Sálvame y te salvaré

Corto especial #02. Aiden y Cassie

Cassandra di Angelo

Llevaba una semana y tres días en total en casa de Alexandra. 

Desde el día en el que le pedí ayuda a Alex no me ha vuelto a dirigir la palabra. Pero ya me daba igual. 

Esta tarde había quedado con Aiden con la ayuda de Kyle. El cual, por cierto, no deja de tirarme los trastos, siempre en broma. 

No conozco demasiado a Kyle pero verle con una chica distinta cada dos días me decía lo mujeriego que podía llegar a ser.

Por lo menos me había ayudado com esto y se lo tenía que agradecer, tal vez le compraré unas donas. 

Así que ahora mismo me encontraba sola en el centro comercial, aprovechando el día libre que teníamos a la semana, buscando algún vestido bonito ya que no me había traído nada fuera de lo común. 

Con algo de suerte encontraría el vestido perfecto para la ocasión. 

[...] 

-¿Dónde vas Cassie?-me preguntó la madre de Alexandra justo cuando habia cogido el pomo de la puerta. 

-He quedado con un amigo que he hecho por aquí-dije sincera pero evitando el nombre de Aiden. 

-¿Puedo saber su nombre?

Oh. 

-Claro-dije expresando tranquilidad-, Kyle. 

Una sonrisa se plantó en la cara de la mujer al escuchar ese nombre.

-Es un buen chico. 

-Lo es-asentí. 

Después me despedí de ella y salí en dirección a un parque natural cerca de aquí, donde me había citado con Aiden, no con Kyle. 

Me sentía algo culpable por haberle mentido a la mujer, pero no quería que Alexandra se enterase, aun me quedaba una semana y media aquí. 

Minutos después llegué al parque. Parecía tranquilo. 

Observé como unos perros jugaban con un chico que no dejaba de tirarles un platillo volador y a unas niñas correteando una detrás de otra. 

Respiré hondo y me senté en el banco más próximo a la entrada para que Aiden me viese cuando llegase. 

-Hola-una voz suave sonó cerca de mi oreja derecha y pegué un brinco. 

Escuché la risa de Aiden y sentí cómo tomaba asiento a mi lado. No me atrevía a mirarle. 

-Hola-dije en un susurro casi inaudible. 

-Venga vamos-le escuche decir en forma de queja-. Mírame. 

Sonreí ante su demanda y giré mi cabeza en su dirección. Él me miraha con una sonrisa genuïna. Era adorable. 

-No me mires-le pedí con un hilo de voz. 

-¿Te pongo nerviosa? 

-Un poco. 

Su sonrisa se ensanchó. 

Lo cierto era que los dos sabíamos a qué habíamos venido y no tardé en acercarme a él y plantarle un beso en la boca. 

Tardó un poco en reaccionar pero en cuanto se dio cuenta apoyó una mano en mi nuca y me acercó más a él. Con la otra mano rodeó mi cintura y poco a poco me sentó encima suyo. 

-Es usted deliciosa, señorita Di Angelo-le escuché decir después de separarse durante una fracción de segundo, para después volver a besarme. 

La verdad era que desde el momento en el que nos vimos, los dos pensamos en los mismo. Y aquí estábamos, besándonos desenfrenadamente en un parque.

El beso se estaba intensificando demasiado para que se desarrollase en el parque así que me separé. 

Teníamos la respiración agitada y notar a Aiden duro debajo de mi hacía que mi cuerpo se encendiera. 

-¿Quieres ir a por una helado?-me preguntó con su frente tocando la mía. 

-¿No hace algo de frío?-pregunté. 

-No sé tú, pero yo me muero de calor. 

Solté una carcajada al pillar el doble sentido y me sonrojé más de lo que ya estaba. 

-No te hagas ahora la vergonzosa que pensaba que me ibas a comer literalmente con ese beso. 

Volví a reír y esta vez le di un manotazo en el brazo. 

-Vamos a por ese helado. 

[...] 

-Y le dije "en realidad no tengo ni idea de mecánica". 

Volvimos a estallar en carcajadas ante mi pésima imitación de la señora que acaba de pasar por nuestro lado diciendo exactamente esa frase. 

-Odio a ese tipo de personas-dijo él mientras le daba una lamida a su helado de limón y chocolate. 

No pude evitar clavar mi vista en la mancha que le había quedado en la comisura de los labios. 

Me acerqué a él y pasé mi dedo por ahí y me lo llevé a la boca. 

-Eh, tú tienes tu helado-se quejó para después juntar nuestros labios. 

El ambiente no tardó en tornarse caluroso y un escalofrío pasó por mi cuerpo al escucharle hablar. 

-Mi madre está trabajando, estoy solo en casa. 

 

 



#12018 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, liberacion

Editado: 22.05.2019

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