintiendo.

-Voy a cuidar de ella, señor- Digo con sinceridad.

- Lo sé - Andrew se levanta de su asiento – Ven muchacho, dame un abrazo- Sonrió y me levanto para abrazarlo.

El señor Bennet es lo más cerca que he tenido de un padre y me hace sentir bien que me acepte para su hija.

-Cuídala- Asiento y siento como palmea mi mejilla – Esta noche saldremos a celebrarlo.

- No sé si Sarah quiera salir- Digo.

-Lo entiendo –Hace una pausa –Pero podemos celebrarlo acá- Sonrió.

-Llámala, dile que venga-

Me doy la vuelta y salgo de la habitación y me encuentro a Sarah esperando a unos metros, se ve nerviosa y no deja de morderse una de sus uñas.

-¿Qué dijo?- Tomo su cintura para acercarla a mi cuerpo.

-¿Por qué estas nerviosa?- Susurro acariciando su mejilla y quitando su mano de la boca.

-Es que... Jamás había traído un hombre a casa y... Esta es la primera vez que tengo una relación- Sus mejillas se tornan rojas y me fascina, me recuerda cuando hacemos el amor.

-Quiere que entres- Digo omitiendo que su padre está feliz de que seamos pareja.

-Si se opone nos iremos- Dice seria.

-¿Estás dispuesta a irte por mí?- De nuevo siento como mi corazón se acelera.

Lo haré, llevo muchos años sintiéndome sola, vacía y esta es la primera vez que me siento llena. Inclusive antes del accidente sentía que mi vida no era nada - Un suspiro de alivio sale de mis labios.

-Puedo decirte lo mismo, jamás me he sentido tan completo como hasta ahora- Sonríe.

Sarah y yo entramos a la habitación tomados de la mano, su padre está en la terraza y nos mira con mala cara ¿Acaso ya cambio de opinión? Siento como el cuerpo de Sarah se tensiona, pero al ver como el rostro de su padre cambia y una enorme sonrisa hace que ambos nos relajemos.

-Me alegro mucho por ustedes- Su padre abre sus ojos y mi chica me suelta para salir y refugiarse en los brazos de su padre.

-¡Oh, papi!- Sarah solloza en el pecho de su padre.

-Ven acá hijo, ahora eres parte de la familia- Sonrió y caminó un poco tímido hasta que siento que jala mi brazo y me abraza.

-Gracias-

Esa noche tuvimos la cena en la terraza, Sarah y su padre lucían felices y ni hablar de mí. Entre conversaciones, risas, nos la pasamos. Un ambiente relajado por primera vez en mucho tiempo. Luego de eso, mi chica y yo nos encerramos en su habitación a hacer el amor, al principio me sentía incómodo, ya que su padre sabía de nuestra relación y no me sentía bien seguir durmiendo en su habitación, pero mi novia se encargó de aliviar toda la tensión en mi cuerpo y me dejó llevar por el deseo.

Despertar con ella a mi lado es increíble.

La observo por un momento dormir, sus ojos cerrados y su rostro luce relajado. Ha pasado una semana desde que empezamos nuestra relación, sus ojeras por falta de sueño fueron desapareciendo, ya no era necesario despertar en la madrugada para hacer ejercicio, eso lo hacíamos en la intimidad de la habitación y ella quedaba tan exhausta que las pesadillas fueron pasando hasta no quedar ninguna. Lo que más me alegraba es que había dejado también esa medicación, tantos fármacos le hacían mal y un día se acercó y los bota por el escusado. Recuerdo sonreír como un imbécil y le hice saber que no necesitaba de ello para estar bien, lo único que me preocupaba era sus ojos, lucía irritados y rojos y quería llevarla a un especialista pero ella se aún se negaba salir de la casa, afuera aún la seguían atacando.

Decido levantarme, hoy tengo una reunión con mi amigo Stong quien quedó en averiguar por la viuda, el socio y el difunto. Ha pasado más tiempo de lo acordado y eso quiere decir que debe tenerme repuestas, algo de esos tres aún no me cuadra y necesito aclarar todo.

Entró a su ducha, prácticamente ya me había mudado a su habitación. Sarah hizo que el personal pasara mis cosas a su cuarto y ahora oficialmente era nuestra habitación y su padre parece no importarle que estemos viviendo juntos.

Salgo de la ducha con la toalla envuelta en mi cintura y camino sin hacer mucho ruido hasta la otra puerta donde indica el vestidor, me pongo una muda cómoda y salgo encontrándome a mi chica sentada en la cama.

-Sigue durmiendo- Me acerco y beso sus labios.

-¿Dónde vas?- Pregunta soñolienta.

-Debo salir, tengo que reunirme con un amigo- Frunce el ceño pero no pregunta.

-¿Vendrás a almorzar?- Asiento y me acerco para darle otro beso en sus labios, ella me sonríe y la veo acotarse de nuevo en la cama y tomar mi almohada enterrando su rostro en ella. Sonrió y cierro la puerta.

La casa se ha sentido muy tranquila desde la salida de Yuri, la verdad es que esa mujer se la pasaba envenenando a todos en contra de Sarah y no estando ella todo es tranquilo.

-Roberto ¿Has hablado con tu sobrina?- Preguntó entrando a la cocina.



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En el texto hay: romance, drama, salvame

Editado: 21.10.2023

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