—No me gusta que hables así de ellos Eleine.
—Mamá, sólo digo la verdad, ellos no son iguales a nosotros.
Conversación entre Jada Mirianni (38) y su hija Eleine (8)
— ¿No tendrás problema con tu hermano?
Caleb le preguntó cuando estacionó el auto en la base de la montaña, que era casi suya, el traslado había sido muy sencillo, y la pierna con el nuevo yeso ya no dolía tanto como al llegar al hospital.
—Oliver es más ladridos que mordidas, puedo manejarlo.
Eleine salió del auto y del baúl sacó unas bolsas, luego abrió su puerta, Caleb vio las muletas reforzadas apoyadas contra el auto. La mujer le extendió una mano y él la sostuvo con fuerza, esos ojos oscuros se fijaron en él al tiempo que lo ayudaba a salir del interior, con esfuerzo apoyó todo su peso en la pierna sana y se mantuvo en equilibrio gracias al brazo que Eleine había colocado alrededor de su espalda. Hubo un momento en que Caleb tuvo que sostenerse rodeando su espalda para tomar una muleta, y en ese instante quedaron más cerca que nunca, el cálido peso de ella lo mantuvo en su lugar, sus ojos se detuvieron en sus labios pequeños.
— ¿Puedes sostenerte con una sola muleta? —su voz tenía un ligero temblor.
—Sí.
Ella se alejó y antes de que el frío reclamara la parte que estuvo cercana a su cuerpo, Eleine le alcanzo la otra muleta. Caleb mantuvo su pierna enyesada en el aire y trató de moverse ayudado por las muletas.
— ¿Podrás subir por tu cuenta?
Él miró a su alrededor, el bosque que subía junto al terreno, la montaña que se inclinaba ligeramente, era todo un desafío andar por el terreno irregular, lo sería aún más con una pierna dañada y con un par de muletas, pero le agradaba el desafío. Se sentía seguro, y empezaba a creer que esa seguridad provenía de la mujer de ojos color chocolate.
Con lentitud y cautela, Caleb se hizo a la tarea de subir la montaña siguiendo el sendero que Eleine le marcaba adelante, para cuando llegaron a la cabaña de piedra y madera, su cuerpo estaba exhausto y transpiraba demasiado, la ropa de invierno le era pesada.
— ¡Eleine!
El grito furioso le alertó de la presencia del hombre tan hostil, Oliver salió por la puerta hecho una furia.
— ¡¿Qué haces con ese tipo?! ¡¿Por qué lo has traído de vuelta?!
Eleine ignoró las preguntas y caminó hasta detenerse frente a él, le apuntó con un dedo y la fortaleza del policía se derrumbó en un segundo.
—Cierra la boca y ayúdame a subir las cosas del auto.
Era gracioso ver cómo un hombre que se había comportado tan autoritario y fuerte, fuera completamente dominado por ella, y no era porque Eleine fuera débil, al contrario, su fortaleza había hecho callar al policía que con obediencia aceptó la orden y se movió de la puerta, no sin antes echarle una mirada rabiosa hacia Caleb.
El tipo tenía graves problemas de autoridad y poder, querer proteger a su hermana era aceptable, pero controlarla era indebido.
—Entra, debes estar cansado y hambriento.
Eleine le ayudó a subir los escalones del porche y luego lo dejó por su cuenta, ya en el interior Caleb vio hacia atrás, ella estaba descendiendo perdiéndose en el bosque que bajaba la montaña.
Caleb se sintió como un parásito al sentarse en el sillón viendo cómo ambos hermanos acomodaban las bolsas en la casa, notó en una de ellas un cobertor y un acolchado, probablemente Eleine tendría que haberlos comprado para reemplazar los que Caleb arruinó.
Deseaba recompensar la enorme generosidad de la mujer, pero no sabía cómo, apenas sabía que era un hombre cuya única identidad era la que ella había construido para él, Caleb era Caleb porque ella así lo quiso, pero detrás de ese nombre había una identidad que se encontraba oculta, él era una persona diferente, con personalidad y pensamientos diferentes, pero todo eso estaba en el abismo que era su mente, los recuerdos estaban ahí, pero no podía recuperarlos y eso le frustraba.
¿Quién era? ¿Tendría familia, hijos, padres, hermanos, amigos? ¿Era un cambiante de verdad? Y si lo era ¿en qué animal podía transformarse?
Eran preguntas sin respuestas que le provocaban ansiedad por saber la verdad, Caleb cerró los ojos e inspiró profundo para poder calmarse.
— ¿Estás bien?
Abrió los ojos al oír su voz, ella apareció con un plato con un sándwich, había preocupación en el tono oscuro de sus ojos, Eleine era una mujer muy expresiva que distaba mucho de ser la recelosa mujer que lo recibió cuando regresó a la vida.
—Sí, solo estoy un poco cansado.
Eleine dejó el plato en su regazo al tiempo que Oliver aparecía desde la cocina.
—Come, debes reponer tu energía.
— ¿No hay comida para mí? —preguntó el policía sin dejar de mirarlo como si fuera un delincuente.
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Editado: 09.12.2018